Programa de estancia temporal
Córdoba, cura de niños bielorrusos
Más de 30 niños pasan el verano con familias de acogida para alejarse de la radiación con la que conviven en su país
Cuando llega el verano son muchos los que huyen de la ciudad. En Bielorrusia, en cambio, siempre hay un grupo de niños que cada año está deseando ver el mes de julio plasmado en el calendario para venir a Córdoba. Son jóvenes con pocos recursos de 7 a 15 años que cada verano viajan desde su país, el más afectado a día de hoy por la radiactividad que provocó el accidente nuclear de Chernobyl en 1986 y cuyos efectos todavía perduran, contaminando la comida y el aire .
Gracias a la Asociación Acogida Infantil Los Pedroches y la Asociación Anida , apoyados por la Diputación, los menores pasan cuarenta días con familias de acogida con el objetivo de mantenerles alejados durante ese tiempo de la radiación. Este año llegaron el 15 de julio y volverán a su país el 21 de agosto.
Daría es una de las niñas que tiene la oportunidad de venir cada verano. Tiene 15 años y lleva siete participando en el programa de estancia temporal y con una sonrisa y u n perfecto español afirma estar «encantada» de venir: «Me gusta mucho pasar tiempo aquí. Hay mucha diferencia con Bielorrusia, hay muchas cosas interesantes y la gente está siempre cerca de ti, siempre te ayuda si tienes algún problema», dice la joven. Le gusta el calor de Córdoba, pero también la gastronomía: «La comida aquí está mas sabrosa , es más buena», reconoce. Entre sus platos favoritos está la tortilla de patata y la paella. Pero no solo ella está encantada de pasar aquí el verano, sus padres también: «ellos dicen que es mejor pasar el tiempo libre aquí que en Bielorrusia».
María José es quien, junto a su marido y sus hijas, forma su familia de acogida. Llevan ya siete años recibiéndola y cuarta que pasa por su casa. Durante el año siguen manteniendo el contacto con Daría, que les pide ayuda con los deberes de español. Eso sí, vía Skype. Como adolescente, María José cuenta las ganas de Daría de salir e ir a la feria, pero hay otros niños de su grupo que tiene otras rutinas: «Daría está bien, pero hay niños que vienen con enfermedades , sobre todo infecciones en la sangre», explica. Por eso, cuando vienen les ponen tratamiento y les ayudan en todo lo que necesiten: «les sacan sangre, les miran la vista, van al dentista, si tienen algún problema les dan las gafas o si hay que operarles, al año siguiente cuando vuelven les operan», explica.
En su caso no ha hecho falta, pero solo el cuidado y cariño que proporcionan a su hija durante este tiempo es agradecido enormemente por su familia, que sin entender el idioma, siempre tiene detalles con los acogedores . «Hay algunos que no tienen nada de nada y siempre te traen un detalle, que a ellos a lo mejor les cuesta un dineral. Algunos no tienen camas ni colchones para dormir, según los pueblos en los que estén», cuenta María José. Mientras están aquí, ni los recursos ni el idioma son problema para divertirse.