Cultura
El corazón flamenco de Córdoba vuelve a latir
Entidades históricas como Fosforito o La Fuenseca ya han podido retomar la actividad de actuaciones y tertulias
El otoño ha sido siempre la estación ‘sagrada’ de las peñas flamencas , el lugar donde el cante, el toque y el baile han mantenido prendida siempre la llama. Tras el verano y sus festivales nocturnos, la bajada de las temperaturas favorece el recogimiento, el encuentro de viejos amigos en torno a la música popular. Ahí las peñas, con su ambiente familiar, renuevan sus liturgias . Si así ha sido en el pasado, más aún ocurre este año, cuando estos espacios van volviendo a la normalidad gracias a la relajación de las medidas contra el coronavirus .
Tras meses de cierre, las peñas recuperan su ambiente y su mística, esa intimidad del flamenco a escasos metros del público y con el sabor de las viejas tabernas, los finos de la tierra y las costumbres del ayer. Esta realidad también supone un alivio para los artistas flamencos, especialmente dañados por la crisis y que ahora ven como el teléfono vuelve a sonar.
En la capital, este mismo fin de semana se ha vivido con intensidad la noche flamenca en dos zonas vecinas y de cordobesía plena: San Agustín y La Fuenseca . En la Taberna Las Beatillas tiene su sede una de las peñas más activas e históricas, la dedicada al cantaor Fosforito . Este fin de semana han actuado en ella las cantaoras Rocío de Dios y Remedios Castro y los guitarristas Rafael Ruiz y Juan Ramón Cisneros. La actuación no ha sido una fecha suelta en el calendario de una entidad que tienen una vívida afición flamenca En las semanas precedentes, cantaores como Rafael Heredia ‘El Polaco’, Rafael Montilla ‘Chaparro ’ -que acaba de grabar nuevo disco tras tres décadas- o Anabel Castillo. También los tocaores Paco Cortés, Antonio Contiñez o Manolito Herrera.
Según explica el presidente de la peña Fosforito, José Gregorio , la programación de recitales de todos los géneros está cerrada hasta el mes de diciembre y la afluencia de peñistas y aficionados al flamenco se mantiene como en los tiempos precedentes a la pandemia. También funciona la escuela de zambomba de la peña, que el 11 de diciembre ofrecerá su actuación anual en el Parador de la Arruzafa .
Gregorio señala que lo que se ha intentado es intensificar la programación en estos meses con el fin de echar una mano a los artistas y «hacerles la situación más llevadera» desde el punto de vista económico en un contexto de caída de las contrataciones. La directiva de la peña Fosforito trabaja ahora en la programación que desarrollará en 2022 , si la situación sanitaria lo permite, que pretenden que sea continua y que confían en que se pueda desarrollar «con plena normalidad». Con ello, queda garantizada la vuelta del flamenco a San Agustín, un barrio de aroma castizo que sería difícil de entender sin este ambiente.
Lo mismo ocurre unos metros más arriba, en la histórica peña Merengue de Córdoba , que tiene sede en la Taberna La Fuenseca . Funciona esta peña al estilo antiguo, con tertulias y cantes que se montan a diario de forma improvisada. También es la peña local de ensayo de muchos artistas jóvenes, que allí se preparan para sus actuaciones. Un lugar donde aún es posible ver el flamenco en su estado originario. El responsable, Jesús Alamillos , explica que se están programando las tertulias especiales de los sábados, como la que tuvo lugar el 12 de octubre con la presencia de Fernando Ortiz, Rafael Rodríguez ‘Merengue de Córdoba’ y Juan Muñoz ‘El Tomate’ . Este encuentro de históricos del flamenco cordobés se ha subido a las redes sociales y acumula en apenas un mes centenares de compartidos. «Nosotros volvimos a abrir en cuanto pudimos y los ensayos se han vuelto a celebrar desde el principio, mientras que las actividades las hemos retomado en cuanto se nos ha permitido el aforo», explica Alamillos.
Preparando también su programación están en estas semanas las peñas el Rincón del Cante y El Almíbar , que comparten sede en el centro de la ciudad, en el Callejón del Niño Perdido . Según explica Luis Carrillo, uno de los directivos de El Almíbar, todo está previsto para que comiencen las actuaciones el 3 de diciembre, con lo que se pondrá fin a un largo periodo de inactividad, al que se unió en 2020 el problema que surgió con los propietarios para mantener esta histórica sede, que al final pudo resolverse. «Estamos muy ilusionados, con muchas ganas de empezar, y creemos que también es importante para los artistas, que tienen también ganas de actuar y de que vuelva el ambiente de las peñas», explica Carrillo.
Actividad en la provincia
La labor peñística no se queda solo en Córdoba capital, sino que se extiende a peñas de la provincia muy activas como la de Agustín Fernández de Pozoblanco o El Mirabrás de Fernán Nuñez . Félix Gutiérrez , vicepresidente de la peña pozoalbense, explica que a lo largo del año 2020 se han podido mantener las actividades en colaboración con la Concejalía de Cultura de la localidad y en espacios como el Teatro El Silo , donde este viernes actuó la cantaora jiennens e Ángeles Toledano , o la Plaza de Toros durante el verano. El paso definitivo será volver a la sede de la Peña, en la plaza del Pozo Viejo , algo que según explica Gutiérrez pretenden hacer en enero «si no nos recomiendan lo contrario». La programación ya se está ultimando para todo el ejercicio que viene.
Estas noticias de retorno a la normalidad flamenca son recibidas con alegría por la afición, pero hay otra perspectiva muy importante: la de los artistas que reciben la llamada de las entidades para actuar. En especial, la de los jóvenes que se abren camino en el arte flamenco y que en las peñas encuentran una segunda familia. Así lo explica el jovel percusionista Rafael Moreno Reyes ‘Güito’ , un habitual de La Fuenseca e hijo de Cesareo Moreno , percusionista de larga trayectoria. «Mi sensación es que al poder volver a las peñas se ha liberado el flamenco, que de alguna manera estaba cerrado en las casas; yo lo veo como que al fin se ha librado algo que está muy dentro de mí», explica el artista.
De su estancia frecuente en La Fuenseca explica que es «como mi segunda casa» y un lugar en el que encuentra a gente con su misma pasión. «Allí todos somos una familia, es un lugar para estar a gusto alrededor del flamenco y la cultura , y todo eso había quedado en un segundo plano en unos meses en los que sólo se hablaba de política y del virus», añade. Esa sensación de liberación y de regreso al flamenco en su forma más pura es la que prima en este otoño en el que las peñas, cada una con su idiosincrasia, vuelven al fin a su trajín cotidiano. A esa autenticidad que tanta vida le aporta a una ciudad.
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