PERSONAJES
Así fue Córdoba en 2018: donde esté la voluntad
Una policía local, un cantaor flamenco con síndrome de Down y un diseñador que ha pulverizado la barrera de género han sido ejemplo de tenacidad en este 2018
Cuando Delfina Tapia se enfundó, por primera vez en España, el uniforme de policía local muchos la mandaban a fregar platos. Directamente. Sin circunloquios ni paños calientes. Hablamos de 1970 . De aquellos años en que nuestro país apenas se desperezaba de la mojigatería dominante. Y las mujeres eran entonces seres de segunda categoría tutelados por el hombre. Hasta para sacarse el pasaporte o abrir una cuenta corriente tenían que acreditar la firma del padre o la del marido. Como oyen.
Y, claro, contemplar a una fémina dirigir el tráfico en el centro de la ciudad era un ataque frontal a los usos y costumbres. Delfina Tapia tenía 21 años. Y una determinación a prueba de bombas por cumplir un sueño . Un sueño transgresor para la España de la época. De acuerdo. Pero un sueño, al fin y al cabo, que, en realidad, se convirtió en un anticipo de los tiempos que estaban por llegar.
Un día vio por televisión a una japonesa regulando el tráfico. Y Delfina Tapia se quedó pegada a la pantalla. Hasta que escuchó en la radio la convocatoria del Ayuntamiento de Córdoba. Diez plazas para mujeres en la Policía Local. Una tenía que ser suya. Y así fue . «Yo me veía en la calle Cruz Conde regulando el tráfico. Y el día que pasé por primera vez con uniforme por allí, lloré de alegría».
La determinación de Delfina Tapia frente a los elementos está a la altura de la de Manolo de Santacruz . ¿Y quién es Manolo de Santacruz? Un cantaor flamenco. Pero no únicamente un cantaor flamenco. Manolo Romero es un joven artista con síndrome de Down. Una nadería cuando la voluntad se abre paso por encima de los inconvenientes. «Si no te pones límites, puedes hacer lo que quieras», declaró el cantaor, que ya tiene un disco en la calle y estaba a punto de publicar el segundo cuando en junio se sometió a las preguntas de Contramiradas.
Y Manolo Romero no se pone límites . Ni para cantar una soleá ni para levantarse a las seis y media de la mañana, coger el autobús en Santacruz, atravesar media Córdoba y trabajar como administrativo en una empresa de servicios. Su padre es aficionado flamenco y en casa sobrevolaba siempre la voz de los grandes: desde El Cabrero a Fosforito, desde El Pele a Enrique Morente.
Se subió al escenario por primera vez con 15 años . «Fue maravilloso», proclama. Desde entonces no ha hecho sino estudiar y perfeccionar su formación flamenca para pulir las seguiriyas, las alegrías, los fandangos, las bulerías y lo que se ponga por delante. ¿Vértigo en el escenario? «Vértigo no. Responsabilidad sí» . Es Manolo de Santacruz. La voluntad hecha voz.
Exactamente igual que la voluntad de Alejandro Gómez Palomo . La voluntad y la valentía. ¿O quizás la temeridad? Hablamos de un muchacho de Posadas, que está arrasando el mundo de la moda . Ustedes lo conocerán quizás por Palomo Spain. Ese chaval de pueblo que dinamita las fronteras de género en la pasarela. Solo hay que echar un vistazo a sus chicos con faldas estampadas, volantes sin freno y sedas vaporosas. «Estamos reinterpretando la masculinidad. Un derecho del hombre que estaba perdido» , dijo con absoluta naturalidad al otro lado del teléfono cuando ABC contactó con él en febrero de este año.
Porque esa es otra. Sentar a Palomo Spain con una grabadora delante es un propósito endiablado. Su éxito fulgurante lo lleva a rastras por las pasarelas de medio planeta . París, Nueva York, Milán. Tanto que su ropa ya duerme en el armario de artistas de relumbrón planetario. Por ejemplo, de Beyoncé. El día que la estrella americana presentó por Instagran a sus mellizos recién nacidos lo hizo con un vestido de tonalidades moradas facturado en su taller de Posadas. Lo demás vino rodado. No hay ningún cerrojo que la voluntad no pueda abrir. Y en estos tres audaces tienen ustedes la prueba.