PATRIMONIO

¿Conoces la historia del misterioso castillo abandonado que hay en Alcolea?

El Palacio de Isabela fue construido por el Conde de Torres-Cabrera en 1871; fue el primer lugar en el que se cultivó la remolacha azucarera en España

Palacio de la Isabela V.M./VÍDEO: DRON MANUEL

S.L.

En la orilla izquierda del río Guadalquivir , pocos kilómetros después de pasar la llamada Cuesta de La Lancha , entre la barriada de los Ángeles (Alcolea) y el Centro Penitenciario de Córdoba, se divisan los restos de una fortaleza poco conocida para los cordobeses; un misterioso castillo abandonado cuya historia arrancó allá por el año 1871: el Palacio de la Isabela .

En estado ruinoso, ha sufrido el paso del tiempo, actos vandálicos y el abandono de las administraciones, tal y como ha denunciado en más de una ocasión la Asociación Hispania Nostra , que en 2016 incluyó esta construcción en su Lista Roja del Patrimonio en Peligro.

Según explica Paco Muñoz en su blog «Notas cordobesas», el edificio «tiene una planta semisótano de dos enormes habitaciones abovedadas, donde estaban instalados la parte correspondiente a los servicios, cocina, bodega despensa, etc. Cada una de las torres redondas está orientada a un punto cardinal [...]. Tiene tres plantas , con una cubierta almenada, la entrada es peligrosa por el estado de los pisos superiores cuyos suelos dejan ver las vigas derruidas que los sustentaban».

Fue en 1871 cuando el prócer cordobés don Ricardo Martel y Fernández de Córdoba, conde de Torres Cabrera y del Menado (quien fue alcalde de Córdoba en dos ocasiones, en 1864 y 1867; gobernador civil, diputado a Cortes, senador vitalicio por Córdoba y Grande en España), fundó la colonia de Santa Isabel, «para lo cual utilizó los terrenos de su propiedad que tenía en la barriada cordobesa de Alcolea, con una extensión de 733 de hectáreas en coto redondo. La primera piedra del palacio se colocó el 24 de octubre de ese año, San Rafael. Se utilizaron elementos militares. El objetivo es que este complejo fuera la residencia de su familia», apunta Hispania Nostra.

En el cimiento de la torre mayor se enterró un pergamino con la siguiente inscripción:

«En el nombre de Dios. Hoy día 24 del mes de octubre, festividad del Santo Arcángel Rafael, Custodio de Córdoba: en el año 1871 de la era cristiana, vigésimo sexto de la exaltación al Trono Pontificio de nuestro Santísimo Padre el Papa Pío Nono; y tercero de la emigración de España de S.M. la Reina Isabel Segunda de Borbón, y de la real familia; los Sres. D. Ricardo Martel Fernández de Córdoba, Bernuy y Gutiérrez de los Ríos y de doña María Isabel de Arteaga y Silva, Carvajal y Téllez­Girón, condes de Torres Cabrera y del Menado, emprenden estas obras, con el objeto de fomentar el cultivo de estos terrenos , y la señora Condesa con su propia mano, coloca la primera piedra de estos edificios y el primer árbol de sus planteras, sirviéndose para ello, de la misma pala con el que el Excelentísimo e Iltmo. Sr. D. Juan Alfonso de Alburquerque, actual obispo de Córdoba, inauguró los trabajos de la línea férrea que une a Córdoba con Sevilla.

Los que abajo firman, saludan a las generaciones futuras : demandan al que esto leyere, que ruegue a Dios por sus almas; y piden a la divinidad misericordiosa que hagan cesar las perturbaciones que hoy afligen a la Iglesia y el Estado.- I. El Conde de Torres Cabrera.- R. La Condesa de Torres Cabrera.- E l coronel Ramón de Ciria, Contador de la casa. – Amadeo Rodríguez, Arquitecto.- Antonio López Carrillo, Maestro de obras.- Miguel Crespo, Jardinero.- Juan Cristóbal Serrano, Hacedor de Campo».

Uno de los datos más curiosos de esta colonia es que fue el primer lugar en el que se cultivó la remolacha azucarera en España y fue pionera en producir azúcar en 1882, en la fábrica que se levantó cerca del puente.

La Junta, en su momento, se desentendió de este edificio: «El Palacio de Isabela es un bien de propiedad privada , por lo que, según establece el artículo 14.1 de la Ley 14/2007, de 26 de noviembre, de Patrimonio Histórico de Andalucía, corresponde a sus propietarios el deber de conservarlo, mantenerlo y custodiarlo de manera que se garantice la salvaguarda de sus valores».

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