Coronavirus Córdoba
Negocios imposibles en Córdoba en tiempos del Covid-19: la fórmula para reinvertarse
Ocio infantil, bares de copas y música, gasolineras y hoteles son ejemplos de actividades que siguen aún muy restringidas
Que la crisis del Covid-19 ha afectado a casi todos los sectores económicos del país es una realidad que todo el mundo conoce. Se han salvado los negocios relacionados con la venta de alimentos o con la salud, y poco más. Pero el impacto de la crisis también ofrece matices según el tamaño de las empresas. ¿Puede aguantar lo mismo una gran empresa con miles de empleados que una pyme con menos de cinco? ¿Cómo se adaptan unas y otras? Mucho se ha hablado sobre las líneas maestras de la crisis y su afección a determinados sectores, pero para conocer la opinión de las pequeñas y medianas empresas, que al fin y al cabo son la columna vertebral de la economía cordobesa, ABC ha consultado a varios empresarios cuyos negocios han pasado por enormes dificultades. Algunos ni siquiera han podido abrir aún, a expensas de lo que dicten las normas de la desescalada o de que se reactive la demanda.
Todos los empresarios consultados por este medio comparten una idea: es necesario reinventarse para sobrevivir, o al menos buscar alternativas de negocio, por pequeñas que sean, que animen el consumo. Ninguno de ellos ha pedido el acceso a subvenciones a fondo perdido, aunque algunos sí han conseguido apoyo económico público de un modo u otro. Más bien piensan en cómo reactivar la demanda o, si eso no fuera, incluso se plantean cambiar el negocio por completo. Pero por lo general se muestran esperanzados en el futuro, a pesar de las pérdidas que ya han sufrido.
Ahí está, por ejemplo, la posibilidad de transformar un parque de bolas para niños en un local de alquilar para larga duración; la adaptación de una sala de conciertos para poder ofrecer servicios tradicionales de hostelería hasta que se abra la puerta para la música y los músicos; la ampliación de una gasolinera para ofrecer al cliente un nuevo punto de venta ; o los descuentos y el cambio de modelo «para mejor» que se avecina para el dueño de un pequeño establecimiento hostelero. Ninguno tira la toalla.
Francisco Muñoz (gasolinera Petrol&Go)
Las estaciones de servicio fueron probablemente uno de los negocios más afectados por el estado de alarma. El Gobierno las declaró como esenciales por lo que no podían cerra ni acogerse a medidas como los ERTE ; había que mantener la cadena de suministros operativa y para eso hacían falta las gasolineros. Sin embargo, más allá del transporte de mercancías, todo el tráfico por carretera se paralizó. No había clientes suficientes para mantener la rentabilidad, hasta que el Ejecutivo permitió su cierre tiempo después. «Hemos tenido que estar dos meses abiertos para demostrar que teníamos pérdidas», afirma Francisco Muñoz, gerente de la cadena que posee una gasolinera en el Polígono Pedroches.
La reducción de la movilidad, que dejó al país parado casi por completo, conllevó una caída de los ingresos en porcentajes similares. Muñoz estima que al inicio fue de en torno al 90 por ciento. Conforme se iban abriendo nuevas fases de la desescalada, también iba aumentando la facturación de la gasolinera, pero nunca hasta el punto de recuperar lo perdido. Ahora están, calcula el directivo, en torno al 60-70 por ciento de lo que era habitual antes del confinamiento.
A partir de ahora «hay mucha incertidumbre» y «dependiendo de donde esté situada una gasolinera afectará más o menos», explica. Si se limita el turismo, «nos costará más recuperar las ventas», porque «no sabemos si el turismo nacional va a crecer», argumenta Muñoz .
La gasolinera de en el Polígono Pedroches ya ha recuperado a sus dos trabajadores e incluso añadirá un tercero a partir del 15 de julio para atender una tienda de nueva apertura, una nueva línea que Muñoz espera que ayude en la recuperación.
Álvaro Jurado (Sala Hangar)
Las salas de conciertos lo tienen muy complicado. En primer lugar, porque con las limitaciones de aforo actuales es difícil, por no decir, imposible, obtener rentabilidad de este tipo de espectáculos. Pero hay una complicación añadida: para que haya conciertos tiene que haber grupos dispuestos a tocar. Y mientras la movilidad no se liberé de los corsés actuales, hasta Córdoba —ni a ningún otro sitio— no se desplazarán formaciones desde otros puntos del país.
Álvaro Jurado , propietario de la sala Hangar de Córdoba , apunta que «nuestros problemas son tan graves como en cualquier gremio que haya parado en seco y no tenga opciones. Lo complejo a estas alturas no son los dos meses que llevamos parados, es que no sabemos» cuando se podrá reactivar su negocio. Y sin salas de conciertos por todo el país, ningún grupo accederá a tocar en un local aislado; lo más probable es que cualquier promotor que lo intente, explica Jurado, se encuentre con un «no gracias». las bandas, afirma, «tienen que estar operativos y tener más trabajo, no solo una sala, mediana, pequeña o grande. Se tiene que movilizar todo el sector».
