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El complejo de ocio de la Cruz del Rastro de Córdoba, ocho años de despacho en despacho

Barin quiso empezar las operaciones del complejo en 2013 para invertir 3,5 millones

Solar de Barin en 2013, cuando el proyecto iba a comenzar Valerio Merino

Rafael Ruiz

La Gerencia Municipal de Urbanismo autorizará esta semana por segunda vez el desarrollo del complejo de ocio previsto en el solar de 1.600 metros cuadrados que el grupo inmobiliario Bartin tiene previsto desarrollar desde hace años, muchos años, en un espacio de verdadero privilegio para el sector hostelero.

Esta vez será la segunda en que la empresa vea que se han reunido las condiciones para efectuar el despegue del solar paralelo al de la antigua Posada de la Herradura , donde se realizó un aparcamiento coronado por un negocio de la noche, cuya apertura supuso un efecto llamada para todo el entorno.

La empresa no desarrolló en su día los planes que tenían por los motivos que fuesen pero no los abandonó. Las licencias de obras caducan . Una vez pasado un tiempo determinado hay que volver a ponerse en la cola para un proyecto que, en su día, se calculó para 3,5 millones de inversión (con el millón y medio largo que costó el solar) y medio centenar de empleados producto de los negocios de hostelería que se pondrían en marcha.

Barin venía de crear un negocio de mucho éxito. El grupo inmobiliario y sus socios habían convencido al Ayuntamiento de que la antigua caseta del Círculo , que estaba hecha una ruina, tenía posibilidades. Se quedó con la concesión casi sin competencia generando un negocio de hostelería que funcionó de forma muy competitiva hasta la llegada del Covid.

La lógica de la empresa al poner el negocio en marcha vino también de la mano de la revalorización de la Ribera como lugar de ocio. En la década pasada, los negocios hosteleros empezaron a proliferar en la zona por las posibilidades de contar con espacios abiertos, terrazas y edificios que se vendían casi completos para estos menesteres.

El proyecto actual lleva en trámite desde 2018 y se topó con la oposición de colectivos vecinales de la zona que aseguraban que los niveles de ruido empezaban a ser incompatibles con una vida normal. Un colectivo de vecinos reclamó que se considerase esta parte de la ciudad como Zona Acústicamente Saturada , lo que hubiese obligado a prohibir temporalmente la puesta en funcionamiento de nuevos negocios. La exigencia no prosperó.

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