Coronavirus en Córdoba

Coronavirus | Testimonios de trabajadores cordobeses en primera línea contra la epidemia

Médicos, enfermeras, panaderos, repartidores o cajeros se exponen en su jornada laboral al virus

Un repartiidor por la solitaria plaza de Colón en la mañana de ayer VALERIO MERINO

Miles de cordobeses fueron este lunes a la faena en plena crisis por el coronavirus . No sólo médicos, enfermeros o auxiliares de la las Urgencias del Hospital Universitario Reina Sofía iban a sus puestos de trabajo con guantes y mascarillas sino panaderos, repartidores o cajeras de supermercado que atendieron al público con protección.

Médicos que forman parte de Urgencias del Hospital Reina Sofía se mostraban ayer «satisfechos» con la atención que prestaban en el hospital cordobés. Un circuito especial para pacientes con sospecha de coronavirus permitía «que en el 99 por ciento de los casos, que los enfermos sólo entren en contacto con un equipo médico», reconocía uno de estos médicos. De momento, el personal sanitario estuvo con protección máxima de EPI; había mascarillas, geles desinfectantes y gafas para todos», añadió este médico. La sorpresa de la noche del pasado lunes fue la visita de los repartidores del Burguer King quienes le regalaron un menú al turno de guardia. Sin embargo, «la preocupación es máxima por los días que están por llegar», cuenta otro de ellos.

Otro gran pilar contra la pandemia son los enfermeros. Uno de ellos confiesa a ABC que él, como sus compañeros, «no está asustado pero sí concienciado de la gravedad de la situación a la que se enfrentan; utilizamos los medios que tenemos, pero creemos que son necesarias más mascarillas, más gafas de protección porque las reutilizamos después de desinfectarlas, porque aún no hay nuevas».

La rabia de algunas de estas enfermeras del turno 24 horas les brota al salir de la guardia cuando se encuentran «mucho movimiento por las calles». La gente tiene que saber que «se espera el verdadero colapso sanitario para las próximas semanas» , asegura una de ellas. Estos enfermeros creen que a medida que avance la epidemia «las muestras que recogemos a domicilios se van a dejar de recoger porque ya no tiene sentido ; los protocolos se cambian diariamente. Esto va a ser complicado superarlo».

Al otro lado de uno de los supermercados Piedra de la capital, Laura Sánchez , aseguró que «en esta zona de Ciudad Jardín de la calle Previsión hay mucha gente mayor que viene al supermercado cada día, y le intentamos decir que se la llevamos pero es complicado hacerles entender el alcance de la medida». De momento, ellos llevan guantes pero no mascarillas. Las cestas de la compra se basan en latas de conservas atún, tomate, mayonesa, pero también arroz, pasta o garbanzos.

«El producto estrella es la lejía o el desinfectante; la gente se lo lleva por garrafas de cinco litros, o sea que si se lleva una persona 4 o 5 garrafas, en horas tenemos que reponer», confiesa. En este sentido, Sánchez aseguró que a sus clientes les piden que mantengan una distancia; que no haya cola y si hay, que esté espaciada». Desde Piedra como en otros supermercados se ha reforzado el servicio a domicilio.

Los repartidores son los que más se necesitan en tiempos como estos. Por la plaza de Colón uno de estos que no tenía miedo por él sino por su familia, por sus hijos. Mientras reparte es consciente, asegura de que no sabe «quién ni como está la persona que se encuentra al otro lado de la puerta».

Panaderías y mayores

La Panadería El Brillante -con 80 años de historia- ha ampliado un 40 por ciento el reparto de pan a domicilio. De su horario habitual de 7 a 11.30-12.00 horas de la mañana se ha ampliado con tres repartidores hasta las 14.30 horas, contaron desde el establecimiento a ABC. «Estamos en el primer día después de los anuncios del Gobierno, pero ya estamos pensando en ampliar aún más el reparto, porque en el despacho de panadería ha caído la asistencia y el cliente lo pide por teléfono a domicilio», avanzaron.

En otra de las panaderías del centro El Horno de la Cruz aseguraron que desde este pasado lunes han reducido el horario sólo a las mañanas , y también se han visto abocados a reducir personal , pero los clientes siguen llegándose por el pan, guardando turno a cierta distancia del mostrador y, entre ellos, muchas personas mayores. «Se me encoge el corazón que por mucho que le recomiendes a estos mayores que no salgan tanto y que congelen pan, no piensan cambiar su rutina y le aseguran "el Señor nos proteje"», cuenta Lola Jiménez, panadera de El Horno de la Cruz desde la céntrica plaza de San Miguel.

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