Coronavirus Córdoba

El testimonio de los curados de Covid-19 en Córdoba: «Volví a casa curada y lloré con mis hijos... a distancia»

Una enfermera, una médico, dos ancianos, un bombero y un deportista relatan para ABC cómo vivieron el contagio por Covid-19 y la reincorporación a su vida familiar

La lucha en la UCI: «En los últimos momentos eres tú quien acompaña al paciente y le das el último adiós»

Un trabajador sanitario traslada a una paciente, en uno de los accesos del Reina Sofía de Córdoba VALERIO MERINO

Rafael A. Aguilar

QUIZÁS lo más duro no fue la enfermedad sino el regreso a casa. L. es una enfermera del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba a la se le quiebra la voz cuando recuerda el momento en el que volvió a su hogar después de estar ingresada por coronavirus en el centro sanitario en el que trabaja. «Mi marido y mis hijos estaban esperándome en el porche y al vernos después de diez días ingresada solo pudimos mirarnos desde lejos y llorar juntos a dos metros de distancia: fue duro, muy duro, es duro, muy duro. Estaba deseando tocarles y abrazarles y, al verles, la impotencia me pudo, sobre todo porque sabía que me quedaban otros quince días de aislamiento dentro de mi propia casa». El testimonio de L. es uno del de los pacientes que se han curado de coronavirus y que han compartido su experiencia con ABC Córdoba —L. lo hace desde el anonimato—. El caso de esta enfermera de 40 años del principal complejo hospitalario de la provincia tiene el valor, además, de que ilustra acerca de cómo vive un profesional sanitario el azote de la Covid-19 en sus propias carnes.

«Mi contagio se produjo trabajando en mi hospital al entrar en contacto con pacientes contagiados por Covid y no llevar traje de protección adecuado: ingresé en el hospital por una neumonía bilateral, y he continuado mi recuperación en casa. Ya lo he finalizado y puedo besar y abrazar a mi familia, aunque me encuentro muy cansada: me falta el aire y tengo taquicardias de forma puntual aunque haga los mínimos esfuerzos». Muy crítica con la información que el Servicio Andaluz de Salud ( SAS ) le ha dado a los profesionales para evitar contagios y con los medios de protección a los que han tenido acceso, L. lanza un aplauso para los compañeros que la han atendido mientras estuvo hospitalizada. «Gracias a ellos soporté los terribles días de soledad en los que estuve ingresada. La soledad es lo más duro de esta enfermedad».

«Gracias a la ayuda de mis compañeros soporté los días terribles de la soledad», afirma una enfemera del Reina Sofía

Araceli Mármol personifica también cómo el personal sanitario ha sufrido la fuerza devastadora de la enfermedad. Médico del servicio de Urgencias del Hospital de la Cruz Roja de Córdoba desde hace 25 años, contrajo el mal al estar en contacto el 10 de marzo con un paciente que padecía diarrea. «En ese momento no eran obligatorias las medidas de protección que sí lo fueron poco después, pero de cualquier modo usé guantes al atender a esta persona para evitar el contagio de la diarrea. El caso es que a los dos días empecé con fiebre, y el enfermo de diarrea del que hablo dio positivo en Covid : me aislaron enseguida en casa, hasta que me llevaron a mi hospital porque la fiebre y los problemas respiratorios fueron a más», relata Araceli.

Sanitarios atienden a un paciente en la UCI IGNACIO GIL

El estado de la facultativa mejoró con rapidez y a los cuatro días regresó a casa: «Me he llevado un mes de la cama al sillón y del sillón a la cama: vivo en el campo y ni siquiera me apetecía dar un paseo afuera, y eran frecuentes los episodios de bajón anímico y físico, esa sensación de ahogo que no se va...». La facultativa coincide con la enfermera del Reina Sofía en que el aislamiento hace daño a la mente: «Mira que yo estaba ingresada en mi casa, en la Cruz Roja , pero eso de que los profesionales de enfermería solo pudieran entrar dos veces al día a la habitación y estar todo el tiempo sola, sin contactar con nadie... eso era como sentirte en una cárcel», se duele.

El tesón de un deportista

A José Baena, deportista y exjugador del club de balonmano Ángel Ximénez, le quedará también como una herida sin cerrar el desgarro de la soledad. «No sé cómo me contagié, lo que sé es que el día anterior a la declaración del estado de alarma [que se produjo el 13 de marzo] empecé a sentirme muy mal, muy cansado y con un dolor de cabeza que no se me quitaba. El malestar fue a más, la fiebre también. Me hicieron la prueba, di positivo y estuve una semana ingresada en el Hospital de Alta Resolución de Puente Genil . Después de mandaron a casa, donde he estado dos semanas aislado», resume.

José Baena, en un entrenamiento en casa tras su recuperación ABC

José, de treinta años y que vive solo, recuerda esos quince días con un regusto amargo, muy amargo. «Las dos semanas que pasé solo en mi piso fueron muy duras: mi hermana me dejaba la comida en la puerta, no tenía contacto con nadie y estaba preocupado por mis padres, que son mayores...», indica el deportista, que en cuanto empezó a mejorar vio en el ejercicio una tabla de salvación física y emocional. «Me puse pequeños retos de recuperación: ejercicios respiratorios y de estiramiento pectoral, y cada día hacía entre cinco y siete mil pasos en casa».

