Coronavirus Córdoba
Los profesores ante la vuelta a clase en Córdoba | «Necesitamos recursos económicos y humanos»
ABC da la voz a los docentes que tendrán que afrontar la educación presencial desde el 10 de septiembre
La vuelta al colegio arranca los próximos días 10 de septiembre ( Primaria ) y 15 ( Secundaria ) con muchas incógnitas y preocupación entre todos los implicados. Especialmente entre los profesores, un colectivo que teme los contagios y que se queja sobre todo por la premura y lo que consideran pocas precauciones. ABC da la voz a varios profesores de diferentes etapas escolares.
Rafael Cabello (IES Guadalquivir)
En un instituto con alto nivel de absentismo escolar y un alumnado con familias, en su mayoría, de escasos recursos económicos, el retraso de la toma de decisiones hasta los momentos previos del inicio del curso, puede ser muy perjudicial. Es el caso del Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) Guadalquivir . Los docentes de este centro, como Rafael Cabello Trujillo , viven aún con mayor incertidumbre el que ya de por sí es el inicio de curso más complicado debido a la crisis del coronavirus. Cabello y el resto de docentes del centro no saben «lo que se van a encontrar» en la vuelta a las aulas. Rafael Cabello , profesor de Matemáticas de Secundaria, ya cuenta con la «experiencia piloto» de marzo, cuando la asistencia empezó a reducirse hasta el cierre total de las aulas. Por eso, se muestra «más preparado» y, junto al resto del equipo docente, pondrá en marcha «el plan a o el plan b, según el nivel de absentismo y de contagios», explica Cabello. Lo fundamental para él, resalta el profesor, «es poder a daptarte lo mejor posible a las necesidades de los alumnos para que el las consecuencias negativas de esta situación tengan el menos impacto posible en ellos».
Juan Manuel Ruiz (Séneca)
El caso del Instituto Séneca también es complicado. El centro cuenta con más de mil alumnos repartidos por sus aulas y, ante tal afluencia, al profesor de Filosofía y Psicología, Juan Manuel Ruiz García, le generan mucha inquietud las precauciones sanitarias que se puedan tomar. Este docente explica que el Séneca ya se ha encargado de pintar las señales indicativas en clases y pasillos. También se han habilitado los espacios comunes, para dividir a cada grupo de alumnos de cada curso. «Sabiendo cómo es la gente joven, la necesidad de contacto y relacionarse que tienen, me genera inquietudes el hecho de que eso se vaya a cumplir », opina al respecto Juan Manuel García. También ve inviable el disponer las clases de manera que se respeten las distancias de seguridad, más aun cuando case clase consta de 30 alumnos y espacio insuficiente para separarlos según la distancia establecida. «Lo que más inquietud me crea», declara al respecto el docente, «es que haya una normativa en la que se regule que en una terraza no pueda haber más de 10 personas sentadas en una mesa, y pretendan que el profesor se meta en clase con 30 alumnos en una clase e imparta 6 horas al día». Todavía no alcanza a comprender cómo va a lograr el centro «que 1.000 personas no se junten entre ellas». Para el profesor, «esto es imposible». También le supone una preocupación el aspecto de la limpieza y desinfección de las aulas. Ruiz García explica que «los alumnos a menudo tienen que cambiar de clase para dar una asignatura y entre una clase y otra se supone que se debe limpiar y desinfectar el aula, pero las limpiadoras tienen un horario laboral, así que será necesario invertir en nuevo personal para garantizar la seguridad sanitaria del alumnado».
Prosigue Juan Manuel Ruiz: « También propusieron dar clase en el exterior , pero es una locura. ¿Cómo van a salir cientos de personas al exterior a dar clases? No sabe nada de la organización del inicio del curso. Creo que una solución sería la asistencia partida . De una clase de 30, que asistan una semana unos y la mitad la otra. Yo no quiero quedarme en casa dando clases porque me ha supuesto, igual que a mis compañeros, muchos quebraderos de cabeza. Pero tal y como va esto, creo que tendrían que plantearse reducir la frecuencia de asistencia ».
Marta Doblas (IES Alhakén II)
A Marta Doblas , profesora desde hace más de dos décadas (ahora imparte Música en el Alhakén II ), le preocupan varias cosas. Asegura que «frente a esta pandemia no controlada mi principal preocupación es la inviabilidad para aplicar con seguridad el protocolo Covid ». Son muchas trabas las que ve esta profesora, como el aumento de la ratio en 4° de ESO (más de 30 alumnos) y en 1° Bachillerato (más de 35 alumnos); la imposibilidad de mantener la distancia mínima de seguridad de 1,5m (la distancia real perimetral entre alumno y alumno es de 70 centímetros en el aula) en su centro, sostiene; pasillos de solo dos metros de ancho; la gestión de los recreos, sobre todo en caso de «meteorología adversa»; o incluso « problemas de disciplina que podría generar la obligatoriedad del uso de mascarilla». Además, Marta Doblas asegura que esta semana aún no se había recibido en su centro nada del material prometido por la Junta, como los dispositivos informáticos para los profesores o las mascarillas.
La preocupación de Marta Doblas se agrava por su situación personal. Padece diabetes por lo que está en «situación de vulnerabilidad», pero pese a ello se ve obligada a incorporarse «de manera presencial en las mismas condiciones que el resto».
