Baltasar López - PRIMERA PLANA
La «comisionitis»
Quizás, el plan municipal contra el paro sea impulsar una industria del mueble que nutra al Consistorio de las múltiples mesas de diálogo que necesita
El reloj sonó. La alcaldesa, la socialista Isabel Ambrosio, se desperezó del sueño hecho realidad de una Semana Santa sin tropiezos. Pero, al despertar, las comisiones, y con ellas los problemas, seguían allí. Vuelta al cole y al foro de diálogo con el que el PSOE espera ganar tiempo y hallar una salida al sindiós formado por su socio de gobierno (IU) para frenar el proyecto de Cosmos de quemar residuos y lograr combustible de forma más barata. Aunque la cementera tiene permiso de la Junta para esa actividad y el Ayuntamiento no ha presentado ni un pósit que acredite su peligrosidad para la salud, la coalición de izquierdas se ha lanzado a tumba abierta contra esta fábrica, que se expone al riesgo de palmar, según denuncia su plantilla.
Como el bipartito se ha dejado encendida la máquina de las comisiones, acaba de salir una hornada: la de las tarifas del agua; la resurrección del órgano que, en un alarde de marxismo (por Groucho, claro), vigilará que se cumpla lo que aprueba el Pleno o la de memoria histórica. En esta última, prepárense para otra batalla en torno a la guerra civil si se plantea la retirada de nombres de espacios muy arraigados en la ciudadanía, como la plaza de Cañero. Los dirigentes municipales de toda España le tienen a estos instrumentos el mismo apego que Don Johan Cruyff (DEP) a los chupachups, con los que regateó a su peor rival: el tabaco. Todo son ventajas para ellos: quedan bien al dar participación a colectivos, expertos o el resto de partidos; desactivan los marrones durante meses o años y sus conclusiones suelen ser favorables al que manda.
Eso sí, aquí hemos tenido una comisión, la del Metrotrén, que hizo descarrilar todos los lugares comunes sobre estos órganos. Tras cuatro meses de trabajo, emitió en febrero un dictamen a favor de activar en 2016 el cercanías que diseñó el PP el pasado mandato. Tras él, el cogobierno local dejó los reparos al proyecto en el andén y uno de sus retos es que eche a andar este año.
Lo normal con estos instrumentos es que pase como con los grupos de trabajo que creó en junio Capitulares con sindicatos, patronales o movimiento ciudadano para repensar el modelo económico de la ciudad y elaborar para septiembre un documento con las necesidades de la capital para comunicarlas a la Junta y el Gobierno y que las incluyeran en sus presupuestos. El informe no llegó a tiempo, pero tampoco hubiera variado el ninguneo a Córdoba de esas Administraciones. Luego, se conocieron algunas de sus conclusiones que el bipartito tampoco plasmó en sus cuentas. Tras tanto foro —ojo al riesgo de «comisionitis», una enfermedad para la actividad municipal—, sigo sin saber cuál es la hoja de ruta del Ayuntamiento, dentro de sus limitadas competencias en empleo, para combatir la lacra del paro. Quizás, sea impulsar una industria del mueble que nutra al Consistorio de las múltiples mesas de diálogo que necesita.