Coronavirus en Córdoba
«Que ningún estudiante pierda el curso»
El doctor en Derecho Herminio Padilla critica la decisión de la UCO de rechazar los exámenes presenciales
Lo inició el Gobierno , lo secundaron las comunidades autónomas, llegó a las universidades, y hasta las secciones sindicales de enseñanza están de acuerdo: «Que ningún estudiante pierda el curso» . Este argumento es perfectamente entendible si de lo que se trata es de que, suprimida la clase presencial, puedan facilitarse de forma gratuita recursos informáticos al alumnado que tenga dificultades para seguir la docencia «on line». Según la Universidad de Córdoba, que ha encuestado a un total de 4.238 alumnos de grado y posgrado, el porcentaje es bien bajo: solo un 0,4 por ciento no dispone de conexión a Internet. La objeción surge cuando lo que se pretende es dar un aprobado general, aunque sea camuflado, bajo un sistema de evaluación continua «on line».
Si ya las universidades públicas de Andalucía se precipitaron el pasado 1 de abril al dar por finalizadas las clases presenciales en lugar de ir evaluando la situación conforme se fuera prorrogando el estado de alarma, en el Consejo de Gobierno extraordinario y urgente de la Universidad de Córdoba (UCO) de este pasado 14 de abril se ha ido un paso más allá y se ha decidido rechazar frontalmente la posibilidad de realizar la evaluación de forma presencial , bien que se pudiera haber hecho modificando fechas y con medidas preventivas apropiadas (julio, agosto, y aún septiembre).
En lugar de ello, y como recoge ABC Córdoba en su edición de hace unos días al hacerse eco de este acuerdo del Consejo de Gobierno extraordinario, propone un sistema en el que se debe priorizar la evaluación continua para medir los resultados de aprendizaje, y en los que el examen final , la verdadera prueba de fuego, no puede ser mayor del 50 por ciento de la ponderación que se haga con esas actividades de evaluación continua «on line», recomendando incluso la propia Universidad que no supere el 40 por ciento.
Puesto que no hay nota mínima en esa ponderación señalada, ello significa que el alumno que saque, por ejemplo, en el examen final un 2, y que obtiene en las actividades de evaluación continua (esas que hace en casa, no ya con el libro delante sino con la ayuda de quienes saben, pues los grupos de WhatsApp funcionan muy bien a estas alturas) un 8, superará la asignatura. Ni siquiera la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior (el llamado «plan Bolonia» ) se atrevió a tanto cuando irrumpió en nuestras vidas.
También la forma de evaluar conocimientos al alumnado entra dentro del derecho fundamental a la libertad de cátedra. Desconozco si quienes están en gestión, por eso de dar poca o ninguna docencia , están en la realidad de lo que ocurre diariamente con nuestros alumnos en las clases y en los exámenes. Si no se les obliga a asistir beneficiándoles en la nota final, como es mi caso, un porcentaje muy elevado prefiere estar en la cafetería , o en cualquier otro sitio antes que en el aula (ahí están las encuestas, si se compara el número de encuestados con el de matriculados).
«Pinganillos»
Y en los exámenes en la Facultad de Derecho llevamos años luchando contra el uso de pinganillos y similares sistemas de copieteo. Las anécdotas son… para escribir un libro. La situación llegó a ser tan grave que, en julio de 2016, fue el propio Consejo de Gobierno de la Universidad de Córdoba el que aprobó un reglamento de convivencia en cuyo articulado se prohíbe expresamente el acceso de los estudiantes a los recintos donde se celebren pruebas de evaluación presenciales portando cualquier dispositivo electrónico que permita la comunicación o almacenamiento de datos. Hoy, papel mojado.
Pese a que mi docencia virtual me lleva bastante más tiempo que la presencial , en estos días no he podido evitar sonrojarme cuando, como colectivo, se nos felicitaba por rectores, decanos, directores de departamento, secciones sindicales de enseñanza…, casi a modo de «héroes» por hacer, ni más ni menos, que nuestro trabajo , bien que haya sido con la dificultad de adaptarnos a las nuevas tecnologías.
Cómodamente sentados en nuestros despachos frente al ordenador, sin riesgo a ser contagiados , cobrando puntualmente a fin de mes la nómina -por ahora completa-, y sin vernos despedidos de nuestros empleos ni sometidos a ningún expediente de regulación temporal de empleo. ¡Vergüenza, de verdad! Los estudiantes universitarios, ahora más que nunca, deberían imitar el esfuerzo de los opositores, como los de judicatura, a quienes en su modo de vida no ha afectado el coronavirus por estar seis días a la semana encerrados en casa estudiando, cantando sus temas semanalmente ante su preparador (por videoconferencia, eso sí), y a quienes no les regalarán el aprobado con actividades «on line» hechas fulleramente en grupo pues se tendrán que examinar, presencialmente y de forma individual, ante sus tribunales, cuando corresponda, y aunque haya que retrasar las fechas de sus exámenes.
Herminio Padilla es doctor en Derecho y profesor de la UCO
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