Coronavirus en Córdoba

Solidaridad frente al coronavirus: «Las monjas fabricamos mascarillas porque nadie nos las da»

Mujeres de Doña Mencía elaboran material textil sanitario para repartirlo entre comerciantes y la Policía Local

UNa hermana de la consolación cose una mascarilla ABC

R. A. / M. B. / F. O.

Una de las cuestiones que preocupan más las comunidades religiosas que están a cargo de residencias de ancianos es que no disponen de material de protección suficiente para tratar con los mayores, que son población de riesgo. Es el caso de las h ermanas de la Consolación de Córdoba , que están a cargo de la residencia de Los Dolores , por ejemplo.

«Tenemos las mascarillas justas y no sabemos para cuántos días nos darán, así de que estamos haciendo mascarillas nosotras, de tela», indica la directora de la citada residencia, María Isabel Olvera.

Una mujer de Doña Mencía elaborando una mascarilla Marta Baena

A vender legumbres

Otra historia singular es la de un empresario egabrense cuya identidad ha preferido ocultar que en estos días de confinamiento se ha visto totalmente desbordado ante la gran demanda de los productos que distribuye: legumbres . Casualmente a finales de la pasada semana llenó el almacén de las distintas variedades que comercializa: lentejas, habichuelas, garbanzos, almendras… sin saber lo que se le venía encima.

Y es que desde el lunes lleva recorridos gran cantidad de kilómetros repartiendo por los distintos pueblos de la Subbética, aparte de la campiña (como en Montilla, Baena o Castro del Río) , toneladas de legumbres, casi sin respiro y con poca ayuda ya que el empleado que dispone y que suele acompañarle en los repartos se ha visto obligado a hacer otra ruta con otro de los furgones, entre otros motivos por la prohibición de que circulen en un mismo vehículo dos personas.

Su teléfono prácticamente echa humo con nuevos pedidos a los que atender mientras intenta contar su caso a ABC . Y es que en tan solo tres días ha repartido unos 70.000 kilos de producto, siendo los garbanzos lo más solicitado por sus clientes, en su mayoría pequeñas tiendas de ultramarinos . Pese a los buenos resultados que esta situación le ha generado, el empresario teme el parón que pueda producirse en su sector una vez que concluya el confinamiento. Y es que en estos momentos las despensas están abarrotadas de un producto no perecedero que en algunos domicilios suele tardar semanas en consumirse.

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