CORONAVIRUS EN CÓRDOBA
Coronavirus | Crónica del primer día del estado de alarma: «Los niños no llevan bien no poder salir»
Quiosqueros, tenderos o pequeños supermecados, aunque siguen abiertos, se preparan para las pérdidas económicas
Viaja a toda velocidad por el aire , invisible, pero las consecuencias de su paso no podrían ser más notables . Ayer domingo, las normativas derivadas de la alerta sanitaria por coronavirus se percibían en las plazas, vacías, en los comercios, totalmente cerrados, en los parques, solitarios y, en definitiva, en todas las calles cordobesas. Solamente quienes salían a comprar productos de primera necesidad a los pocos supermercados y tiendas de ultramarinos abiertas, o aquellos que buscaban su dosis de nicotina diaria o con la lectura del periódico , pudieron disfrutar levemente del agradable tiempo primaveral que bañaba la ciudad.
Un acercamiento a los suministros básicos y de nuevo a pertrecharse en casa. Los coches de Policía Local que circulaban por los barrios no permitían otra alternativa . Para los a gentes encargados de hacer cumplir la cuarentena , hasta una señora que paseaba a su perro podía quedar sancionada por no estar lo suficientemente cerca del sofá. « Los mayores son los que tienen mayor riesgo de contagio y debemos evitarlo », comentaba con seriedad, desde el coche, uno de los agentes. Un padre de familia también se aventuraba a salir en busca de utensilios necesarios para continuar con su trabajo en casa. « Mis tres hijos pequeños no están llevando bien el no poder salir . Mi mayor temor es que mi mujer pierda el trabajo y no podamos mantenernos», explicaba con preocupación a este diario.
Al contrario de lo que podría pensarse, los quiosqueros, tenderos y los dueños de los pequeños supermercados tampoco fueron los más beneficiados en un domingo de primavera atípico. Los escasos viandantes que recorrían las aceras con las bolsas en las manos, los guantes puestos y la resignación en el rostro, no eran suficientes para cubrir las pérdidas de este fin de semana que, coinciden los quiosqueros, irán a más durante esta semana.
El vendedor de tinta y papel de la Avenida del Aeropuerto se mantiene estos días en su puesto, diligente, como un francotirador o un soldado obediente. « Yo tengo que estar aquí al pie del cañón. Llevo aquí 30 años y he visto de todo , pero nunca nada como esto», explicaba ayer. Al menos él podía airearse entre cliente y cliente , al contrario que los atareados reponedores de los supermercados de proximidad que, ataviados con mascarilla y guantes , hacían frente a los intermitentes pasos por caja.
Esos son los accesorios típicos de los héroes cotidianos actuales . Ni capa ni mallas para quienes no tienen más remedio que privarse de la primavera cordobesa. Ese sí es un acto formidable.
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