Coronavirus Córdoba
Alumbrado extraordinario | La Navidad de la calle Melancolía en Córdoba
El segundo día de la iluminación festiva no provocó salidas masivas a la calle: la bulla tendrá que esperar
COMO si la Navidad estuviera pasando de largo. Qué tristeza. Qué calle tan desangelada. Chispea con timidez pocos minutos antes de que den las siete de la tarde en Cruz Conde . Están encendidas las luces del alumbrado extraordinario —lo de extraordinario es un mero formalismo, un préstamo de los años en los que sí lo ha sido— . Azules, blancas, amarillas. Cada hilera guarda de la que la precede o de la que la antecede una distancia. Social. Desoladora. No rompe a llover pero sí hace frío. Mucho.
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Silencio, mucho silencio en el centro neurálgico de las compras de la ciudad, que si no fuera por el coronavirus conocerían a esa hora un hormigueo incesante de gente que viene y que va, que sale y que entra de las pequeñas tiendas, de los grandes locales de las franquicias, de las cafeterías, de los bares y de los restaurantes en los que se prolongan las sobremesas. Pero no. Lo que hay es simplemente nada. Bueno, sí, algunas luces. Pero pocas. Es Navidad , pero un poquito nada más, viene a anunciar el exorno especial —es un decir—.
Dónde están los niños. ¿Y sus núcleos familiares? ¿Y sus allegados? ¿Y sus contactos estrechos? Dentro de una papelería de la esquina de Concepción con la plaza de Antonio Fernández Grillo hay dos. Aleluya . Existen entonces. Los despachos de cuadernos y material escolar tienen permiso para seguir abiertos más allá de las seis de la tarde, como las librerías, como las jugueterías. Afuera hay colgaduras que simulan la estrella del portal. La que guía a los R eyes Magos . Este año se desplazan por el aire : en vez de echarle de comer cada noche a los camellos, de acercarlos al río montado con papel de plata sobre la mesita del salón, los niños se tienen que acostumbrar a mantener bien llenos los globos en los que se aproximan.
Las palmeras del paseo de la Victoria tienen sus troncos embellecidos de luces blancas. Discretas. Poquitas. En Ronda de los Tejares reina El Corte Inglés . Hay cosas en las que nadie le gana. El marzo pasado no pudo anunciar que había llegado la primavera porque no hubo. O hubo pero poco. Y ahora la fachada de los grandes almacenes se venga de trance nefasto del coronavirus: refulge como si nada pasara, como una invitación a aprovechar al máximo las horas en las que la ceremonia del consumo sí que es posible.
¿De veras que el viernes ha empezado un puentazo de cinco días para los escolares? Quién lo diría. En las Tendillas nadie se para delante de María, José y el Niño. Dónde están los puestos de belenes, dónde los campanilleros. Los pasos conducen solos a la iglesia de la Compañía , la costumbre de hacer cola para ver el belén. En la plaza del mismo nombre no hay ni una sola luminaria que realce las habituales y en Claudio Marcelo lucen, solitarias, seis o siete filas de ramas blancas que van de lado a lado de la calle.
El alcalde llamó ayer de nuevo a los ciudadanos a ser responsables. Y se lo tomaron al pie de la letra
El alcalde, José María Bellido (PP), hizo ayer de nuevo un llamamiento a «la responsabilidad» de los cordobeses para evitar que estas fechas que ahora entran se conviertan en un trampolín hacia una tercera ola de contagios. Los ciudadanos le han hecho caso. Por el momento. Ni un ruido en el Centro de la ciudad al filo de las ocho de la tarde. Silencio. Ni un ruido en la calle. En la calle Melancolía.