Coronavirus Córdoba
Así vive el confinamiento una mujer de 100 años de Baena
Francisca Lastres salía a hacer recados antes de que el virus le obligara a quedarse en casa y recibir pocas visitas
![Francisca Lastres, en su casa de Baena](https://s2.abcstatics.com/media/andalucia/2020/04/23/s/francisca-baena-cordoba-k7QF--1248x698@abc.jpg)
El confinamiento por el estado de alarma ha cambiado la rutina de mucha gente. Para Francisca Lastres , sin embargo, la prohibición de salir de casa no le ha supuesto un estrago tan grande en sus costumbres diarias, sino más bien en el plano afectivo. Esta mujer de 100 años , nacida y residente en Baena , antes de decretarse el estado de alarma salía todos los días a dar su paseo por la calle, un desahogo del que ahora no puede disfrutar ya que, por su avanzada edad, se encuentra dentro del grupo de personas más vulnerables si contraen el coronavirus . Por eso hay que protegerla.
«La verdad es que ella sigue la misma tónica, antes ya salía poco, unos pasitos por la acera y poco más», explica su nieta, Dulce Moreno. Sin embargo, desde el pasado 13 de marzo Francisca ha permanecido en su casa, al cuidado de una mujer que es quien se encarga de limpiar, cocinar y asearla de domingo a viernes, pero sin la compañía de su familia.
«Esta mujer que la ayuda sale a hacer los recados más urgentes, como la compra y poco más, apenas sale de casa entre semana para evitar cualquier contagio», relata.
Con Francisca se están tomando todas las precauciones que pueden tomarse en esta circunstancia. Alta higiene, uso de guantes y mascarilla en su presencia, pero hay momentos en los que guardar la distancia es imposible para poder atenderla: las tareas necesarias implican una proximidad que no se puede evitar en absoluto. «Hay que ayudarla a bañarse, levantarla de la cama… tiene que haber mucho acercamiento», matiza.
Soledad
Aunque Francisca es consciente de la situación actual que atraviesa el país por el coronavirus no termina de entender por qué su nieta Dulce, por ejemplo, no puede ir a verla. «Hablamos por teléfono y ella me dice que si yo no estoy mala por qué no puedo ir a visitarla, que le diga a la Guardia Civil que mi abuela tiene cien años y que tengo que ir a verla», comenta con humor. «Ella no entiende que pueda contagiarla si no tengo síntomas», afirma su nieta.
Dulce explica que antes toleraba mejor la soledad, pues aunque estuviera más horas sola no le afectaba tanto como ahora. «Nota que no podemos ir diariamente a verla y eso le entristece», se lamenta sobre la situación. Las únicas visitas que sí recibe son las de sus tres hijos, que se turnan cada sábado para poder dormir con ella, porque esa noche libra su cuidadora. Y, aunque la acompañan por necesidad, no dejan de sufrir por poder contagiarla. «Mi madre tiene 75 años y también es paciente de riesgo, por lo que sólo sale a atender a mi abuela, a nada más. Pero aunque se proteja con la mascarilla no deja de tener miedo por ella», dice. En esos casos también los familiares.
A pesar de su avanzada edad, Francisca no ha sido sometida a ningún test de Covid-19, ni tampoco las personas que están en contacto con ella. De donde sí recibe un trato más dedicado estos días es del servicio de tele asistencia que la llama diariamente, incluso más que de costumbre, y le recuerdan que el botón rojo está operativo las 24 horas del día para atenderla en caso de que sufra cualquier problema de salud.
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