Tribuna Libre
Córdoba en el imaginario poético de Julio Aumente
Córdoba será siempre la única ciudad donde puede encontrarse la belleza perdida
Cuando Julio toma conciencia de que su escritura es más que un grumo de poemas diseminado en diferentes números de la revista ‘Cántico’ , ve la luz , en 1955, ‘ El aire que no vuelve ’, un libro ecléctico donde tienen cabida el canon clásico y la vanguardia modernista, sonoramente aventajados por el ruido de la posmodernidad.
En esta primera obra , Aumente nos muestra algunos de los temas capitales de su futura producción literaria: la ciudad de Córdoba , el desengaño del mundo, la soledad, la nostalgia; y ya hace alarde de su potencial expresivo, su conocimiento métrico y su virtualidad poética. El libro nos remite a la contemplación de Córdoba , sus calles, jardines, plazas, iglesias, fuentes, triunfos, su atmósfera salpicada de fastuosa liturgia. Rafael Laffón afirma que «por los cristales de una nostalgia difusa , muy personal mira el poeta su paisaje cordobés , que es tanto como si se mirara por dentro la vida».
Referencial en la temática religiosa de Julio Aumente es la figura de San Rafael , al que dedica el primer poema del libro; pero lo cierto es que todos los componentes de Cántico van a incidir en la providencia del Custodio sobre Córdoba y la callada complacencia que parece regir su destino de silencios. Lo cierto es que no ha habido en el siglo XX de la literatura cordobesa mayor pasión por Córdoba que la manifestada por los poetas de Cántico cuyas voces poéticas han impregnado de evocaciones el ámbito sellado del suelo cordobés . El Guadalquivir , en la voz de Góngora «rey de Andalucía», mantiene una presencia capital en la escenografía suntuosa del poeta.
Pero también el verdor sombrío de la sierra , la dulce campiña , las ermitas empinadas , la dorada naranja en el vergel, la perfumada higuera, la helada plata del olivar, los mil caballos de la noche enarbolando sus crines como antorchas del estío, guitarras y violines que evocan los placeres terrenos del arte, el vino, el óleo y el toreo; como afirmaba Mario, el común intimismo de Cántico, capaz de convertir Córdoba en señera ciudad literaria.
Ya desde su primer libro, Aumente canta el esplendor de Córdoba y la belleza de la vida; y, quizás por esta grata convicción, es infinitamente lancinante el carácter nostálgico, melancólico y elegíaco del hombre en soledad. El desencanto de la amistad, la adversidad del desamor y el tedio que le provoca la atmósfera literaria cordobesa generan en él un rechazo que lo lleva a sentirse ignorado por su ciudad y provocan su huida sin regreso de Córdoba . Tras publicar ‘Los silencios en 1958’, Aumente dejará de escribir durante largo tiempo, pero este voluntario exilio no destierra su acendrada memoria de Córdoba. Animado por Villena, Aumente compila algunos poemas antiguos en el libro Por la pendiente oscura, publicado en 1978. En esta obra incluye el poema ‘Canto a Puente Genil’ , un cálido homenaje a dos grandes poetas pontanos: Manuel Reina y Ricardo Molina, pero igualmente integra en su verso el particular homenaje a Juan de Mena y a otros poetas y pintores de Cántico: Juan Bernier, Pablo García Baena y Miguel del Moral.
El desconsuelo
En la segunda etapa de su producción poética , y tras haber recreado con exquisita finura, no carente de cierto escepticismo, la atmósfera cordobesa de su época, Aumente va derivando su línea esteticista y lujosa hacia un tono más popular y costumbrista , que no merma un ápice su desengaño vital tapizado de hastío y deseo desesperanzado, porque Madrid no logra liberarlo de su frustración y pesadumbre. Este desconsuelo nos obliga a pensar en Luis de Góngora y su menosprecio de la corte que le causó la enfermedad y la ruina. En Aumente , sobre todo cuando Madrid le resulta insoportable , emerge siempre ese recuerdo de la Córdoba que lo ha decepcionado ; la misma Córdoba decadente que describe García Baena, percibida por todos los poetas de Cántico. Aunque el tiempo difuminará poco a poco el feraz aliento que lo alimentó en su juventud, Aumente mantendrá su admiración por Córdoba , porque el desencanto no logró nunca desvanecer la impronta indeleble de su bellísima e ingrata ciudad .
Con la memoria agridulce de la ciudad que lo vio nacer, fallece Julio Aumente en la madrugada del 29 de julio de 2006 . Córdoba será siempre la única ciudad donde puede encontrarse la belleza perdida, la ciudad a la que dedica los más elocuentes y elogiosos versos : «Córdoba recogida y silenciosa (…) la Perla del Oriente. (…) Mármol, bronce, blancura, poesía, / oh Córdoba de torres coronada, / oh Córdoba callada, / cuyo silencio es voz de Andalucía. (…) Córdoba grave y quieta, / solar del pensador y del poeta; / Córdoba de perfil blanco y severo, / Córdoba de serena arquitectura, / Córdoba de hermosura, / patria estoica del santo y del guerrero (…) Córdoba celestial, Córdoba santa».
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