Coronavirus Córdoba
El paraíso del sol perimetral de Córdoba
El buen tiempo y la inminencia de los días libres la Semana Santa llenan la calle, sobre todo del centro, con una afluencia masiva a los espacios exteriores de los locales de restauración
Municipios confinados, incidencia, restricciones y medidas contra el Covid en la provincia de Córdoba
![Clientes de un bar de la avenida de Barcelona](https://s3.abcstatics.com/media/andalucia/2021/03/28/s/terrazas-cordoba-noticia-k1gD--1248x698@abc.jpg)
EL paraíso es un rayo de sol , la espuma de la cerveza , la intromisión de la conversación del desconocido de al lado, uno que pasa y que no ves hace siete meses y te levantas a darle un abrazo . «Bueno, perdona, con un codazo nos tenemos que conformar. ¿Cómo te va la vida? Si es que esto es vida».
La cuarta ola asoma la patita, la gente lo sabe, que esto es un juego peligroso, que en cualquier momento la cosa se tuerce y volvemos a las andadas, con la primavera llamando a las puertas de los corazones heridos y hastiados y solo con la posibilidad de disfrutarla de lejos.
Porque fuimos seremos , a pesar del cansancio , dice la canción de moda, y hay quien se lo ha tomado en serio. Todos a la calle. Ése es el grito de guerra. Pase lo que pase. Haya vacunas o no. Si no va a haber procesiones, si la visita al apartamentito de la playa va a tener que esperar (otra vez) al menos el velador no está prohibido, o no del todo. Así que esa mesa libre en la trasera de San Miguel , en la plaza de San Agustín, en la esquina de la avenida de Barcelona que va a dar a los Padres de Gracia son las tablas a las que se agarran los náufragos de este año de penuria para ver cómo pueden alegrarse la vida. Aunque sea un ratito, lo que dura una caña y una taza de caracoles.
'Échate pá allá'
Justo en San Miguel hay un bar, uno muy pequeño, que lo dice todo de lo que estamos viviendo. ‘Échate pá allá’ , dice su rótulo. Más que el nombre de un establecimiento de restauración —parejo a las decenas que florecieron con la crisis de 2008, esos con un interior diminuto y el negocio concentrado en el exterior—, la leyenda parece una orden. Y las órdenes están para hacerle el caso que cada uno quiera. A la hora del aperitivo de ayer apenas nadie miraba el cartel. A mí que me registren, venían a decir con sus caras los clientes de la céntrica plaza. Ya es sabido que cada cual lleva dentro de sí, y desde hace meses, un epidemiólogo, un médico intensivista, un economista experto en apagones financieros. «Lo que yo te diga, Manolo . En julio estamos bañándonos en Málaga, con la familia allí y nosotros yendo y viviendo entre semana. A esto le quedan dos días. Tú hazme caso», es escucha en las mesas de El Pisto .
Más catedráticos . Un grupo de jóvenes en San Nicolás . «Apaga el cigarro que el humo que te sale de la boca es un aerosol y por eso transporta el coronavirus. Lo he escuchado en la tele», se queja una chica. «De eso ni hablar. Lo que tengo claro es que para una vez que nos dejan salir no me voy a privar de nada. Que me detengan», responde su interlocutor. Todos ríen, menos la chica que riñe. «Aquí os quedáis. Con la salud no se juega. Adiós», se despide.
La tragedia del molusco
Pero si hay una tragedia urbana es la de los puestos de caracoles. «Son las diez y cuarto, lo sentimos pero ya no podemos servirle de los gordos, ni de los chicos tampoco», contestaba una de las encargadas del despacho de moluscos del Alpargarte el viernes por la noche. «A las once tenemos que estar en casa. Si quiere le pongo un cuenco de plástico y se lo lleva», añadía. La barra de metal portátil estaba vacía, a diferencia de la de la plaza de La Magdalena , el templo esta tradición cordobesa que eleva a un arte la imposible práctica de sorber y soplar a la vez. Imposible en otros lugares, no aquí, que en algo tenemos que ser los primeros. «Por favor, gente, se me echan para atrás y se me distancian. Que caracoles hay para todos. Se me calman y me van pidiendo de uno en uno. Y separaditos. Que como vengan los municipales no quiero problemas», indicaba uno de los camareros. Iban a dar las nueve de una noche fresca y agradable del inicio de una primavera que parecía como las de siempre. Pero no.
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