Coronavirus Córdoba
«El día después con los mayores», por Mariano Aguayo
Se están llevando la peor parte de esta pandemia y deberíamos ser más generosos con ellos
Después de esta pandemia nada será igual, creo que lo tenemos claro, pero a mí me gustaría hacer un poco de memoria histórica . Los padres de los que nacimos en el baby-boom de los años 60, en los agrios años de la República , la Guerra Civil y la posguerra, tuvieron una infancia muy dura. Además de vivir violencia y privaciones, tuvieron carencias en la formación, sufrieron para subsistir, perdieron a parte de sus seres queridos y crecieron prescindiendo de lo que ahora pensamos que es imprescindible.
Carecieron de casi todo, menos de un objetivo común: darnos un futuro mejor. Algunos tuvieron que emigrar sin saber idiomas, otros trabajaron siete días a la semana y hasta doblaban la jornada laboral para criarnos. Los salarios daban para poco. Fueron años durísimos, pero lo hacían con alegría e infinita generosidad dándonos lo que tenían y lo que no tenían, con el ideal de que alcanzáramos la vida y las oportunidades que hemos disfrutado.
Y así fuimos al colegio y casi todos pudimos acceder a las universidades ; tuvimos gracias a ellos, la mesa puesta a diario y vacaciones de verano en la playa. Y gracias a su esfuerzo, fue nuestra generación la que configuró una nueva España. Comenzamos a vivir mucho más desahogadamente y le cogimos el gusto a viajar a menudo, a cuidarnos bien y a vivir muy por encima de lo que lo hicieron ellos.
Y curiosamente, llegaron unos años en que aquellos mayores , que lo habían dado todo por nosotros, perdieron cierto protagonismo en nuestras vidas. Y compramos casas sin espacio para ellos, aún cuando ellos habían sido generosos hasta en el número de hermanos que nos habían dado, a base de literas y potajes; es que eran otros tiempos, nos decían ellos. Y nuestra sociedad los compensa ahora con pensiones muchas veces ridículas. Y comenzamos a pasar a otros la presión de la carga de su acompañamiento. Me contaba un misionero amigo, que en los países del tercer mundo es motivo de discusión entre los hermanos llevarse a su casa a los padres ancianos, aquí vemos desgraciadamente discusiones por lo contrario.
La peor parte de esta plaga se la están llevando ellos, los abuelos, es cruel cómo se nos están muriendo a miles, solos y sin tener el consuelo de los hijos que con tanto esfuerzo y sacrificio sacaron adelante. No entiendo la incapacidad del Gobierno para ver lo que todo el mundo estaba viendo, primero en China y después en Italia, con el resultado de que en España no hay respiradores suficientes para nuestros mayores enfermos.
No quisiera lamentarme del pasado, ni reprochar a los gobernantes lo que podrían haber hecho. Nuestros padres se quejan poco, son austeros y se conforman con lo que tienen, en la última crisis hasta compartieron sus ahorros con sus hijos cuando fue necesario. El grito de nuestros mayores es por su soledad.
No escuchamos lo que más nos piden: estar con nosotros. Se están llevando la peor parte de esta pandemia y deberíamos aprender de esta situación y ser más generosos con ellos en el futuro. La pena es que en muchos casos va a ser demasiado tarde. Cuando todo esto pase, nuestra contribución a honrar su historia será estar más con ellos y acompañarlos. No perdamos esta nueva oportunidad que nos da la vida.