Apuntes al margen
Crónica de una conspiración
De cómo presionamos al gobierno municipal para que autorizase las procesiones tapados con capucha
Desde aquí lo digo refrendando alguna de las cosas que hemos podido leer y escuchar en estos últimos días. El periodista de ABC Luis Miranda y el que firma hemos urdido una conspiración (exitosa, por cierto) para propiciar la vuelta de las procesiones a la ciudad. Hemos tenido detrás a Vox (Santiago, un saludo), al Obispado de Mondoñedo y a una conocida cadena de supermercados que nos vende el pan. Soros puso la financiación -veinte euros en consumiciones, somos personas frugales-, agentes de la antigua KGB nos han facilitado las escuchas ilegales y a Luis un poco más y lo dejan sin bicicleta en una de las operaciones de vigilancia que hemos tenido que montar. Hemos llegado a controlar cuentas de Twitter anónimas para sacarle los colores al alcalde mientras veía el ciclismo en la meta de la Vuelta Ciclista a España . En realidad, Juan Antonio es un sobrino habilidoso con los ordenadores que se prestó voluntario para ello.
Hasta aquí, la broma basada en las teorías de la conspiración que nos han llevado al pacto de las cofradías , la regulación por la que se permite la vuelta del culto público a la ciudad con garantías sanitarias. El acuerdo tendrá partidarios y detractores , como todo en la vida, pero permite a los representantes políticos hacer política que es para lo que se le paga. Es decir, tomar decisiones de general conocimiento para que todo el mundo que quiera hacer algo sepa a lo que atenerse, que es precisamente lo que no estaba ocurriendo en un sector muy concreto de la ciudad. Y es (era) éste.
En realidad, todo es muy sencillo. Se habían realizado las planificaciones oportunas de aforo para multitud de ramas de la actividad ciudadana , desde tomarse una caña en un bar a asistir al velatorio de un deudo. Pero nadie había contestado a una pregunta. Si se dieran las condiciones sanitarias concretas, si fuese posible, cómo se volverían a efectuar este tipo de manifestaciones humanas comprendidas en un artículo de los derechos fundamentales de la Constitución en vigor. El de la libertad de culto.
La realidad es que, durante meses, la respuesta es que no hubo respuesta. Hubo un bastante bochornoso intercambio de mensajes confusos entre el Ayuntamiento de Córdoba y la Delegación de Salud de la Junta. La eterna historia de la política española cuando llega la hora de tomar decisiones. Y si la respuesta era no, pues con el no también se gobierna . El no terapéutico entre personas mayores. El asunto se solventó gracias a Juan Antonio -un abrazo, sobrino- que le hizo ver a la autoridad municipal que si hay competiciones deportivas, manifestaciones políticas, conciertos masivos y miles de personas viendo fútbol y toros, hombre, pues que lo suyo es hablarlo. A partir de ese momento, canela en rama , oye. Fino beduino.
Ahí es donde tengo que confesar que, emulando la novela de Chesterton , Luis, una serie de embozados y el que antefirma decidimos reunirnos en torno a una mesa alumbrada con velas para presionar al gobierno municipal con aviesas intenciones. Por supuesto, no usamos nunca nuestros nombres y nos llamábamos comos los días de la semana porque somos muy del Padre Brown para nuestras cosas (a Santiago hubo que explicárselo, no es de mucho leer). Menos mal que se ha acabado la conspiración porque la capucha, con la mascarilla y en interiores, pica una barbaridad.
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