AGRICULTURA

Controlar el agua, una ruina para el campo

Una investigación en que ha participado la Universidad de Córdoba demuestra cómo gravar el uso del líquido elemento dañaría a la economía

Un campo de cultivo cuarteado por la falta de lluvia ARCHIVO

S. A.

Las sequías suponen una de las catástrofes más silenciosas. Devastan los terrenos con el paso de los años, dejando terrenos áridos y sin rastro de vida alguna. Los agricultores y ganaderos saben muy bien lo que supone afrontar un año sin lluvias. Por eso, en el marco de la Unión Europea y en países como Estados Unidos o Australia ya se han planteada soluciones para minimizar los efectos de las sequías. Una de ellas es la implantación de una ecotasa para regular el consumo del agua.

El problema es que esta medida lograría reducir el consumo, con un uso más eficiente del recurso, pero empobrecería la economía local, especialmente la agraria. A esta conclusión se ha llegado en una simulación en el que se incrementaban de forma experimental los precios del recurso a través de una ecotasa. El estudio, desarrollado por la Universidad de Córdoba , la F ondazione Eni Enrico Mattei y el Centro Euro-Mediterraneo sui Cambiamenti climatici en la región italiana de Emilia-Romaña , puede ayudar a establecer políticas económicas sobre éste y otros recursos naturales.

Distintos escenarios

Con el fin de conocer los efectos que las medidas fiscales podrían tener sobre el uso del agua y sobre la economía agraria y local en su conjunto, un equipo de investigadores en ingeniería agronómica ha simulado diferentes escenarios impositivos en una región agrícola italiana. Emilia-Romaña (al norte de la bota) es un territorio fértil bañado por las aguas del caudaloso Po, el río más largo de la península italiana. «La idea de partida es que, si se sube el precio, el uso será más racional. En el campo, esto podría suponer una apuesta por cultivos con un mayor valor añadido », expone Carlos Gutiérrez , del Departamento de Economía, Sociología y Política Agraria de la UCO, participante del estudio.

Para conocer los efectos del sobrecoste, dividieron la región en distritos de riego . A partir de una herramienta, llamada «modelo de preferencia revelada», se reprodujo el comportamiento de los agricultores en cuanto al uso del agua. Con la tasa, su uso disminuía y los caudales de los ríos se mantenían más copiosos ; pero a partir de un punto de incremento de costes, la economía de estas explotaciones se resentía y entraba en pérdidas. Esto no sólo sucedía en los campos de cultivo. A nivel macroeconómico, también había consecuencias. La simulación mostraba que el incremento del precio del agua tenía efectos globales en el valor bruto añadido de la zona.

En Andalucía el uso del agua está al límite; si hubiera sobrecoste, los agricultores se irían al secano

Vistas las consecuencias negativas en la economía, pero positivas para el medio ambiente, ¿ hasta qué es punto es bueno establecer este tipo de tasas? Gutiérrez cree que la herramienta es útil «dependiendo de la región». «En Andalucía, sería negativa , ya que el uso agrícola del agua ya está en el límite, puesto que no se dispone de más». Si se estableciera un sobrecoste, los productores se verían obligados a abandonar el regadío por cultivos menos eficientes de secano. «Sin embargo, en regiones más ricas en agua, como las del norte de España, puede ser una herramienta positiva , aunque hay que tener en cuenta que se perdería algo de valor bruto añadido».

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