HISTORIA
¿Por qué fue Córdoba emporio del bonete de grana en el siglo XVI?
El profesor Rafael Girón ofrece una conferencia sobre este tocado que se vendía a los «infieles» turcos y berberiscos
En pleno siglo XVI, cuando la España del emperador Carlos V se batía en lucha con Solimán El Magnífico por un poder universal, Córdoba repuntaba, junto a Toledo, en la producción de una curiosa prenda: el bonete de grana , un tocado típico musulmán de color rojo, antepasado del actual fez, que cubría las cabezas de turcos y berberiscos. Poco o nada importaba que se estuvieran haciendo negocios con el «enemigo» : los intereses económicos prevalecían por encima del resto.
El profesor de la Universidad de Jaén Rafael Girón ha sido el encargado de sacar a la luz el papel de las citadas ciudades como emporios en la fabricación y comercialización de estos gorros , que se convirtieron en un elemento básico de la economía castellana. Girón contará todos los detalles de su investigación en el Archivo Provincial de Córdoba, a partir de las 19.30 horas .
«Para cuantificar la importancia del bonete de grana basta con consultar a economistas como Francisco Martínez de Mata, que pone como ejemplo de la decadencia de Castilla la pérdida de la producción de estos complementos. No en vano, hacia 1624 Toledo llegó a fabricar hasta 9 millones de bonetes al año; en Córdoba tenemos constancia de que se creaban miles de docenas », apunta el profesor jiennense.
Las rutas que seguían estos gorros eran diversas. Eran llevados por mercaderes hasta Cádiz y, desde allí, se embarcaban para ser distribuido en lugares como Safí, Tánger o Lanche , entre otros destinos. «Casi toda la nobleza del Norte de África los llevaban porque eran un símbolo de distinción», explica Girón.
De 700 productores a una decena
Sin embargo, la producción comenzó a decaer a principios del siglo XVII porque los argenilos empezaron a hacerse con el mercado con mano de obra esclava; Túnez también se sumó a la fabricación de la mano de moriscos expulsados de España y con posterioridad, Inglaterra, Francia y Holanda se hicieron con su parte del pastel al comenzar a comercializar bonetes. «El número de fabricantes en Toledo pasó de 700 a apenas una decena» , apunta el profesor.
Lo descubierto por Girón es solo la punta del iceberg. «Queda mucho por revelar, como, por ejemplo, cómo se abastecían de materias primas los productores para fabricar los bonetes; el tinte utilizado también se hacía en Córdoba. Voy a seguir tirando del hilo porque siempre me ha interesado mucho todo lo que tiene que ver con el comercio y la producción textil de otros periodos históricos», dice el experto.
«Este complemento -continúa Girón- tiene un gran número de referencias literarias. Por ejemplo, en El Quijote . Incluso los trinitarios que liberaron a Cervantes de su cautiverio en Argel sobornaron a sus captores con bonetes , ya que se solían utilizar como moneda de cambio en el Norte de África».