CORONAVIRUS EN CÓRDOBA

Coronavirus | Las familias de Córdoba vuelven a pedir comida como en el estallido de la crisis de 2008

La demanda a Cáritas, Prolibertas y el Banco de Alimentos resucita la falta de recursos de desempleados por el Covid-19

Descarta de fruta, ayer, en el Banco de Alimentos de Córdoba Valerio Merino

Rafael A. Aguilar

«Y al banco de alimentos vas con corbata». La letra de la canción de Ismael Serrano compuesta como una crónica de los estragos de la crisis financiera de 2008 vuelve a estar de actualidad. Las principales organizaciones sociales de la ciudad coinciden en que el estado de alarma por el coronavirus ha devuelto a Córdoba , a España entera, imágenes inéditas desde hace más de una década: padres y madres de familia con un techo pero sin recursos a la vista para hacer frente a al menos dos semanas de confinamiento tras haber perdido sus puestos de trabajo de un día para otro.

«Nos ha llamado mucho la atención en los últimos días cómo ha crecido de una manera tremenda la gente con casa pero sin dinero que viene a pedirnos ayuda: hacía tiempo que no llamaban a nuestra puerta», declara el director de Cáritas Diocesana , Salvador Ruiz. «Cada vez vienen más a nuestro centro de día de Sagunto familias que no tienen qué comer, gente que se ha quedado sin empleo», resume también el coordinador de la Fundación Prolibertas de Córdoba , Eduardo García, que explica que la entidad ha dejado de dar los almuerzos en el comedor de la Ronda del Marrubial, anexo al colegio de los Trinitarios, por motivos de seguridad, y que ha sustituido esta actividad con el reparto de raciones, fruta y bocadillos en el patio de la Casa Libertad, el centro de día que abrió en marzo de 2018 para personas sin recursos. «Damos al día unos cien servicios de comida y alrededor de veinticinco de ducha», afirma García.

Uno de los nuevos beneficiarios del brazo asistencial de la orden trinitaria es una mujer que responde a las iniciales de G.I.P. y que acaba de perder su puesto de trabajo como camarera en un bar de Lepanto. «Estos años he estado tirando como he podido: vivo sola de alquiler, porque estoy separada y mis hijos están fuera. Con lo poco que ganaba me las apañaba. Pero de repente, con todo este lío, nos han despedido a todo el personal. Y yo he estado viviendo al día todos estos años y no tengo ahorros. No sé cómo me las voy a apañar», decía este miércoles en la cola para recoger su ración de lentejas, pollo y fruta.

Testimonio

Esta mujer era una de las en torno a ochenta personas que sobre la una del mediodía de ayer esperaban su turno para hacerse con comida. «Estamos aquí para ayudaros, pero tenéis que empezar a ayudaros vosotros mismos, empezando por guardar las distancias de seguridad en la cola», explicaba uno de los once empleados de Prolibertas , que tiene que hacer frente al coronavirus sin la respiración asistida de los voluntarios, que hasta ahora sumaban ochenta.

«Por precaución solo estamos trabajando el personal en nómina», indica García, muy crítico con la actuación de las administraciones y con gran parte de las asociaciones solidarias. «Dónde están las ONG que tanto dinero reciben de las instituciones. Qué están haciendo. Y qué les pasa a los Servicios Sociales municipales: si nosotros estamos tan hasta arriba es porque la gente acude a ellos y como no funcionan bien vienen aquí», se extiende el coordinador de Prolibertas. «El pasado viernes le pedimos a la Delegación de Salud de la Junta mascarillas para protegernos y no nos las han mandado: hasta hoy [por ayer] que el alcalde nos ha mandado cincuenta hemos tenido que hacer nuestro trabajo con las que cada uno tenía, y si no tenía...», completa.

La imposibilidad de contar con voluntarios es un problema común al resto de las organizaciones sociales: Cáritas Diocesana está absorbiendo la labor propia de muchas delegaciones parroquiales, bloqueadas en ocasiones por la falta de personal; y el Banco de Alimentos ha tirado de estudiantes, ahora sin clases, para suplir a su músculo altruista habitual, compuesto por lo común de personas jubiladas. «No hemos tenido más remedio, porque los mayores son población de riesgo para el coronavirus», puntualiza el presidente del Banco de Alimentos , Carlos Eslava.

Banco de Alimentos

La amenaza de la neumonía está trastocando la actividad de esta entidad, que tiene su sede junto al antiguo Matadero municipal. «Nosotros estamos repartiendo los alimentos con la limitación de las personas que no pueden venir a recoger los productos: una novedad de estos días es que no estamos recogiendo alimentos en los supermercados por las restricciones de la alarma», informa Eslava.

Otro palo en las ruedas del mecanismo del Banco de Alimentos es que «los canales de distribución no funcionan como en una época normal, por lo que tenemos que atender a numerosas personas que a título individual llaman a nuestras puertas para que les demos alimentos».

¿Y cómo lo lleva Cáritas ? «Nos preocupa de un modo prioritario la situación de las personas sin hogar: el pasado viernes tomamos la decisión apoyar a estas personas, por lo que mantenemos los dispositivos para ellos, procurando que las personas acogidas estén todo el día en los centros y no estén en la calle», declara Salvador Ruiz. Para personas sin hogar Cáritas cuenta con la casa de acogida Madre del Redentor, con cuarenta plazas y que se encuentra llena.

Junto a este inmueble se ubica el Ala de Baja Exigencia como refuerzo para la ola de frío, aún en vigor, y que con 35 puestos para dormir no prestaba en principio servicios diurnos, pero que los ha incorporado para evitar que los sintecho deambulen por la ciudad. Concluye el director de la organización benéfica de la Iglesia: «Pero lo que más nos ha sorprendido son las familias con casa que vuelven a pedir comida, que nos ha desbordado desde comienzos de esta semana. Esto parecía que no iba a volver a pasar».

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