Coronavirus en Córdoba

El impacto de la crisis en Córdoba: «Gracias a Dios reparten comida. Si no, la gente tendría que ir a robar»

ABC acude a un reparto de alimentos en la Fuensanta, dentro de la iniciativa «Todos por Córdoba»

Varias personas ayer recogiendo alimentos en el colegio Alcalde Jiménez Ruiz VALERIO MERINO

Baltasar López

Acudir ayer al colegio Alcalde Jiménez Ruiz , donde había organizado un reparto de alimentos , era asomarse a esa larga lista de cordobeses a los que el coronavirus les ha puesto los ingresos en estado crítico. En este caso, los testimonios eran de residentes fundamentalmente de la Fuensanta . En ese centro educativo, la asociación de vecinos El Arenal del Arcángel ha montado un punto de distribución de comida y productos de higiene dentro de la plataforma «Todos por Córdoba» , impulsada por el Ayuntamiento y Banco de Alimentos para dar respuesta urgente a las necesidades básicas de la población vapuleada económicamente por la epidemia. Banco de Alimentos señaló ayer que hay más de 5.000 inscritos en «Todos por Córdoba», aunque esa cifra debe depurarse pues hay «bastantes duplicidades».

Uno de ellos es José Raúl Gómez , que espera su turno para acceder al colegio Alcalde Jiménez Ruiz (cada persona está citada a una hora). Es el ejemplo perfecto de cómo la pandemia hace que una familia pase de «vivir al día » con sus ingresos a situarse por primera vez en una cola para pedir ayuda . «Nunca me había visto así. Y es una putada», cuenta expeditivo. Él era jefe de cocina en un negocio de hostelería y hoy está en un ERTE por el que debe empezar a cobrar a primeros de mayo y su mujer es limpiadora, pero «se ha quedado sin trabajo». Son cinco en casa. Confiesa estar «muy preocupado» . En la hostelería no se sabe «cuándo volveremos y de qué manera. Si restringen los aforos en los restaurantes, las empresas restringirán personal».

A unos pocos metros de José Raúl aguarda su turno una pareja, Jesús Luque y Yolanda Franco (con dos niños a su cargo), también ligada a la hostelería . Ella es camarera de piso y él cocinero, pero no les ha quedado ni la red del ERTE . Fueron despedidos y ahora «necesitamos ayuda para comer, y nunca, jamás, lo habíamos tenido que hacer». Antes de que el coronavirus les enfermara los ingresos, tenían para vivir al día. Pero este mes lo que han ingresado son unos 200 euros de una ayuda pública de él.

Jesús admite que pasar por esto es «muy duro , pero está todo el mundo igual». «Es muy emocionante ver tanta gente así», añade Yolanda, quebrándosele la voz y con los ojos humedecidos. Él añade rotundo: « Gracias a Dios que está esto [por el reparto de alimentos]. Si no, la gente se tendría que ir a robar ». Y cuenta que esta crisis no sólo se ha llevado por delante sus ingresos, sino también su sueño: «Me acuesto a las cuatro o a las cinco y me levanto a las ocho y media. No duermo». Están buscando trabajo, sin éxito. «Nos hemos apuntado en Asaja para ir al campo, pero no han llamado», explican.

AVV del Arcángel

Dejar correr el turno es cambiar de protagonistas e incluso introducir matices en el relato. Juan José García , un trabajador de la construcción , ya sabe lo que es tener que pedir ayuda. Fue en la anterior recesión. «En la crisis de 2008, también lo pasé fatal. Tuve que pedir comida. No me corto. Cuando no tengo, me da igual pedir . Todo, menos robar y mis niños no van a pasar hambre . Además, mi cuñada nos ayuda», apunta.

El virus les ha dejado sin empleo a él y también a su mujer, que «trabajaba por horas en casas sin asegurar». «Nos llegaba para comer y vivir al día», dice rescatando lo que era su vida cotidiana no hace ni dos meses y contraponiéndola a la actual. « Hay días que miro al frigorífico y tengo que esperar al reparto de alimentos », advierte.

Detrás de él, llega Samara Pavón , a la que esta epidemia la ha empujado por primera vez a tener que pedir comida. Lo hace porque, explica, ella y su marido, que tienen cinco hijos, son «vendedores ambulantes y desde que empezó el virus no ganamos nada. Antes, nos daba para todos los días llevar un plato de comida a casa». « No nos queda más remedio que pedir para comer . Si no, cómo lo íbamos a hacer», añade, para confesar que «estamos bastante preocupados, porque no sabemos por dónde va a acabar esto».

Voluntarios de la asociación vecinal El Arenal del Arcángel, organizando el reparto V. MERINO

La mañana se derrite bajo el sol primaveral y los beneficiarios van ordenadamente recibiendo sus alimentos. Se les escucha decir: «Gracias» o «Muchas gracias» . Una de las personas que recibe alimentos pregunta a un voluntario por su bebé. El reparto lo hace una asociación vecinal, la del Arenal del Arcángel , y un tono de comunidad lo impregna todo. El presidente de este colectivo, Ricardo Gamero , asegura que en el distrito Sureste el impacto de la epidemia está siendo «horrible. Aquí, vive gente con trabajo, para vivir día a día. Cuando se les ha prohibido salir a la calle, se les ha prohibido comer».

Cuando comenzaron sus repartos de alimentos, la gente llegaba allí , cuenta el presidente de esta asociación, « llorando , con situaciones crueles. Son personas que han trabajado toda su vida y que nunca se habían puesto en una cola para pedir ». «Lo más bonito es cómo se iban, porque ahora se van tranquilos, porque les decimos que la semana siguiente vamos a trabajar por ellos [llevan ya tres semanas repartiendo], afirma.

Gamero relata que en esta tercera semana de distribución prevén que los alimentos que reparten, dentro de «Todos por Córdoba» lleguen a 1.700 personas , a través de cuatro puntos de entrega, en el distrito Sureste , algún barrio del Casco y en las Quemadillas . El plumilla deja atrás el centro educativo tras haber encontrado un síntoma para el optimismo en medio de la epidemia; la buena salud de la solidaridad entre vecinos.

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