Coronavirus Córdoba

Coronavirus por barrios en Córdoba | Parque Cruz Conde, donde «la gente vive estupendamente»

La zona al oeste de la ciudad está habitada en su mayor parte por personas mayores que conviven en un oasis de tranquilidad

La crisis del coronavirus en el Parque Cruz Conde de Córdoba, en imágenes

Una mujer camina con su perro y bolsas de la compra por el Parque Cruz Conde esta semana Valerio Merino

Rafael Verdú

El 10 de marzo llegó oficialmente a Córdoba el coronavirus Covid-19 . Ese día las autoridades anunciaron el primer caso confirmado en la ciudad: se trataba de un estudiante italiano que había acudido a Córdoba a visitar a su novia, estudiante de Erasmus en la Universidad de Córdoba. La chica residía en uno de los barrios más tranquilos de la ciudad, el Parque Cruz Conde , que sigue siendo 45 días después un oasis de calma y tranquilidad. Aquí, todos los vecinos coinciden en señalar el amplio respeto que hay por las normas de confinamiento. Nadie sale de casa si no es imprescindible, y eso se nota en toda la barriada, en la que abundan los pequeños comercios hoy en su mayoría cerrados .

No es el caso de la carnicería Carmona , donde el matrimonio de Antonio y Dolores conversa animadamente con clientas de toda la vida a las que conocen por su nombre de pila. Como Loli, que «llevaba diez días sin venir» y piensa hacer una compra grande para «procurar no tener que salir todos los días». Los vecinos, afirma Antonio desde el mostrador, se llevan lo mismo que antes, a saber: pollo, ternera cerdo y los avíos para el cocido . Pero en más cantidad, por lo que la carnicería Carmona ha notado un repunte en las ventas desde que comenzó la crisis motivada, explica el matarife, «porque la gente tiene miedo de ir a las grandes superficies» por la masificación.

«En este barrio somos poquitos, y además con personas muy mayores» , sentencian Antonio y Dolores, lo que explica la tranquilidad que se respira en el Parque Cruz Conde. Esa particularidad del barrio le da también «mucha calidad de vida» , apostillan, con vecinos que «están siendo muy civilizados» en el respeto a las normas del confinamiento.

«Vivir estupendamente»

Coincide en su valoración Rafael, un encargado de mantenimiento de una urbanización del barrio que se afana en podar setos y árboles tras varias semanas de abandono. Ha vuelto al tajo esta misma semana y se queja de «cómo está todo ahora mismo, por culpa de las restricciones». Al margen del estado de los jardines -un problema que no se da sólo en el Parque Cruz Conde -, Rafael valora que «aquí la gente vive estupendamente» gracias a la tranquilidad , lo que hace que «por la tarde sea raro que salga nadie». Y recuerda que antes no era así, por la proliferación de estudiantes que ahora se han ido a Rabanales. El jardinero sólo tiene una queja: el precio de la cerveza , «y eso que yo sólo bebo sin alcohol», que según sus cuentas ha subido casi el doble . «Están pegando unos ‘palillazos’ en los supermercados...», resume gráficamente.

En la puerta de una pequeña tienda de barrio espera Buenaventura , un hombre a quien se le adivina una edad avanzada bajo la mascarilla. Acude a comprar un par de veces por semana «a por lo necesario» , mientras su mujer espera en casa. «La tengo castigada», bromea, al tiempo que se alegra de que «ya está cambiando el tiempo» . Otra clienta espera su turno fuera guardando las distancias de seguridad. De nombre Prudencia , lleva 45 años en el barrio y, como todos los vecinos, valora desde su experiencia que « este barrio siempre ha sido muy tranquilo . Si queríamos fiesta, nos íbamos al centro». En el Parque Cruz Conde lo tienen muy cerca, al igual que los grandes centros sanitarios de la ciudad y otras infraestructuras como el pabellón de Vistalegre o el complejo deportivo del Fontanar , ahora cerrado a cal y canto y con sus pistas esperando el retorno de la actividad deportiva.

La clínica veterinaria Veta es una de las que sigue abierta en la ciudad, en un recodo de la calle Doctor José Altolaguirre , una de las pocas vías de Córdoba con trazado semicircular. Allí esperan varios clientes con sus mascotas. Una joven porta en los brazos un perro sin raza con la mitad del cuerpo envuelto en gasas. Lo atacó otro can en una parcela uno de los días de confinamiento, y por ello su dueña no pudo ir a rescatarlo -lo hizo una protectora de animales-. Dentro de la clínica, otra clienta, Inma , intenta calmar a su bulldog para administrarle una vacuna. El animal no se deja. No sabe que su dueña, y con ella el resto de la humanidad, pugnan hoy por descubrir otra vacuna, la del Covid-19 , que permita volver a la normalidad.

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