Y no se vislumbra aún cuándo podría ocurrir eso. De hecho, Jurado se pone en el peor de los escenarios, que indica que la normalidad no llegaría a este sector hasta finales de 2021. Mientras tanto, el empresario ha podido reconvertir su local para adaptarlo como un servicio de restauración convencional, con atención en mesas. La barra de bar, mantiene Jurado, sólo da para sostener los sueldos —en la sala Hangar ya han salido del ERTE , asegura—, pero no para el auténtico objetivo de una sala de conciertos. Pese a todo, Jurado rebosa optimismo: «Abriremos en cuanto se nos permita. Sin duda. Independientemente de la rentabiliadd, porque necesitamos seguir con nuestro trabajo».
María del Carmen Troyano (parques infantiles)
Mari Carmen Troyano posee tres parques de bolas en la ciudad, negocios que decidió montar sobre locales en propiedad debido a que tenían mayor demanda que otras actividades. Así era hasta que llegó la crisis del coronavirus y obligó a cerrarlo todo. A diferencia de otros locales similares, Mari Carmen alquila el local completo a las familias de modo que no tienen que compartir espacio con extraños. Sin embargo, se encuentra ahora, en plena desescalada, con la nula demanda. Cuenta cómo el fin de semana pasado una familia ya había reservado uno de sus locales; los clientes se informaron incluso a través de las fuerzas de seguridad sobre las condiciones en que se podía celebrar un evento familiar en este tipo de instalaciones, que sí están permitidas pero con muchas restricciones y un máximo de 15 personas que serán 20 a partir de la Fase 3. Pero, explica Troyano , al final la familia se echó para atrás. «Ya tenemos la autorización para reabrir pero nadie lo alquila porque nadie se quiere meter en un local cerrado», asegura la empresaria.
La propietaria tiene a una empleada contratada a la que decidió mantener durante la crisis pese a no tener clientela, aunque para ello tuvo que pedir un crédito al ICO que le fue concedido sin problema. No se plantea cerrar, pero sí quizás reconducir sus locales a otros negocios. Nos hemos planteado muchísimas cosas a lo largo de los meses, pero vamos a aguantar un pcoo y si no quizás lo alquilemos por largas temproadas».
Otro caso diferente es el del parque de bolas Entre Algodones, un local familiar creado como apoyo a una guardería. Su propietario, Francisco Jiménez , asegura que «de momento no nos hemos querido arriesgar» a abrir debido a las dudas sobre las condiciones. Además, con los colegios cerrados y los niños encerrados en casa, «es un poco arriesgado» abrir un parque de bolas, se lamenta.
Albert Rubinat (Hospedería Luis de Góngora)
Mucho se ha hablado sobre el impacto de la crisis en el sector del turismo, sobre todo en lo referente a las grandes cifras: pérdida de visitantes y de puestos de empleo, hundimiento de los ingresos en el sector y escasez de ayudas. Pero ¿qué ocurre con los pequeños negocios de hostelería? Sobre ello habla Albert Rubinat, propietario de la Hospedería Luis de Góngora , un pequeño establecimiento de 21 plazas en Córdoba capital que ofrece a sus clientes el alojamiento y poco más. Cerró incluso antes de la aprobación del decreto de alarma porque, asegura, «se preveía lo que iba a ocurrid. Cuando cerró Madrid, un destino secundario como Córdoba» iba a seguir el mismo camino. Y así fue.
Para Rubinat, uno de los mayores problemas al que tienen que hacer frente los pequeños negocios de hostelería, y del que apenas se habla, es la actitud de los intermediarios, operadores que venden los productos turísticos por internet. Son compañías como Booking, TripAdvisor, Atrapalo y similares. A juicio de este hotelero, «nos han dejado a los pies de los caballos» porque «se han puesto a favor del cliente en lugar de apoyar a la propiedad». Se refiere a la obligacion de devolver el dinero a los clientes en el caso de cancelación de la estancia debido a la crisis del coronavirus. Rubinat no se opone, ni mucho menos, a compensar a los viajeros por este motivo, pero cree que «lo lógico hubiera sido negociar y no adoptar un papel tan prepotente como jugador dominante».
Esta actitud de los grandes dominadores del turismo en la crisis del coronavirus podría sentar un antes y un después. «Particularmente, creo que eso ha sembrado una semilla y a partir de ahora la relación no va a ser igual», advierte Rubinat .
Y es que los pequeños negocios de alojamiento, a diferencia de las grandes cadenas, no tienen el músculo financiero para asumir todos los gastos, incluidas las devoluciones ya gestionadas.
Pese a todo, Rubinat hace gala de optimismo al asegurar que el modelo turístico va a cambiar, pero a mejor. «Quien venga a partir de ahora, en cuanto a higiene y seguridad la hostelería va a tener de los estándares más altos que hay (también para los trabajadores), y habrá menos aglomeración que otros años». Además, el empresario vaticina que habrá una notable caída de precios, aunque sólo será temporal. Él ya tiene algunas reservas para septiembre.
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