Coronavirus Córdoba

ABC, en la UCI del Hospital Reina Sofía de Córdoba | «Nos unimos porque vimos que, si no, no salíamos adelante»

Tres enfermeros y una médico comparten con ABC su día a día en la unidad, marcada por el coronavirus desde hace 14 meses

Tres enfermeros del Reina Sofía, esta semana en el Hospital VALERIO MERINO
Rafael Aguilar

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ABC ha compartido con cuatro sanitarios de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Reina Sofía de Córdoba. Coinciden en que el coronavirus les ha marcado para siempre y les ha hecho crecer desde el punto de vista profesional y desde el espiritual. Éstas son sus vivencias.

Cristina López (médico): ««Mi pareja es enfermero y a partir de una hora no hablamos de Covid»

CristinaLópez ABC

La pareja de esta doctora de la Unidad de Cuidados Intensivos es enfermero y está integrado en el mismo equipo Covid que ella desde que comenzó la pandemia . «Tuvimos que tomar una decisión en casa, y fue que a partir de una cierta hora ya no hablásemos de este tema, porque si no acabábamos saturados y parecía que no había otra cosa en el mundo», asegura la profesional, de 34 años. «La situación ha mejorado mucho, porque ahora disponemos de más información sobre el virus. Nos tuvimos que formar sobre la marcha, estudiar a prisa para ponernos al día sobre los tratamientos que había o que íbamos a probar», indica.

De esos primeros momentos de incertidumbre, Cristina recuerda con pesar «la impotencia que sentíamos debido a las limitaciones materiales: a lo mejor no había camas suficientes para pasar a los enfermos a planta y la sobrecarga de trabajo era muy grande, y con ello el estrés que sufríamos los compañeros», añade la sanitaria. Este pasado viernes Cristina empezó su turno a las ocho de la mañana y, después del relevo de la guardia participó en una sesión de formación relacionada con la investigación, habitual en el día de la plantilla de la UCI .

«Depende del día y de la situación en la que nos encontremos, del estado de los pacientes, pero lo habitual es que cada doctor tenga a su cargo a unos seis enfermos, aunque ya digo que es bastante variable en función de las circunstancias», resume López. La médico ha tenido que vérselas con un problema añadido durante los últimos meses: «Mi familia vive en Sevilla y llevo tiempo sin verlos. Sé que se han preocupado por mí. Ahora parece que podemos recuperar la normalidad», se alivia.

Francisco José Cabello (enfermero): «Hay compañeros de baja por problemas emocionales»

Francisco José Caballero VALERIO MERINO

«Estar en contacto con pacientes que sabes que andan en la cuerda floja y que tú seas, a lo mejor, la última persona con la que hablen o que esta luz del día sea la última que vean te cambia la forma de ver la vida», asegura este profesional de la enfermería de 45 años que lleva trabajando en la Unidad de Cuidados Intensivos del Reina Sofía desde el año 2010 .

«Mi mujer es también enfermera y tenemos dos hijos: hemos tenido que tomar medidas especiales en casa para proteger a nuestros hijos de los contagios . Ha sido duro, a veces mucho, porque no han podido ver a los abuelos durante meses, y no están acostumbrados», relata el sanitario. Él está convencido de que sigue vivo el espíritu de compañerismo que impuso el coronavirus : «Enseguida comprendimos que no éramos héroes sin capa por mucho que la gente nos aplaudiera desde los balcones, cosa que agradecimos lógicamente, sino que esto era, y es, una lucha general en la que todos teníamos que sacar lo mejor de nosotros mismos», defiende Cabello.

«Hay personas que no lo han resistido, porque el estrés emocional ha sido muy fuerte, y han pedido el traslado a otras unidades en las que el contacto con la enfermedad no es tan directo o se han dado de baja por problemas emocionales», suscribe. «Que un paciente no te reconozca, que no sepa quién lo ha tratado porque llevas la máscara y las gafas sigue siendo duro para ellos y para nosotros», finaliza.

Raquel Cordón (enfermera): «Me duchaba dos veces antes de llegar a casa tras mi turno»

Raquel Cordón VALERIO MERINO

Entre las cosas cotidianas que el coronavirus le trastocó a Raquel Cordón se encuentra su horario laboral. Ella lo cuenta a sabiendas de que es una cuestión menor, pero su relato da idea de cómo la enfermedad llegó para poner la vida patas arriba. «Desde que acababa mi turno hasta que llegaba a mi casa pasaba al menos una hora. Tomaba todas las precacuciones posibles para no contagiar a mi familia. Me duchaba aquí en el Hospital antes de salir a la calle y luego me iba a un piso de mis padres que estaba vacío y allí volvía a ducharme, y limpiaba con lejía todo lo que había tocado. Luego, cuando llegaba a mi casa, metía mi ropa en una lavadora diferente a la de mis hijos y mi marido», declara la profesional del SAS , de 40 años y que presta sus servicios en la UCI del Reina Sofía desde 2012 .

«De los primeros momentos recuerdo el desconcierto, porque no había tratamientos: nosotros estábamos acostumbrados a curar neumonías, pero por bacterias diferentes al coronavirus. Lo pasamos mal», completa la mujer, que ha estado y está al pie de la cama de decenas de pacientes Covid . «Sabemos de las necesidades afectivas y tratamos de acompañarlos, porque esa es una de nuestras funciones más importantes en estas circunstancias», concluye Raquel Cordón.

Ángel Gutiérrez (enfermero): «Sus vidas dependen de un hilo y nosotros lo estamos sosteniendo»

Ángel Gutiérrez VALERIO MERINO

Hay cosas que no vienen en los manuales de enfermería de pacientes críticos, que sí que se extienden sobre la práctica de una intubación, sobre las modalidades de monitorización, la cirugía extracorpórea o las drogas vasoactivas. Pero, ¿dónde está escrito cómo hay que cogerle la mano a un enfermo que sabe o que intuye que se está yendo para siempre y que ni siquiera tiene el reparo de la compañía de su pareja o de su hijo? Ángel ha hecho un máster en los últimos meses.

«Te lo siguen diciendo: ‘ Enfermero , ‘me puede usted dar la mano’», se emociona el sanitario, que vive con el recuerdo constante de situaciones que estarán ya siempre en su memoria. «Un día se nos murió un abuelo en un box por coronavirus. Lo limpiamos y lo preparamos para otro paciente, y cuando lo trajeron resultó ser su mujer, también con Covid », dice Ángel. Como sus compañeros, está convencido de que la enfermedad que se ha llevado por delante miles de vidas le ha enseñado al sistema sanitario no solo lo que es una crisis de salud pública de extrema gravedad, sino también que el factor humano resulta determinante. «Lo vimos desde el principio, que si los profesionales no nos uníamos y nos apoyábamos unos a otros no salíamos de esta. Ese espíritu de solidaridad y de camaradería ha venido a nuestra UCI para quedarse», defiende.

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