Primera Plana
La cotidianidad de las Cruces
Nos hemos abalanzado con hambre de vida atrasada sobre esta fiesta tras 1.095 días sin ella
Cruces de Mayo Córdoba 2022 | La ciudad en la que ya no cabe ni un alfiler
![Una pareja baila durante la edición de las Cruces de Mayo, que terminó este lunes](https://s2.abcstatics.com/media/andalucia/2022/05/03/s/cruces-pareja-cordoba-kT5D--1248x698@abc.jpg)
Estaba este domingo en una Cruz disfrutando de esta fiesta . El reencuentro con esta celebración me había permitido olvidarme por un rato de que la cesta de la compra está por las nubes o de que la economía que debía avanzar a paso de gigante irá bastante más despacito. Entonces, empezó a sonar C. Tangana , que es la Lola Flores del siglo XXI: no canta, no baila, pero no hay que perdérselo. Uno de sus estribillos, más pegadizos que toda la producción anual de ‘Super Glue’ de Loctite, inundó el recinto.
Era el de: «Yo era ateo, pero ahora creo. Porque un milagro como tú ha tenido que bajar del cielo». Aquello hizo que pusiera a menear... -¡No! ¡El esqueleto, no! A determinada edad, el sentido del ridículo se ha agudizado para evitar espectáculos bochornosos- mis neuronas. La letra de este temazo me hizo pensar que yo, como la mayoría de la sociedad, hasta que el Covid nos infectó la salud y la existencia, éramos ateos de lo cotidiano , pero ahora hemos vuelto a creer en ello . Lo hemos hecho después de que a nosotros lo que nos cayera encima fuera una maldición en forma de epidemia.
Antes del coronavirus, no siempre sabíamos valorar lo que nos aportaba el día a día , que, por ejemplo, llegadas estas fechas, era tomarse algo con los amigos en la Cata del Vino disfrutando de los caldos Montilla-Moriles -cosa que deberíamos hacer más el resto del año-; perderse en las Cruces u observar la cara de felicidad de los peques en los cacharritos de la Feria , aunque al mismo tiempo a los mayores se nos ponga rostro de pánico suspendidos de algún aparato infernal en las alturas del cielo cordobés.
No apreciábamos en su justa medida lo que podíamos repetir jornada tras jornada , mes tras mes y ejercicio tras ejercicio, porque pensábamos que nadie nos los podía quitar . Pero un bichito lo hizo . Nos arrebató eso y, lo peor, la vida de 1.374 paisanos . Por eso nos hemos abalanzado este año, tras 1.095 días sin poder hacerlo, con hambre de vida atrasada sobre las Cruces . Lo hicimos como si no hubiera un mañana, porque hemos sido tristemente conscientes de que ese mañana puede no llegar en el momento en el que se le espera.
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