Coronavirus Córdoba

Arranca el «cierre esencial» de Córdoba

Calles semivacías, cordobeses de recogida y bares y comercios cerrados en el contrapunto del ornamento navideño huérfano

Calle Cruz Conde, arteria comercial de Córdoba, semivacía a las 19.00 horas de este martes Valerio Merino
Francisco Poyato

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Córdoba ha estrenado ya su particular «cierre esencial» . Cierre perimetral y de interior. Desde las seis de la tarde, bares y comercios con productos no esenciales -todo es interpretable, por ejemplo, si los videojuegos lo son- han cerrado sus puertas dando paso a una ciudad semivacía a eso de las siete de la tarde. Cordobeses de recogida para casa, algunos curiosos en su paseo, tres turistas despistados y algunos agentes de la Policía Local y Nacional comprobando lo que salta a la vista: una ciudad sin esencia en el debate de lo esencial y lo no esencial.

Las principales arterias comerciales del Centro jamás podrían imaginar que una pandemia como la del coronavirus las acercaría tanto a las de ciudades escandinavas o en las antípodas de los otoños primaverales que vive Córdoba en noviembre. Cosas de la globalidad. Cruz Conde es un buen ejemplo : algunos establecimientos esenciales abiertos, otros no esenciales cerrados... y otros (demasiados) perdidos con el cartel de «Se alquila» .

La hostelería es, probablemente, el sector más afectado , y algunos bares han intentado desde esta tarde un giro al «take away» (comida para llevar) que suena más a trampa que a otra cosa. En la plaza de San Miguel, con las puertas abiertas, se escucha en el silencio la voz del sacerdote en la Eucaristía . Porque a misa se puede seguir yendo, y se puede seguir pidiendo casi por lo imposible. Tan imposible como la paradoja de un Centro comercial repleto de iluminación navideña apagada para unas fiestas y una campaña comercial en el limbo .

Comerciantes y hosteleros del Centro de Córdoba se congregaron pocos minutos después de las seis de la tarde en la plaza de las Tendillas para protestar por estas medidas de la Junta de Andalucía. «Todas las actividades son esenciales en el momento en que hay familias que comen de ellas», reza en un cartel que sujetan todos los asistentes a la protesta .

Algunas grandes superficies se mantienen abiertas con carteles que indican que sólo venden productos esenciales, mientras las zonas donde se apilan otros productos están cerradas. Pero desde Comercio Cordoba manifiestan que «algunas grandes superficies de alimentación que permanecen abiertas hasta la 22.00 están vendiendo productos que no son de primera necesidad , lo cual supone una competencia desleal hacia el comercio de cercanía el cual está obligado a cerrar a las 18.00 horas». Unos hechos que van a denunciar antes las autoridades, han confirmado desde Comercio Córdoba a ABC.

Aún así, normalidad ante el cumplimiento de las nuevas restricciones de la Junta de Andalucía desde las 18.00 horas, aunque dudas. Como las de el dependiente de una papelería de Ronda de los Tejares con la persiana casi echada consultando con un agente de la Policía Local si puede o no abrir. Es uno de los agujeros negros de la nueva normativa que la propia consejera de Cultura, Patricia del Pozo , ha intentado aclarar esta tarde con un audio enviado a los medios en el que confirma que librerías y papelerías pueden seguir abiertas como «servicios esenciales» . Divisón de opiniones en la calle y los escaparates.

Donde el «cierre esencial» ha hecho el callo es en la Judería . Si no es por un pequeño rosario de estudiantes del Conservatorio de Música Rafael Orozco o de la Escuela de Arte Dramático y Danza, la imagen que proyecta descender l os pasos hacia la Mezquita-Catedral es la de la entrada a la «boca del lobo» . Y su garganta, el Patio de los Naranjos, donde por no haber ya no está ni el «alma» que cada noche visita el monumento por antanomasia de Córdoba.

Feligreses en la iglesia de San Miguel en la eucaristía de la tarde este martes ABC

El bullicio apagado de rincones de meriendas y copas como San Hipólito, el ajetreo de la plaza de la Corredera entre vecinos que se cruzan por sus cuatro costados o parroquianos que apuran la tarde inexistente; el bulevar de los Sueños Rotos en que se ha convertido el largo paseo peatonal de Gran Capitán, o los carteles de arrendamiento que se multiplican en la calle recién remozada de Antonio Fernández Grilo ofrecen las pinceladas de una ciudad acostumbrada a vivir de otra manera.

Los taxistas apostados en Claudio Marcelo, Diego León, Gran Capitán o Paseo de la Victoria no esperan en realidad a casi nadie. Son como notarios de un preconfinamiento que matan el tiempo y las carreras a las puertas de hoteles fantasmas.

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