Coronavirus Córdoba
La epidemia en Córdoba a los 106 años
Rafael Martínez es uno de los vecinos más popularesde Cañero. Y el más longevo. Curtido en mil batallas sigue ganando a su edad la del coronavirus, al que dice no temer
![Rafael Martínez lee una biografía suya en la farmacia Cañero-San José Obrero](https://s2.abcstatics.com/media/andalucia/2020/05/17/s/rafael-martinez-cordoba-k4FB--1248x698@abc.jpg)
Rafael Martínez, de 106 años , no tiene prisas. Vive en paz y asegura sentado en un sillón de la farmacia de Antonio con su mascarilla que es feliz porque la vida después de alguna desgracia te da algo bueno, y en ese punto cita a Magni la mujer que lo cuida desde hace años. Este hombre ha pasado por todo lo peor que se puede pasar en la vida, y recuerda con una memoria prodigiosa y habla firme cada episodio de este periplo vital. Nunca pensaba que iba a volver a vivir una pandemia. Nació en el año 1914 , durante la I Guerra Mundial , ha sobrevivido a la gripe española. Rara vez recuerda haber estado enfermo, pero sí, de gripe. «Sí, yo la pasé una vez, pero nada, tres días», añade. Es el vecino más longevo, al menos, del barrio. Presume como nadie de su nieta que vive en Portugal y con la que habla por telellamada prácticamente todos los días. «Mi nieta es muy culta, dirige una gran empresa de tecnología; está muy preparada», cuenta, y añade el conocimiento es lo que más vale en este mundo. Ella y su hija que vive en Málaga son el mayor orgullo para Rafael, militante del PCE de toda la vida. Su interés, pese a no poder haber pisado la escuela, le sirvió para aprender a leer y escribir perfectamente, y manejarse en la vida, incluso ser empresario junto a un hermano en Francia. «Siempre he leído mucho durante toda mi vida; ahora ya menos, porque mi vista también tiene su edad», asegura con una sonrisa. Este hombre que pasea por Cañero con un andador pero con el cuerpo erguido. Pasó de cuidar cerdos con sólo seite años en una finca a luchar en el bando republicano en la Guerra Civil española, de años de exilio en Francia, a una caída de 8 metros mientras trabajaba en la construcción que lo dejó tres meses postrado. «Pero eché a andar», asegura con sorna. Sin duda, quedó marcado para siempre por un accidente mortal cuando viajaban en coche su primera mujer Ana y sus cinco hijos . Sólo sobrevivieron él y una hija . Lo primero que cuenta para expresar que le gusta la vida que vive y que no le gustaría morir es un chiste. «¿Sabe usted que cuando un sacerdote fue a dar la extrema unción a un enfermo y le dijo, no se preocupe que irá a un lugar mejor que este; y de repente, en su agonía el enfermo abrió un ojo y le dijo «¡se lo cambio!». Pues ese sentimiento es el que tiene este hombre enjuto que guarda en su mirada azul un libro entero. Este vecino de Cañero rebosa la templanza y sabiduría que te da cumplir 106 años y haber pasado por casi todo. Espera su turno en un sillón de la farmacia Cañero-San José Obrero , a pocos metros de su casa, acompañado de su cuidador. Todos le saludan, todos lo cuidan. Recuerda que nació en Tánger, pasó por Jerez y de ahí a Córdoba, pero que a nadie se le ocurra decir otra cosa porque pronto pone los puntos sobre la íes. « Soy de Córdoba, de este barrio ; ¿ve usted ese balcón?; esa es mi casa desde hace 30 años», cuenta.
Ya ha visto de todo, pero se aferra a la vida, punto por punto, desde su café con leche y tostada que él mismo se prepara cada mañana, a sus paseos, y charlar con los vecinos. Al preguntarle si tiene miedo de esta pandemia ríe, como quien ya viene de vuelta y asegura: « ¿Crees que yo puedo tener miedo de algo con lo que he pasado? ».
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