Coronavirus Córdoba
¿Cómo vive el confinamiento una familia de Córdoba con 9 hijos y dos gemelos recién nacidos?
El joven matrimonio con once hijos relata a ABC cómo es una jornada de aislamiento en su casa
¿Se imaginan un confinamiento con 11 hijos menores en un piso, dos de ellos gemelos de un mes? La familia Sánchez Hortelano hace posible que cada día la maquinaria eche a andar, desde las conexiones a «Clasroom» de cinco de ellos -sólo con un ordenador y una tablet-, a las noches interminables de los progenitores Israel Sáchez, 34 años , y su mujer, María Hortelano, de 32 años, que se levantan cada tres horas para dar el biberón a esos dos ochomesinos, Pablo y Miguel que llegaron al mundo el pasado 22 de febrero.
El difícil saber cuándo empieza el día para esta familia numerosa que viven de espaldas al Gran Capitán, en el centro de Córdoba. Israel y María son padres de Israel , el mayor, de 13 años; le siguen Sara , de 12, Álvaro , de 10, María , de 8, Samuel , de 7, Lucía , de 5 años, Mónica , de 4 años, Sofía , a punto de cumplir 3 años, a los que se suman luego Ignacio con un año, y los gemelos Pablo y Migue l de poco más de un mes. No hay tiempo para quejas, lamentaciones o malos modos. Israel, pese a no haber dormido apenas unas horas sueltas en el último mes, atiende al teléfono tranquilamente, eso sí, después de la toma de las 12.30 de los gemelos. El confinamiento le pilló a este trabajador del concesionario Arcángel Motor Peugot de permiso de paternidad. Un día antes de volver al trabajo, el Gobierno de Sánchez anunció el confinamiento e Israel respiró un tanto aliviado porque podría echar una mano en casa con cinco pequeños menores de cuatro años.
Cualquiera con un par de hijos reconoce haber perdido la calma en algún momento, pero no es el caso de este matrimonio que da gracias a Dios por estar juntos en el confinamiento. «Nunca los he disfrutado tan pequeños. Crecen muy rápido, es una oportunidad que tenemos», admite el padre de familia convirtiendo la circunstancia en oportunidad.
Hace apenas ocho meses, con su mujer embarazada de sus décimo y undécimo hijos tuvieron la oportunidad de mudarse de alquiler a un piso de 180 metros, el doble justo de lo que habían tenido hasta entonces. « Desde casa vemos el Gran Capitán ; encontramos este piso de 180 metros, junto a las Tendillas, el Señor nos lo regaló», admiten.
El día no se sabe cuando empieza o cuando acaba. Los gemelos ochomesinos son llorones, y entre los dos apenas pesaban 5 kilos al nacer, y les tienen que dar el biberón cada tres horas. «No podemos ir a pesarlos, por lo que con la báscula del cuarto de baño nos pesamos mi mujer o yo, primero, luego con uno de ellos en brazos, y calculamos», cuenta el padre de familia.
A las 2 de la mañana una toma, a las 5, otra toma, hasta prácticamente las 10 de la mañana no arranca el desayuno del resto de los miembros del hogar. Y rápido porque a las 12 los gemelos piden otra toma. Los hijos mayores -Israel y Sara- tienen privilegios para ser los primeros en hacer las tareas, en usar un ordenador y una tablet que acaban de regalarles. La organización es fundamental en estos casos. Son dos horas para cada uno de los cinco mayores que tienen acceso al colegio a través de «Classroom». Hoy los medianos María y Álvaro han hecho su primer examen on line, asegura el padre orgulloso de que sus hijos se hayan adaptado a las circunstancias con la mejor de las sonrisas.
Clases on line con un ordenador para cinco
Dos horas programadas para tareas cada uno en el ordenador , y una tablet prestada, para los cinco niños mayores. Mientras, otros van haciendo sus camas y recogiendo su habitación. Si terminan antes de esas dos horas, juegan con los más pequeños. Los mayores, después de las tareas pasan a la cocina. Ponen la mesa y todo está preparado para comer, todo melimetrado para que no les pille la toma de los bebés en medio.
Gracias a Dios, Israel asegura que podrá ampliar 15 días más la paternidad porque el parto fue gemelar, cuando salgan del confinamiento porque admite que pese a todo, «María sola se volvería loca, no tiene manos para todos con los gemelos».
Cada bebé tarda entre 20 y 40 minutos en cada toma, que hay que restarlo al tiempo que se dedica al resto de tareas domésticas, comidas o ir al supermercado. Los niños preguntan que cuándo saldrán a la calle pero entienden perfectamente la situación. El único que sale a la compra es el padre, y con unas medidas de seguridad extremas para que el bicho no entre en casa. El frigorífico combi, no es grande, y cada tres días tiene que salir al súper. Para hacerse una idea, s ólo en el desayuno gastan 4 cajas de leche .
Al terminar la comida todos recogen la mesa. El mayor, uno friega los platos, otro saca el lavavajillas... y así todo. Los cinco dormitorios se dividen de modo que el principal cuenta con dos minicunas, y el resto en literas o camas nido de dos o de tres. Los niños no son santos y cada uno deja salir su personalidad. Su padre asegura que siempre está «el defensor de lo indefendible y el que reparte justicia».
Los baños están establecidos a partir de las 8 de la tarde para los que necesitan ayuda, es decir, los menores de 7 años, los lunes miércoles, viernes y sábado.
Las niñas por las tardes ven una peli o serie en la única televisión de la casa, y el resto juega unos con otros o a Harry Potter El Cluedo.
El momento de irse a dormir, después de la cena sobre las 9 o 9.30 es lo más complicado. Sobre las 10.00 o 10.15 horas, los padres rezan con ellos, con una petición «para que no nos contagie el coronovairus y con el Padre Nuestro y se meten en la cama».
El mayor se queda leyendo algún libro, tardan en dormirse y hasta las 11 o 11.30 que se les da el último toque y hay que ir a apagarles el flexo.
El ejercicio en casa básicamente es corretear. La madre, María, les pone canciones para que bailen pero nunca es la canción que todos quieren.
El último día de celebración en la casa fue el Sábado de Pascua donde hubo cena especial, con langostinos, y las aceitunas, -que les gusta más que el jamón- y solomillo de cerdo. El elemento estrella de los domingos es la Coca-cola que para para ellos es «una fiesta» , cuenta su padre.
Esta semana, Semana de Pascua, hay en casa chuches y algún croissant de chocolate. Una vida de una familia numerosa llena de momentos de alegría que vive del sueldo del progenitor, con la ayuda del Gobierno de 500 euros, y la mano que les echa Cáritas y Red Madre que les proporciona pañales y potitos para los los más pequeños.