Baena, en el hospital ABC

Ahora, y una vez que las pruebas a las que se ha sometido han concluido que está libre de coronavirus, José se ha trasladado a casa de su hermana: «Ayuda estar en compañía, aunque sea solo para comer y para ver alguna serie en la televisión, porque el resto del día y de la noche lo paso aislado en una habitación y con unas medidas de higienes especiales», suscribe el exjugador de balonmano, que tiene ya fuerzas para hacer sentadillas y ejercicios de fuerza global.

Pero si con algún sector de la población se ha cebado el coronavirus ha sido con las personas mayores. Miguel Quesada, de 78 años y natural de Valenzuela , y Ana Cruz, de 75 y con residencia en Jaén , han superado la enfermedad gracias a la dedicación de los profesionales del Hospital Reina Sofía de Córdoba . «Mi padre ha vuelto a casa, tenemos que dar gracias, después de veinte días ingresado. Le dieron el alta el pasado martes y desde entonces está aislado en la segunda planta de nuestra casa: allí le llevamos la comida», declara su hijo Antonio. A Ana Cruz la intervinieron por un cáncer el 26 de marzo en el Reina Sofía y allí se contagió: «He estado muchos días en la UCI , ha sido duro, pero me alegro mucho de haberlo superado todo», explicaba la mujer a este periódico el pasado miércoles cuando esperaba a que la ambulancia que la iba a trasladar desde el complejo sanitario cordobés hasta su domicilio jiennense.

Un matrimonio de Puente Genil

Luis Fernando Gómez de Cisneros es otra persona mayor que ha protagonizado una historia conmovedora relacionada con la Covid-19. A sus 84 años, en la tarde del pasado jueves recibió el alta en el Hospital de Alta Resolución de Puente Genil tras 38 largos días hospitalizado por coronavirus. Se da la circunstancia de que la esposa de Luis Fernando, Pilar Ramos, también logró vencer la batalla al virus hace dos semanas. Con 79 años y tras 23 días hospitalizada en Puente Genil , recibió el alta. Estuvieron ingresados juntos en la misma habitación hasta que Pilar recibió el alta. El próximo 17 de mayo cumplirán 57 años como casados, toda una vida juntos.

Luis Fernando Gómez de Cisneros y Pilar Ramos ABC

Los trabajadores del Hospital de Puente Genil despidieron el jueves y tras esos 38 días largos en el centro al abogado Gómez de Cisneros, que abandonó las instalaciones visiblemente emocionado porque el camino hasta poder ganarle la batalla la Covid-19 ha sido difícil. «Los verdaderos luchadores son los profesionales que trabajan en los hospitales», ha comentado el letrado. La recuperación de Luis Fernando y su esposa Pilar Ramos ha sido recibida por los ciudadanos de Puente Genil como una gran noticia. El abogado es una persona que también ha estado siempre vinculada a la Semana Santa de Puente Genil.

En 1983 fue designado por la Agrupación de Cofradías como Pregonero de la Semana Santa de aquel año; fue hermano Mayor del Sepulcro y de la Virgen de las Lágrimas, y también perteneció a la Cofradía de la Virgen de las Angustias y a otras de Gloria como el Santísimo de Miragenil , Inmaculada Concepción y del Rocío. Además de ser pregonero en el año 1983, realizó el primer pregón del Jueves Lardero en 1991, el primer pregón del Rocío en el año 1985 y fue fundador de la revista «Anzur» o «El Pontón». En materia de política, estuvo ocho años como concejal y fue el primer teniente de alcalde del primer Ayuntamiento democrático, informa Alberto Gómez.

Un bombero de Priego, recuperado

Si la enfermedad ha enseñado algo es que afecta no solo a personas con problemas de salud previas o con una edad avanzada: el caso Jorge Reyes Gallardo, bombero con plaza en Priego de Córdoba, es un ejemplo. Nacido en Barcelona , cuando él tenía once años, sus padres se trasladaron a Priego , en 1975 , y en la localidad de la Subbética realizó sus estudios hasta culminar el Bachillerato . Posteriormente se presentó a las primeras oposiciones para bombero, donde en el año 1992 sacó su plaza. Desde entonces ha desempeñado su cargo como bombero y jefe de turno del servicio en Priego, donde ha vivido muchas intervenciones. Desde inundaciones a fuegos y accidentes de tráficos.

Desde que se dieron a conocer los primeros casos de positivos por el coronavirus, Jorge tomó muchas precauciones para protegerse del virus, pero ingresó el pasado 20 de marzo en el Hospital Infanta Margarita de Cabra con un cuadro de Covid-19. Tras pasar 19 días sometido a tratamiento en el centro sanitario, finalmente, el pasado Viernes Santo, como si de un milagro se tratase, recibió la feliz noticia por parte de su médico de que estaba ya recuperado tras dar negativo en un nuevo test que se le hizo.

Jorge Reyes Gallardo

«Cuando me metieron en la habitación y me aislaron, al principio pensé que se trataba de algo lógico y que lo iba a asumir bien, pero según pasaron los días la menta se va hacia la locura y más viendo todo lo que va pasando a tu alrededor», indica. «En esos días en que estás solo tienes que ser tu propio psicólogo y hablarte a ti mismo y dominar esos pensamientos tan malos que te vienen en esos cuatro metros cuadrados: es un calvario».

José se recupera satisfactoriamente en la actualidad se recupera satisfactoriamente en su domicilio libre de carga viral alguna, aunque aún sigue haciendo ejercicios de respiración. «Estoy deseando coger un ritmo normal y acudir a su parque de bomberos de para trabajar por los demás», informa Manuel Osuna.

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