Coronavirus Córdoba
El doble sufrimiento de dar a luz en los tiempos del Covid contado por una joven de Baena
Ecografías sin hacer, acudir sola, citas pospuestas, o parir con la mascarilla puesta, características del parto de la pandemia
Irene Ordóñez , una baenense de 30 años, no tuvo que dar a luz durante el confinamiento, pero sí ha vivido su embarazo en ese periodo, saliendo de cuentas durante l a segunda ola de la pandemia. Se enteró que estaba embarazada en abril.
Sin embargo, no contaba con que el Covid-19 hubiera alterado todo el procedimiento habitual. «Me dijeron que me daban cita para la primera eco en cinco meses», explica alarmada, «porque la del primer trimestre se perdía con esto del Covid». Y, además, tenía que acudir sola , nada de acompañantes. Por eso, decidió desde el principio que le llevasen su embarazo por lo privado , aunque reconoce que en otras circunstancias, «yo hubiera preferido la seguridad social y dar a luz en Cabra », cuenta.
«Llamé a una clínica privada y me dijeron que a pesar del confinamiento me podían mandar un justificante para poder ir a la primera revisión y con mi marido», y apenas dos semanas más tarde le dieron la cita. Aunque reconoce que la cercanía del Hospital Infanta Margarita le hubiera venido mucho mejor, viviendo en Baena, en lugar de trasladarse hasta Córdoba, teniendo más de una hora de trayecto .
Este ha sido su primer embarazo , por lo que no puede compararlo con otro anterior, pero sí ha sido consciente de las limitaciones a las que se ha visto sometida por la pandemia. «No había clases de preparación al parto . Yo sólo pude ir a yoga para embarazadas pero ahí no te enseñan cómo respirar, ni posturas para dilatar, ni cómo empujar… por eso cuando llegué al paritorio era todo nuevo y una situación para la que no estaba preparada».
Dos días de parto
Dos días antes de que naciera su hijo se fisuró la bolsa y marcharon para Córdoba, donde estuvo más de día y medio dilatando. Comenta que lo primero que le hicieron según llegó fue una prueba de sangre para detectar el Covid, pero al pensar que el parto venía rápido le hicieron también el test de antígenos , cuyos resultados se obtienen antes. Ambos dieron negativo, sin embargo, durante toda su estancia en el hospital tuvo que llevar mascarilla .
Obligatoriamente en su habitación, privada para ella y su marido, y, lo peor, durante el propio parto. Reconoce que al ser asmática fue lo más angustioso de todo para ella, «me decían que tomara aire y aspiraba tan fuerte para coger oxígeno que se me metía la mascarilla en la boca, llegué incluso a marearme un poco de l agobio de la mascarilla y el dolor », sin embargo, no le permitían quitársela; por protocolo ahora es así.
Su hijo, Antonio Jesús, nació el 18 de noviembre pesando 2,750 kg y fue la mayor recompensa tras el amargo trago del alumbramiento. «Lo peor de mi parto fue llevar puesta la mascarilla». A pesar de todo, se siente afortunada porque, al no haber dado positivo, pudo estar con su bebé desde el principio , «las enfermeras comentaban que otras pacientes al ser positivas habían tenido que ser aisladas sin sus bebés que eran negativos».
Además, su experiencia ha sido mucho más agradable que la de otras vecinas suyas que también han dado recientemente a luz. «A una de ellas le provocó síntomas la epidural y estuvo vomitando y ni para eso le dejaban quitarse la mascarilla» y otra «al ir por lo público estuvo también dos días dilatando como yo y con contracciones pero, en su caso, en una habitación con otras parturientas y sin ningún acompañante ».
Ahora, más tranquila ya en su casa, recuerda todo lo vivido y se aferra con fuerza a lo mejor que sacó de toda esa amarga experiencia, que por otro lado es de las más importantes de tu vida, un precioso bebé que le hace olvidarse de los malos ratos.
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