VERSO SUELTO
La comisión útil
Los que se inquietan con los cambios de la Feria no saben que el mayor está en la forma, en que haya una comisión que sirva
Administrativas que viven en el barrio de Levante, obreros de Cañero, comerciales de la Huerta de la Reina y estudiantes de Filología Inglesa de Fátima saltaron como cigarrones escapándose de un gato la semana pasada, cuando supieron que había quien quería cambiar cosas en la Feria de Nuestra Señora de la Salud de Córdoba . Los más disciplinados fueron capaces de tragarse todas las líneas de los periódicos; los más apenas se quedaron en los titulares, otros apenas se fueron a las palabras en negrita y empezaron a bramar más que si les hubieran blanqueado los arcos de la Mezquita-Catedral . Casetas cerradas quizá todos los días, gestionadas por empresas, privadas: las letras bailan en la cabeza y al mismo tiempo van formando una pesadilla en la imaginación.
Y ahora dónde se meterá la familia cuando llegue cualquier día dispuesta a comer y se encuentre un paisaje de vigilantes de seguridad con los brazos cruzados que les preguntarán si son socios. Como si fuéramos sevillanos, como si no tuviéramos derecho a entrar en todas las casetas de Córdoba , como si esta Feria no fuera abierta como toda la vida. Los que en estos días se han inquietado con los cambios no saben que el mayor de todos no se ha dado en el contenido ni el resultado, que todavía está por ver que se lleve a cabo, sino en la forma. El milagro de la Virgen de la Salud , que por algo sigue siendo la titular de la fiesta aunque nadie la recuerde, es haber reunido a una comisión que sirva. Comisión es una palabra maldita que nombra a una agrupación de personas a las que se les nombra para que busquen una solución para un asunto que no les importa ni comprenden, y que después emiten un informe que quien encargó archivará en un cajón.
La comisión que ha formado el Ayuntamiento de Córdoba ha tenido la virtud de reunir a los únicos que en verdad tienen que decidir por ser quienes ponen el trabajo o se juegan los cuartos: las asociaciones de casetas, sean tradicionales o populares, las peñas y cofradías que las trabajan y las áreas municipales implicadas en su desarrollo. Después de una decena de reuniones, que habrán tenido su negociación, sus cesiones, sus líneas rojas y también sus entradas en razón, han alumbrado un documento revolucionario que con razón pone los pelos de punta a las administrativas de Levante y comerciales de la Huerta de la Reina. Otra cosa será llevarlo a cabo, cuando al Ayuntamiento le tiemblen las piernas, las asociaciones de vecinos recurran al Constitucional, Ganemos pida un referéndum con garantías y las estudiantes de Filología Inglesa de Fátima digan que tienen derecho a opinar sobre la Feria, pero por el momento parece haberse acabado la dictadura del rosismo: todo para mi pueblo, como le gusta a mi pueblo.
No lo admitirá nadie, pero el Gobierno municipal ha aprendido la lección de la Semana Santa de Córdoba , que no se construyó en comisión sino con el fino trabajo de Emilio Aumente para blindar el recorrido y hacerlo seguro y los intereses de las cofradías y el Cabildo como reponsables únicos de lo que tiene que pasar en la carrera oficial. Puede que ahora un coro de llorones parecido se lamente de no poder entrar en la caseta que no han pagado todos los meses, pero que no se desconsuelen pensando que les han quitado su Córdoba garbancera. Ya mismo estará la comisión de la memoria histórica pontificando sobre las calles sin ciencia y con prejuicios sobre lo que nadie le ha pedido.