Apuntes al margen

Córdoba, el calor y el mito

El Ayuntamiento tiene en su mano mejorar las condiciones contra las altas temperaturas

La calle Capitulares casi desierta en plena ola de calor Valerio Merino
Rafael Ruiz

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Si Córdoba recibe un halago es, belleza e historia aparte, lo bien que está diseñada contra las temperaturas extremas . Esta misma semana, en una conocida red social, lo hacía un periodista de la edición europea de ‘Politico’. Las razones suelen ser bastante exactas. Calles estrechas que facilitan la sombra , usos como crear hileras laterales de árboles (particularmente, naranjos), la instalación de entoldados para protegerse del sol, la creación de islas de vegetación en las zonas comunes de las viviendas con los patios tradicionales como bandera o la presencia abundante de agua que contribuye a paliar unas altas temperaturas que van a ser cada vez más intensas tanto aquí como en muchas otras zonas del planeta, según los informes científicos.

Todo ello está fenomenal pero debería ceñirse a una parte muy concreta de la ciudad de Córdoba. Se trata de una herencia de la arquitectura andalusí que adaptó, a su vez, algunos usos y costumbres ya existentes. La cuestión es que Córdoba es una ciudad histórica donde la mayoría de los cordobeses reside en barrios construidos en el siglo XX y que en el siglo XXI está conociendo una expansión territorial relevante en su flanco de Poniente. Sucede que todos esos nuevos barrios, incluso los novísimos, no siguen ni una sola de esas tácticas para hacer la vida mejor . Las avenidas son cada vez más amplias para la circulación de vehículos, la vegetación es cada vez más difícil de encontrar y el agua, ay el agua, se ha convertido en el unicornio urbano. Las plazas, cuando existen, son verdaderos secarrales.

Sucede también que la ciudad histórica lleva sometida desde hace décadas a un proceso de rehabilitación y mantenimiento lógico en el que se hace todo lo contrario de lo que se debería. Es cada vez más habitual ver calles recién reformadas donde, con mucha suerte, colocan tres palitos en un alcorque o esos maceteros que jamás darán sombra.

El último intento bien enfocado fue del anterior gerente de Urbanismo, el arquitecto Emilio García , que repartió un breve informe en 2018 en una comisión municipal proponiendo repensar todo esto . Se basaba en los datos que aportaba el libro «Clima, medio ambiente y urbanismo en Córdoba», publicado en 1999 por el profesor Pedro Domínguez Bascón.

Afirmaba aquel informe, que por supuesto fue ignorado como casi todos los relevantes, que el granito usado masivamente desde finales de los años noventa es un extraordinario acumulador de calor . Es un material que, expuesto al sol, alcanza temperaturas que superan los 60 grados centígrados y que existen alternativas que permitían restar hasta 20 grados a esa barbaridad. Emilio García llegaba a proponer una idea estupenda. Normalizar en las ordenanzas municipales de edificación y urbanización la presencia de plantas y agua en las obras públicas de la ciudad con el objetivo de crear una regulación natural de la temperatura en las casas, favoreciendo una vida más templada.

El gobierno municipal de PP y Cs ha asumido la creación de grandes parques (el famoso anillo verde) como una política estratégica de cara a mejorar la vida de los vecinos. Nadie duda de que esto sea preciso y que hay que contar con lugares de esparcimiento. Convendría también revisar su propia política en esas obras no tan campanudas. En esa calle que se rehabilita cepillándose de forma inmisericorde la arboleda urbana existente o que se da por acabada sin un mal seto donde protegerse de un calor que este año, señoras y señores, ha llegado a superar los 47 grados de vellón.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación