Covid Córdoba
Vacunación Córdoba | La vuelta a la normalidad en las residencias
ABC entra en Orpea Sierra más de un año después de desatarse la pandemia; pese a las vacunas, muchas se las restricciones se siguen manteniendo
Así llega Córdoba al final del estado de alarma | Incidencia, presión hospitalaria y demás indicadores
Volver a respirar;pero no el aire viciado de una habitación cerrada;ni el de unos pasillos convertidos en espacios privilegiados de libertad por turnos. Inflar los pulmones, llenarlos bien y respirar el oxígeno desconfinado. Ha sido el momento más ansiado de quienes más han sufrido las olas más duras de la terrible pandemia de la Covid ; el eslabón más débil de la cadena epidemiológica: los ancianos. Sobre todo, los de la residencias, especialmente azotadas con brotes masivos y decesos.
Ahora, más de un año después de que se desatara la crisis y con la vacuna en marcha, la situación en estos centros ha vuelto a una relativa normalidad , a una calma tensa ya que, pese a la inmunización y reducción radical de casos (ahora solo hay 6 residentes en toda la provincia en aislamiento preventivo y un caso de un trabajador en el centro Jesús Nazareno de Castro del Río), toda precaución sigue siendo poca.
ABC ha entrado en la primera residencia andaluza que fue medicalizada, Orpea Sierra , en la capital cordobesa. Aquí se llegaron a registrar cerca de un centenar de positivos y hubo una quincena de fallecidos. Gracias a la dedicación de sus trabajadores, en menos de un mes se logró frenar los contagios y pasar a contrarreloj de una asistencia multidisciplinar a sanitaria casi exclusivamente.
Así lo relata su directora, Inmaculda Cuesta , que esboza ahora una sonrisa contenida porque, «aunque ha pasado lo peor, han sido unos meses muy, muy duros», se lamenta.
«Los mayores han sido unos campeones, nos han dado un ejemplo de vida », explica la máxima responsable de Orpea Sierra, que recuerda que el uso de las tecnologías para mantener el contacto con el exterior ha sido «muy positivo. Al principio resultó complicado;muchos residentes no habían utilizado en su vida un teléfono móvil para hacer una videollamada. Algunos pensaba que era una televisión, y que no era posible que su familiar estuviera saliendo en la pantalla».
El primer día que las puertas se abrieron «fue muy emocionante. Muchos lloraron de alegría ; a otros les costó más salir por miedo:han necesitado volver a adaptarse y confiar».
En Orpea Sierra se siguen manteniendo muchas restricciones:«Ya no llevamos el EPI, pero sí que se le exige a quienes vienen de visita, que no pueden estar más de una hora en el centro. Y, por supuesto, seguimos con el protocolo de higiene de manos y mascarillas», señala Cuesta.
Sin embargo, cada vez se atisba más cercana esa vuelta a la vida prepandemia. «Estamos trabajando despacio, pero organizando ya actividades y eventos para que nuestros residentes disfruten. Tenemos un desfile de trajes de gitana, actividades de baile de flamenco, vamos a llevarlos a Los Villares , haremos una paellada también en l patio, tenemos el proyecto ‘Viajar por el mundo’, con proyecciones de diversos lugares del planeta y con el menú de cada enclave. Celebraremos los Patios, las Cruces, la Feria, el Día de la Hamburguesa y el del Huevo fFrito...¡No nos faltan ideas!», apunta.
Una de las residentes, Inmaculada Marín , catedrática de Historia de 79 años, aplaude, con ilusión, todas las actividades previstas:«La vida es bella y hay que afrontarla día a día», dice esta madrileña afincada en Córdoba desde hace 50 años. Marín pasó la Covid «y estuve mal;fue una experiencia horrible. Ahora que estoy recuperada no le he perdido el miedo. Y aquí en la residencia se contagió todo el mundo, fue increíble», rememora.
En cuanto a los meses de encierro, «muchos residentes no lo entendían. No poder salir ni estar con los tuyos. Yo llevo año y pico sin ver a mi hija y estoy deseando de que llegue el día 9;dicen que seguirá estando prohibido abrazarse, pero seguro que nos dejan darnos un achuchón», señala con ilusión y añade:«Lo primero que hará cuando pueda salir (porque es necesario que la recoja un familiar) será comer ‘pescaito’ frito».
El ánimo en la residencia se está recuperando «a marchas forzadas. Y no es para menos, gracias a todo lo que se vuelcan tanto la directora como el resto de trabajadores», concluye.
Entre esos empleados se encuentra una veterana de Orpea Sierra, Sara Cano , que lleva ya 22 años como terapeuta ocupacional en este centro.
«Antes de la Covid teníamos una programación fijada para grupos grandes a todos los niveles, tanto de terapia cognitica como funcional y de animación, pero a raíz de la pandemia hubo que cambiar la estrategia, atender a los residentes casi a nivel individual. En algunos casos fue muy complicado: algunas personas sufren deterioro cognitivo ; imagíneses lo que suponía para ellos vernos entrar con el EPI», rememora Cano. Ahora, se están recuperando todas las actividades con grupos burbuja que se han ido ampliando.
Su compañera, Adela Rodríguez , psicóloga del centro, apunta que la Covid ha tenido un efecto nefasto con «crisis nerviosas y ansiedad entre los residentes;desorientación generalizada al dejar de tener contacto con la realidad, además de depresión».
Ahora toca volver a la normalidad «y estamos en proceso; hay gente que sigue teniendo miedo, pese a las ganas de recuperar su vida;después de esto, su ‘avatar’ está desgastado, y tienen ante sí el reto de retos de recobrar la fuerza física y su capacidad cognitiva, emocional y social. Y nosotros les vamos a ayudar», concluye.
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