PUERTA GIRATORIA

De un color verde menta

Urbanismo concede licencia con prontitud y diligencia a las nuevas casas de apuestas

Una persona juega en un máquina recreativa ARCHIVO
Natividad Gavira

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En Córdoba han proliferado las casas de apuestas. Una actividad reglada y legal para la que la Gerencia concede licencia. Lo hace con tanta diligencia y prontitud que parece estar otorgando permisos para tanatorios. Una funesta coincidencia. Estos nuevos establecimientos dedicados al juego se ofrecen ahora con una renovada estética, sin ninguna intención de pasar desapercibidos. Son un negocio que necesita manifestarse mediante un reclamo verde de sus fachadas antes las cuales cabe elegir entre pasar de largo o detenerse ante él, entrar y tentar la suerte. Son lugares casi inocuos, si obviamos las cifras de ludopatía que cada año se dan a conocer. Números que no consiguen reflejar el drama familiar y humano de muchas personas. Claro que también están las puertas de los bares abiertas y uno puede abastecerse sin control o participar en el ritual de convivencia tabernaria sin excesos.

Estos establecimientos no son una amenaza para la sociedad, a pesar del número de personas que en Córdoba necesitan terapia para escapar de una relación obsesiva con el juego, en sí mismos no constituyen una invitación a la ludopatía, aunque tampoco las grandes superficies incitan al consumo y el Ayuntamiento establece unos cauces muy rigurosos para permitir su asentamiento. A veces, los gobiernos tan rigusosos en lo pequeño y tan facilones en lo necesario, comenten este tipo de desliz y mientras son intransigentes y feroces con algunas iniciativas hosteleras, para otros servicios adelgazan sus exigencias. El Ayuntamiento dirá que nada tiene que ver con el uso que estos locales hagan de sus servicios sobre adicciones y, aunque no se trata de limitar la oferta, esta abrupta irrupción de casas de apuestas no parece una idea muy acorde con los valores de un ayuntamiento que vela por la salud pública. A un ayuntamiento que decide elevar el tono en contra de algunas prácticas de la hostelería no debería parecerle muy estético la invitación a la apuesta como modo de consumo.

Ahora que Urbanismo parece cambiar el andamiaje pesado de su burocracia y que los tiempos electorales hacen ligeros abigarrados discursos sobre qué es bueno, necesario y urgente para la ciudad, no estaría de más que algunas de sus decisiones tuvieran ese tratamiento transversal al que dedican concejalías. Para eso existen técnicos que asesoran sobre la incidencia de algunas prácticas poco saludables y en función de ciertos informes, decidir el permiso de establecimientos dedicados a apuestas. Hay un discurso asentado en la transversalidad que favorece la igualdad, pero el Ayuntamiento olvida que seas hombre o mujer hay otras decisiones que no aterrizan en la naturaleza completa de las cosas. Hay actividades legitimadas para operar en la selva del consumo, la de las casas de apuesta es una de ellas, pero este gobierno municipal podría hacer un esfuerzo de coherencia y poner a salvo de contradicciones las decisiones que toma. Y no se trata de prohibir, sino de componer un discurso global donde las concesiones se expliquen.

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