TRIBUNA ABIERTA
Cristo de la Reconciliación
El autor, descendiente de José Cruz-Conde, aboga por la superación de la división de la Guerra Civil
![Retrato de José Cruz Conde](https://s1.abcstatics.com/media/andalucia/2018/11/18/s/fcconde-cordoba-noticia-kALE--1248x698@abc.jpg)
JOSÉ Cruz Conde no escatimó elogios de quienes le perseguían para matarle, en las notas que durante su asilo diplomático escribió para su familia. Considera admirable su espíritu de sacrificio, que todo lo da y sabe morir heroicamente, y califica a los milicianos como carne viva y sana de la Patria, alabando su tenacidad y su derroche de valor y de energía, Aun con el constante dolor y recuerdo del asesinato el 9 de agosto de 1936 de su mejor amigo, Cesar Fernández, por el grave delito de preguntar por él, Cruz Conde escribe que «con la guerra deben terminar las violencias; no habrá más remedio que olvidar agravios, daños y dolores y convivir todos los españoles». Sabe que España es de todos, de los dos bandos, y que los adversarios del momento, fatalmente tenían que ser «nuestros hermanos mañana».
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Estos mismos sentimientos albergaban en Córdoba sus hermanos Juan y Rafael. Por eso, fueron los únicos que protestaron, se enfrentaron e hicieron gestiones en Sevilla y Burgos para acabar con la asesina conducta del Jefe de Orden Público de nuestra ciudad en 1936. En carta al periódico «Córdoba», fechada el 3 de abril de 1973, un cordobés que firmó con las iniciales C.R.A., lo recordaba con ocasión de la muerte de Rafael Cruz Conde, para quien pedía «el respeto de los cordobeses que perdimos la guerra».
Uno de los primeros actos de Alfonso Cruz Conde en la Alcaldía fue suprimir el título de «Hijo Maldito» a Jaén Morente
Cuando Alfonso Cruz Conde ocupó la Alcaldía, trascurridos diez años del final de la guerra, uno de sus primeros actos fue suprimir el título de «Hijo Maldito» que se había otorgado a Don Antonio Jaén Morente. Pensaba que ninguna madre puede considerar maldito a uno de sus hijos. Con carácter simbólico de un acto de reconciliación, hizo que la moción al Ayuntamiento para anular el anterior acuerdo, fuera suscrita por dos tenientes de alcalde en los que se daba la circunstancia de que sus padres habían muerto ejecutados uno en zona roja y otro en zona nacional.
![El llamado «Cristo de los Tiros» de la iglesia de la Asunción de Bujalance](https://s1.abcstatics.com/media/andalucia/2018/11/18/s/fcconde-cordoba-noticiados-kshB--510x349@abc.jpg)
El 27 de diciembre de 1995, rezando la hora de tercia leía que «Dios nos ha confiado la palabra de la reconciliación» (2Co 5,19) cuando se bajaba la imagen de un Crucificado de lo alto de la Capilla de San Rafael de la Iglesia parroquial de la Asunción de Bujalance. Allí había permanecido desde enero de 1937 «asido al muro de las profanaciones (...) en dosel de impactos deicidas» como «crucificado apedreado al alba», según lo describió en sus versos el gran poeta Mario López. Vulgarmente se le conocía como Cristo de los Tiros, pues había sido reiteradamente apedreado y tiroteado, y se creía que había quedado incólume, rodeado de las huellas de numerosos impactos en la pared.
Una lápida con una inscripción
Fiel al espíritu de mis mayores, con el consejo de mi obispo, Don José Antonio Infantes, y la autorización de su sucesor, como párroco «in solidum» de Bujalance dispuse que se ocultaran los destrozos de la pared y se restaurara la imagen, que contrariamente a lo que se pensaba, tenía unos inapreciables y pequeños trozos de piedra incrustados en un hombro. A su lado se colocó una lápida con esta inscripción:
«Esta Imagen de Cristo Crucificado ha sido completamente restaurada de los daños sufridos sesenta años antes, “Cristo Jesús ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio” (Ef. 2,14) Que los hombres no lo volvamos a levantar. Por siempre Cristo de la Reconciliación».
«Como no pudieron destruir la obra de José Cruz Conde ni destruir su obra ahora quieres borrar su nombre»
Parece que repunta el odio, y como no pudieron matar a José Cruz Conde, ni tampoco pueden destruir su obra, quieren borrar su nombre, por eso nos recuerda desde la eternidad lo que escribió hace ochenta años poco antes de morir: «¿Por qué me odiarán tanto? Me pregunto yo muchas veces: y la verdad es que no sé qué contestarme. ¡Yo desde luego no les odio a ellos!».
Personalmente tampoco quiero odiar y seguiré rezando a mi Cristo de la Reconciliación: Señor Jesús, Príncipe de la Paz, que por tu Cuerpo entregado y tu Sangre derramada en la cruz nos has reconciliado con el Padre, y has derribado el muro del odio que nos separaba, concédenos que reconciliados con todos los hombres, vivamos fraternalmente unidos con comprensión, respeto, tolerancia, y caridad, y seamos instrumentos de tu paz. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.