Día Internacional del Niño con Cáncer

El padre de un niño con leucemia en Córdoba | «La palabra cáncer entra en tu casa y piensas que esto le está pasando a otro»

Juan Francisco Ferrer, el proteginitor de Gonzalo, resalta que la ayuda de la familia es fundamental para superar el trance

La mascarilla, clave para reducir la leucemia en un 50 por ciento

Juan Francisco Ferrer, con su hijo Gonzalo en el Reina Sofía ÁLVARO CARMONA
Rafael Aguilar

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«Piensas que estas cosas no te van a pasar a ti. No sabes cómo reaccionar». Quien lo dice es Juan Francisco Ferrer , padre de Gonzalo , un niño de 8 años que cursa Tercero de Educación Primaria. «A él le diagnosticaron leucemia el 20 de marzo de 2017 , después de haber tenido fiebre desde unos veinte días antes: estaba muy cansado y lo llevábamos a Urgencias y nos decían que podía ser de la garganta o del estómago», reseña el hombre. «Mi mujer, Charo, pertenece a Muface y estaba con los niños en una compañía privada médica, por lo que lo llevamos al Hospital de la Cruz Roja y le hicieron muchas pruebas...».

Todo explotó una tarde: Juan Francisco lo recuerda bien: «Vinieron un médico y una enfermera y nos dijeron que fuéramos fuertes, que ellos no tenían medios para curar al niño. Me acuerdo de cómo estaba muy mujer, tapándole al niño los oídos para que no se enterara de nada». Él da fe de qué siente uno «cuando en tu casa entra la palabra cáncer».

Padre e hijo en uno de los accesos del centro sanitario cordobés ÁLVARO CARMONA

«Piensas que esto le está pasando a otro». Juan Francisco hace memoria: «Nos derivaron al Hospital Reina Sofía , donde sí parecía que había medios para curar a Gonzalo, y los primeros seis meses fueron de entradas y de salida continuas..., aunque más bien de entradas la verdad, porque el niño se los pasó allí enteros». «Después de esa primera etapa la cosa se tranquilizó un poco, aunque seguimos con quimio durante dos años: ahora vamos cada tres o cuatro meses al Hospital».

Gonzalo, que ahora tiene ocho años, va al colegio con normalidad. ¿Y qué ha supuesto la pandemia para el chico? «A nosotros esto nos cogió un poco enseñados, porque antes del coronavirus él ya usaba mascarilla y no podía salir de casa como quería, y cuando se estaba empezando a recuperar llegó el confinamiento», indica el padre del menor, que aprendió a leer y a escribir en su casa con la ayuda de su madre.

«Él se acuerda de su enfermedad, pero es un recuerdo al que no le da más importancia; lo que no se le olvida es la ayuda que le prestó su hermano, al que le dijimos que el pequeño tenía un bichito al que lo íbamos a hacer pequeño en el hospital: se apoyaron mutuamente», resume quien manda un sentido saludo de agradecimiento «a todos los personajes anónimos del Hospital Reina Sofía por su dedicación y buen hacer con el paciente».

Natividad Ríos: «Sandra fue fundamental para Andrea: estuvo y está siempre ahí»

Natividad junto a su hija Andrea ABC

Andrea Vioque Ríos tenía 13 años cuando, hace uno y medio, le diagnosticaron leucemia. Vecina del barrio de Electromecánicas , la adolescente reconoce que el mundo se le vino abajo al principio, «pero pensé enseguida que no podía hundirme, que lo que tenía que hacer era poner todo lo que estaba de mi parte para superar la enfermedad: lo importante en esos momentos era ser positivo», declara la menor. Su madre, Natividad Ríos , elogia su fuerza de voluntad, su tesón: «Tercero de ESO lo acabó en el Hospital , mientras estaba ingresada, y ahora hace Cuarto en el Instituto Medina Azahara online ’, aunque ella se empeña en hacer los exámenes de forma presencial», resume.

Al principio, el diagnóstico que pesaba como una losa se quedó en la intimidad . Así, Andrea relata que «se lo conté solo a una amiga, a la que le tengo más confianza, y poco a poco me fui abriendo». Su progenitora interviene para puntualizar que en esos primeros compases fue decisivo el apoyo de su hermana mayor: « Sandra fue fundamental para Andrea: estuvo y está siempre ahí», declara. ¿Y qué se le pasa por la cabeza a una chica de trece años cuando le dicen que tiene cáncer?

«Me quedo con todo lo que he podido madurar en este tiempo: ahora le doy más importancia que antes a la familia , la valoro mucho más», indica. Las sesiones de quimioterapia semanales a las que tiene que someterse aún —intramusculares y orales— le impiden hacer una vida todo lo normal que ella querría. «Pero hay que ser optimistas: a las personas a las que les diagnostiquen esta enfermedad les lanzo el mensaje de que tienen que ser fuertes aunque noten un cambio físico importante», acaba.

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