JAVIER TAFUR - EL ESTILITA
Soy cordobés
Son las autonomías las que destruyen la igualdad territorial
He de admitirlo. Mire a la derecha o la izquierda, todo el mundo parece estar de acuerdo, lo reconozca o no, en prescindir de las diputaciones . No es que la gente tenga la convicción rigurosa de que son una institución inútil . Es que la mala conciencia que vamos teniendo sobre la insoportable cuantía del gasto público en España busca justificarse mutilando el engendro administrativo por la parte más débil y también más inocua . Las diputaciones están llamadas a ser hoy el chivo expiatorio del desparrame burocrático nacional. Y no para evitarlo o limitarlo, sino tan solo para desviar el peso de la culpa que debiera recaer sobre las autonomías. Ni se suprimirán sus estructuras, que serán asumidas por estas con un lastre añadido de ineficacia, ni por supuesto desaparecerán por arte de magia los más de sesenta mil trabajadores que las ocupan. Porque si de otro modo sucediera, el recorte acometido por Sánchez y Rivera dejaría en pañales a los ensayados por Rajoy. Y los ciudadanos tendrían que volver sus desorientadas cabezas hacia el PP, reclamando, oh ironía, a alguien que no les pignorase por completo el estado del bienestar.
Entiendo que para el común haya líneas rojas en el pensamiento de la Transición que no puedan ser traspasadas , tabúes que hay que respetar para que nuestro proyecto de convivencia no sea relegado una vez más al trastero de la historia. Pero yo me pregunto: ¿Si la Monarquía, la Constitución o la nación no son intocables, por qué narices van a ser las autonomías ? Es en estas y no en las diputaciones donde residen los demonios familiares de España . Son la autonomías las que están destruyendo la igualdad entre los españoles y la unidad que solo aquella puede conferirles. ¿Para qué componer territorios sempiternamente irredentos, que a veces implican amputaciones o adendas que constituyen auténticas barrabasadas históricas , si un buen día la lógica de la eficiencia administrativa nos descubrió la demarcación provincial, comprendida incluso, en muchos casos, por el mismísimo magín autonómico? Tenemos tanto derecho los cordobeses a ser cordobeses como los murcianos a ser murcianos. ¿ Por qué nos van a quitar nuestra diputación , cuyo escudo nos recuerda que otrora fuimos un reino? ¿Por qué no, mejor, elevar su rango, darle representación democrática de primer grado y elegir a nuestros diputados provinciales de la misma manera que a nuestros concejales? ¿Por qué no reclamar los mismos techos competenciales que han alcanzado en Asturias, en Cantabria o en la Rioja; e iguales privilegios forales que los que disfrutan en las provincias vascas o en Navarra?
En este día, en el que celebramos (¿?) la autonomía andaluza, yo renuncio a mi condición ciudadana de andaluz y vindico la de doblemente cordobés , conjuntamente con la de español y europeo, que son los cuatro niveles sensatos en los que puede organizarse una vida administrativa ágil y austera . Y dejemos que los mitos medievales sigan medrando, sin daño político ni económico, en las instancias culturales, de donde nunca debieron haber salido.