EL NORTE DEL SUR
Córdoba de los círculos viciosos
El «Urban Audit Habitat» sonroja porque constata que la falta de oportunidades y la estrechez de porvenires siguen donde siempre
Demoledor. El informe «Urban Audit Habitat» que difundió hace dos días el Instituto Nacional de Estadística ( INE ), sitúa a Córdoba en una posición sonrojante. El resumen del documento es que vivimos en la capital de provincia con la tasa de paro más elevada de toda España y en la que se encuentran tres de los quince barrios más pobres de todo el país. Para hacérselo mirar. Unos y otros. La lectura del primer dato es escalofriante: más de tres personas de cada diez en edad de trabajar, el 33 por ciento en concreto, está mano sobre mano. El segundo, la constatación de un fracaso colectivo: el Parque Azahara y Las Palmeras , el Barrio Guadalquivir (al que de poco le ha servido, a lo que se ve, desprenderse de su antigua denominación de polígono) y el Sector Sur figuran en el mapa nacional de los sitios convertidos en un círculo vicioso de falta de oportunidades y estrechez de porvenires que desemboca en no pocas ocasiones en el desempleo y el estigma social.
Alguien ha hecho algo muy mal. O muchos lo han hecho todo fatal. El Ayuntamiento , como si la cosa no fuera con él, se desentendió ayer del panorama desolador que pinta el informe en cuestión para negar la mayor -esos datos no responden a la realidad, vino a decir- y a renglón seguido le echó la culpa de la situación que no reconoce al resto de las administraciones públicas . Y a mí que me registren. Pues hombre, tomar conciencia de un problema es el primer paso del intento de que se resuelva. Si es que uno quiere arreglarlo. Pero nada, los habitantes de los barrios que siguen a la cola no merecen la autocrítica. Ahí seguirán, entonces: verán de vez de cuando, y probablemente en los doce meses que faltan hasta las elecciones locales, a concejales, delegados de la Junta y quizás al subdelegado del Gobierno que está por nombrar acercarse al vecindario con anuncios de inversiones, de planes de rescate o de inyecciones financieras para la creación de microempresas que tendrán el único propósito de que todo permanezca exactamente igual que en las últimas décadas.
A un político le resulta fácil vivir de promesas, pero para el día a día de la gente común suelen ser bastante inservibles: no llenan la nevera, no sanean la cuenta corriente, no pagan las facturas pendientes, no garantizan un futuro para tus hijos. Que se lo pregunten a quienes tienen por domicilio Las Palmeras, que no saben ya cuántos programas integrales de rehabilitación han ido a presentarles las autoridades, incluyendo entre ellos los célebres platos-ducha con los que se presentó un buen día un exconcejal y empresario ahora recluso. Allí están, también, paseándose por el filo del abismo, cientos o miles de jóvenes del Distrito Sur, sabedores para su mal de que la esperanza del progreso es un privilegio incalcanzable en el lado de la vida en el que les ha situado el destino, y que en vez de sacudir conciencias alimenta cobardías.