Coronavirus Córdoba

Pedro Abad, la inquietud de un pueblo 'desierto' por la tasa de incidencia más alta de Córdoba

Hay locales y comercios cerrados por la situación pandémica y los vecinos lamentan la quinta ola con los jóvenes en la diana

Una calle principal de Pedro Abad, vacía, este sábado al mediodía, con varios comercios cerrados Álvaro Carmona

Javier Gómez

Pedro Abad «está desierto » por «culpa del coronavirus » y por «el calor», es la primera reflexión de María Ángeles Cortés, una vecina de la localidad del Alto Guadalquivir que hace una excelente radiografía de la situación. Una mañana en el pueblo con mayor tasa de incidencia de la provincia de Córdoba confirma plenamente esa sensación. La localidad perabeña , por miedo y respeto al Covid-19 , está vacía, sus calles solitarias, muchos de sus locales comerciales, hosteleros, hoteleros y de ocio están cerrados por voluntad propia para evitar que la expansión del virus siga entre sus habitantes. El pueblo está casi autoconfinado .

Los datos de la quinta ola de la pandemia en Pedro Abad son escalofriantes para un municipio que no alcanza los tres mil habitantes, 2.815 en concreto, según los datos oficiales del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA). Tiene la tasa de incidencia disparada hasta los 3.374,8 casos por cada 100.000 habitantes. Acumula 95 positivos en los últimos 14 días, y la sensación no tiende a remitir porque de ellos ya acumula otros 46 en la última semana. En total ha tenido 312 infectados durante la pandemia, uno de cada tres en este último mes. Más del 10 por ciento de la población ya se ha contagiado.

Los vecinos de Pedro Abad , en declaraciones a pie de calle a ABC , explican en tres factores las posibles causas del actual foco de los contagios. Por este orden y con plena mayoría del primer argumento citan como responsables las fiestas de graduación y botellones de los jóvenes , la hipótesis de los contagios por la fábrica de pollos debido al importante número de trabajadores (con muchos matices en este caso) y la opción de la llegada de personas de fuera por las vacaciones.

Encerrados por temor

Pedro Abad vive a medio gas. Los positivos que están en sus casas, los confinamientos por contactos estrechos y el autoconfinamiento por el miedo a coger el Covid-19 hacen que el pueblo «esté desierto », reitera María José Galán mientras encala la fachada de su vivienda. Esta vecina reconoce que «estamos encerrados en casa» por la situación, ya que la mayoría de la población «estamos preocupados» por el virus.

No hay perabeño que no lamente que el pueblo «está vacío» , como recalca el señor Rodríguez a la puerta de una peluquería. Antonio Sánchez, propietario de este centro de estética, insiste en que las personas «está asustadas» con la incidencia del virus. En este sentido, María Navarro, una de las personas que regresan al pueblo por vacaciones , explica que, pese al temor, se queda con que «la mayoría de la gente está siendo responsable y se protege; salimos con mascarillas como nos ha pedido la alcaldesa» e insiste en la idea de que «no hay gente en las calles» por voluntad propia.

Otra vía de Pedro Abad semidesierta y con persianas bajadas Á. C.

La sensación de autoconfinamiento es brutal. Hay alguna tienda cerrada, también otra peluquería, diferentes comercios, un hotel y varios bares y restaurantes, algunos habituales para celebraciones. Además, el «pabellón municipal está cerrado», como «el bar de la piscina por la noche» y «los parques infantiles», explica Paqui Baena, quien recalca, sentada en la puerta de su casa, que «hay muchas cosas cerradas por voluntad propia». El Ayuntamiento de Pedro Abad emitió un bando para cerrar los parques infantiles y zonas de juego, así como algunos espacios públicos con alto riesgo de contagios.

«La gente se ha autoconfinado », admite el Pedro Cabello en la puerta del taller de su padre del mismo nombre. El chaval ya ha estado «cinco veces confinado por contactos estrechos, pero siempre he dado negativo», por lo que reconoce que la gente «lo está pasando mal» por este repunte.

Los jóvenes, en el disparadero

Sobre las causas, la mayoría opina que son «las fiestas de graduación de los jóvenes », como aseguran Galán y Rodríguez, así como «los botellones», según añade Diego Ramos, un hombre mayor que nos habla en su casa desde la reja de una ventana. «Hay que controlar eso», explica. Casi no hay persona que no se refiera a ellos.

Frente a los que señalan a los jóvenes como foco de la expansión, Cabello, conocedor de la situación, matiza con argumentos que «somos un pueblo pequeño , donde todos nos conocemos y todos nos juntamos con todos, por lo que la propagación es más rápida que en otros lugares».

También hay quien sostiene como Sánchez que «puede influir la fábrica de pollos », aunque Cristóbal Ruiz le quita hierro a esa opción porque «es normal que haya casos en un lugar donde trabajan 400 personas, pero no creo que se originen allí», comenta a pie de un estanco.

Mientras, Paqui Cortés, frente a la idea de que el foco venga de la fábrica de pollos, relativiza esa vía porque «yo soy trabajadora de allí y las medidas de higiene y seguridad para evitar los contagios que hay allí no las he visto en ningún sitio ». Además recuerda que «trabajamos casi 500 personas y sólo cien somos del pueblo, así que si viniera de allí ¿qué pasa con los trabajadores que son de otros pueblos». A juicio de su amiga Cortés, «quizás puede ser por la nueva cepa (Delta) », apunta, «porque antes se contagiaba una persona de una familia y ahora si alguien lo coge en una casa, se contagian todos».

La señora Navarro desliza la idea de que «la población aumenta con gente de fuera durante el verano, pero creo que todos estamos siendo responsables para evitar que los casos se extiendan por el pueblo».

Preocupación

Ante la situación que se vive en Pedro Abad , hay «respeto» a la pandemia, admite Rodríguez. La sensación creciente de la mayoría de los habitantes perabeños es que «hay miedo», como indica María José Galán. También admiten las amigas Cortés y Baena que las personas de Pedro Abad están viviendo está quinta ola «con preocupación » porque la gente ya está «muy cansada de la situación», a pesar de que están concienciada «y la mayoría se ha autoconfinado».

Es curioso, pero durante toda la mañana no vemos a ningún niño . Nadie que parezca menor de 18 años en las calles. Los parques están cerrados por orden de la alcaldesa. Las zonas de juegos también. El panorama, acompañado por la ola de calor, es desolador por cualquier calle. Muchos bares aún con las persianas bajadas . Y de los que están abiertos, que se cuentan con los dedos de una mano, sólo encontramos una mesa ocupada. Y todo porque «claro que hay temor», concluye el señor Ramos.

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