TRIBUNALES
Crimen de Ciudad Jardín | La asesina confesa de Rosita le clavó un cuchillo por la espalda y la estranguló
La acusada L.M.R. se enfrenta a 17 años de cárcel por asesinarla en su casa de Ciudad Jardin en verano de 2018
La autora confesa del crimen de Rosita , una vecina de 80 años , que dejó conmocionado al barrio de Ciudad Jardin el verano pasado se sentará ante un jurado popular de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial para enfrentarse a 17 años de cárcel.
La profesora de la calle Maestro Priego López -conocida como Loli-, vecina de la víctima, que se entregó a la Policía Nacional el mismo día que los agentes comenzaron la investigación, había previsto el asesinato. El relato que plasma el Ministerio Fiscal en su escrito recoge que sobre las 20.30 horas del 7 de junio de 2018, la acusada, vecina de Rosita, con la que tenía amistad desde hacía 30 años, acudió a casa de la octogenaria con un cuchillo de pequeñas dimensiones en el bolso , con la intención de dar un susto a la anterior, debido a las desavenecias que tenían en esos momentos. Al llegar comenzó una discusión cuando se encontraban en el salón de la vivienda, decidiendo, en un momento dado, la acusada marcharse, y cuando caminaba detrás de Rosita por el pasillo, sacó el cuchillo y se lo clavó por la espalda en el cuello , con intención de acabar con su vida, ocasionándole una herida inciso punzante de tres centímetros, lo que hizo caer a la anciana al suelo, y la acusada -una señora corpulenta- se puso encima , donde seguidamente le ocasionó la muerte por asfixia mecánica, sin que la víctima -una mujer menuda- pudiera oponer resistencia.
Después de cometer el crimen, la acusada salió del lugar llevando en las manos restos de flores de plástico que había en una mesa del pasillo de Rosita y el mango del cuchillo usado, que se había separado de la hoja, y al llegar a su casa metió las flores en una cubeta conteniendo agua con amoniaco y lavó el mango del cuchillo con vinagre, guardándolo todo posteriormente.
Dos días más tarde, sobre las 12.30 horas, la acusada se personó en la Comisaría de Campo Madre de Dios y confesó haber estado con la víctima el día de los hechos, y haberle pinchado en el cuello, cayendo ambas al suelo, manifestando igualmente no recordar nada más hasta que regresaba a pie a su casa.
La Fiscalía considera que los hechos son constitutivos de un delito de asesinato, con la circunstancia atenuante de confesión del hecho delictivo.
48 horas con una asesina en el barrio
Los vecinos de Ciudad Jardin no podían creer que esta vecina, profesora que impartía clases particulares de matemáticas a los niños del barrio hubiera podido cometer tal atrocidad. Las horas posteriores a la muerte de Rosita, su vecina de 80 años y con la que mantenía una amistad de más de tres décadas, esta homicida confesa las pasó sentada en la panadería de la esquina de la calle, con la silla mirando al domicilio de la víctima, y a veces con la mirada perdida. Así la describen las vecinas que se cruzaron con ella el viernes y el sábado, horas antes de que confesara a la Policía el crimen.
Las vecinas
Una de las vecinas le preguntó el viernes lo que todo el mundo comentaba en el barrio que se habían encontrado muerta a Rosita . «¿Te has enterado de eso?», le preguntó una de ellas a la autora confesa del crimen, a lo que la homicida respondió pidiendo información, como si no fuera con ella , para acto seguido preguntar si sabían algo ya , comentan estas tres señoras estupefactas tras conocer que se confirmaba la noticia de quien había sido la autora del crimen. Las vecinas de toda la vida no dan crédito a lo sucedido. «Tenía las llaves de mi casa, vivo en su mismo edificio, le dejé el trastero para que metiera sus cosas, porque había vendido una casa, también me pedía dinero; como a todas las vecinas, y solía devolverlo», lamentaba una de ellas.
«Debía dinero en la farmacia, en la panadería, a todos nos pedía distintas cantidades; la última vez dijo que una gitana le había echado mano a la cartera, ahora sabemos que se lo inventaba», confesaban estas amigas.
«Conozco a la presunta homicida desde hace 15 años, y sabía que el viernes estaba muy rara; muy blanca y mirando al bloque de Rosita —ya sabía que habían descubierto el cadáver de esta mujer y la Policía estaba investigando—. Entraba y salía de mi panadería, igual que el sábado, donde permaneció dos horas y escribió una carta delante mía, de casi dos páginas antes de entregarse a la Policía. La veíamos desmejorada, casi sin peinar, y de bajo ánimo», resumía esta otra vecina sobre un crimen inexplicable para el barrio.
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