Córdoba ante el Brexit
Tres trabajadores de diferentes ámbitos residentes en el Reino Unido ofrecen su punto de vista sobre la salida del país de la UE

En Londres, un directivo de Dragados , multinacional española con una gran presencia en el mundo, supervisa la marcha de las obras de la empresa en el Reino Unido, que incluyen el gigantesco (en todos los sentidos, incluso el económico: 1.100 millones de euros de presupuesto) puente Forth Crossing en Edimburgo o varios túneles en la propia City. Un poco más al norte, en la ciudad portuaria de Hull, un químico trastea con nuevos compuestos sintéticos para otra multinacional (esta vez británica), la petrolera BP , una de las mayores empresas del mundo. Mientras, en la pequeña y bellísima ciudad de Bath, Patrimonio de la Humanidad , un joven cocinero prepara los servicios en uno de los mejores restaurantes franceses de la localidad. Podría ser -de hecho, lo es- el inicio de una jornada laboral cualquiera en el Reino Unido, un país que se acaba de despertar entre el sueño y la pesadilla , según se mire, del Brexit. Los tres trabajadores de esta historia se llaman Jerónimo, Manuel y Emilio . Son inmigrantes plenamente integrados y residentes en el país desde hace años. Son cordobeses y se enfrentan a una situación sin precedentes en la Unión Europea que afectará, aún no saben cómo, a su futuro.
Jerónimo Cruz , director financiero de Dragados para el Reino Unido e Irlanda del Norte, lleva cinco años y medio en la capital británica. Aún no sabe cómo afectará el Brexit a él o a la multinacional española, pero avanza que «hay dos tipos de empresas en el Reino Unido: las que se pueden ir a otro sitio y las que no. Nosotros no tenemos opción, debemos permanecer aquí » debido al volumen de trabajo que Dragados mantiene en las Islas Británicas. En cuanto a los trabajadores, el directivo entiende que «la salida de la UE implicaría una gran subida de impuestos para poder mantener las ayudas sociales. O si el gobierno es valiente, reducir las prestaciones a quienes han votado a favor del Brexit», es decir, a los mayores.
Manuel Ojeda trabaja desde hace cuatro años como químico de investigación en una de las dos sedes que BP tiene en el Reino Unido, ubicada en Hull, en el Mar del Norte. Narra una conversación reveladora: «En la radio he escuchado a uno de los partidarios del Brexit d efender la salida de la UE alegando que uno de los beneficios es tener un contacto más estrecho con la Commonwealth para que la reina de Inglaterra siga siendo monarca en todos esos países y recuperar el espíritu imperialista». Ojeda se siente ahora «un poco más extranjero . Cuando empiezas a querer este país, de repente un día te despiertas y ves que ya no eres tan bienvenido ».
Emilio Jiménez tiene 27 años y lleva más de cuatro trabajando en la hostelería en Bath, una localidad turística de poco más de 80.000 habitantes a 150 kilómetros al oeste de Londres. Empezó como pinche y ahora es jefe de una sección de cocina en una franquicia del restaurante francés Brasserie Blanc. Se marchó al Reino Unido no tanto por falta de trabajo en España como para «no tener que renunciar a mis principios para tener un empleo. Conozco mis derechos como trabajador y se que en España no se respetan, mientras que aquí hay una relación justa entre patrono y empleado », asegura. El joven cocinero declara sentirse al menos un poco dolido por la victoria del Brexit: «¿De verdad nos rechazan?» , se pregunta.