Lourdes Carmona (Trinitarios)
Lourdes Carmona , filóloga de 44 años que estudió en Las Esclavas de Córdoba , imparte clases de Lengua Española y Literatura en Secundaria en Los Trinitarios de la capital. A lo largo de más de 20 años de carrera profesional, «nunca he vivido momentos tan delicados y tan desconcertantes a la vez» , asegura. Lo que le preocupa es «la incertidumbre que se está generando tan sólo unos días antes del regreso a las aulas». Sobre el papel, manifiesta, «todo está más o menos claro, evidenciado, programado... pero la realidad va a marcar nuestro día a día». Los protocolos que tiene que elaborar cada centro educativo son «un documento vivo que tendremos que actualizar cada poco tiempo, cuando los cambios de la situación epidemiológica así lo requieran, pero, por otra parte, estamos muy necesitados aún de recursos económicos y humanos . Nadie nos ha solucionado este tema de manera concreta hasta este momento». Por todo ello, Lourdes se pregunta: «¿Cuánto tiempo más tendremos que esperar?».
Mari Ángeles Pastor (Al Ándalus)
Mari Ángeles Pastor es profesora de Inglés de Primaria en el colegio Al Ándalus, lleva 13 grupos completos y le preocupa que con la mascarilla no se entiendan bien las clases en otro idioma. Afirma que «los docentes tenemos muchas dudas y sentimos miedo ». Sin embargo, también tiene «confianza y esperanza en que todo va a ir bien porque los maestros siempre hemos colaborado mucho entre nosotros ante cualquier situación anómala. Esta vez no será distinto y haremos lo que tengamos que hacer, igual que hemos estado trabajando mucho desde casa con nuestros ordenadores. Creo que la docencia así lo requiere. Al ser una profesión tan humana, no puedes mirar para otro lado ».
Mari Ángeles todavía recuerda la cantidad de trabajo extra que tuvo que asumir cuando la enseñanza se impartió de forma telemática. «Los docentes tenemos muchas ganas de prevenir, de facilitar la asistencia presencial en la medida de nuestras posibilidades. Tenemos que facilitar a los alumnos la respuesta inmediata, la atención que necesitan. Porque la vía telemática lo cubre hasta un punto . Con el confinamiento me daban las 4 de la mañana corrigiendo trabajos de 317 alumnos. Nuestra profesión no es viable sin la asistencia presencial », declara.
Álvaro Cámara (Sagrado Corazón de Sevilla)
Por su parte, el cordobés Álvaro Cámara da clases de Primaria en el Sagrado Corazón de Sevilla, aunque trabajó mucho tiempo en Córdoba. Considera que «nos enfrentamos a un gran reto. En mis 36 años de vida, no he vivido nada parecido. Es difícil tener controlado todo en esta situación tan anómala, yo diría que casi imposible. Espero que la situación no se descontrole ». Una de las cuestiones que más preocupa a Álvaro es que se contagien los niños de su colegio, así como su familia. Y recuerda, con buen criterio, que «nadie está fuera de riesgo, ni siquiera yo, aunque sea joven».
Además, «también me genera muchas inquietudes el modo en el que voy a llevar mis clases. Normalmente, siempre enfoco la docencia de modo que haya mucho contacto entre todos los niños. Siempre los siento en grupo. Ahora, todo eso voy a tener que estructurarlo, claro. Enfocaré el trabajo de manera individual , intentar separar a los niños dentro de lo que me permitan los límites de la clase. Pero eso no está en ninguna norma, sino que entra dentro de mi lógica como persona y docente».
María (Educación Especial)
Un caso singular es el de María -nombre ficticio-, una profesora cordobesa a punto de jubilarse que prefiere no identificarse y que da clases de refuerzo en primaria para niños que se quedan rezagados en los estudios. Pero además, y aquí radica su mayor problema, también imparte clases de apoyo para niños con dificultades de aprendizaje , que deben ofrecerse en un aula aparte y en las que el contacto físico directo es prácticamente inevitable. De lo contrario, estos niños no asumirían la enseñanza. María explica que «estamos solamente el alumno y yo. Por ejemplo, tengo una niña con síndrome de down a la que ayudo a que mejore la lectura y escritura. Para ello he puesto en marcha un sistema de juego con tarjetas que he fabricado , así ella aprende con más facilidad, porque piensa que es un juego. Pero claro, ahora con esta situación, no tengo ni idea de cómo voy a dar mis clases , sin el contacto con el alumno, sin poder estar cerca ni usar medios materiales. Porque dada mi avanzada experiencia, eso es a lo que estoy acostumbrada. Las nuevas tecnologías no son lo mío ».
De hecho, durante el confinamiento María reconoce que tuvo que emplear a sus compañeros como intermediarios, para que le hicieran llegar las tareas y actividades a los alumnos de refuerzo y apoyo.
Ante la vuelta al curso escolar, para lo que quedan apenas unos días, María aún no sabe muy bien cómo se van a articular sus clases, y eso que éste será su último año como maestra antes de jubilarse. Concluye que «no sé cómo lo voy a hacer ni qué me van a recomendar que haga. Mi trabajo con estos niños es muy directo. El martes empiezo y me dirán cómo lo voy a hacer. Puede parecer que lo que hago es muy básico, pero necesita dedicación. Puede parecer simple, pero es sacrificado. Aunque también resulta gratificante ver a los niños avanzar».
Noticias relacionadas