Servicios Sociales

Los colectivos sociales redoblan esfuerzos para atender a las personas sin hogar en las calles de Córdoba

Cruz Roja atiende a 60 personas al día, mientras el Ayuntamiento y Cáritas se coordinan para dar cobijo a otras

Un voluntario de Cruz Roja toma nota mientras habla con una mujer que vive en la calle ABC

Irene Contreras

Al calor del brasero, bajo el nórdico sobre un cómodo colchón o en una habitación climatizada, sobrevivir al invierno parece poca cosa. Salir abrigado, recluírse en casa en cuanto sea posible. Sin embargo, no todas las personas que habitan en Córdoba tienen la «suerte» de tener un hogar en el que resguardarse. Y en las calles, la realidad son temperaturas mínimas de cinco grados, en el caso de la capital, lluvia y un viento intermitente que corta el cuerpo.

Entidades del tercer sector como Cruz Roja , Cáritas , la Fundación Prolibertas o los propios Servicios Sociales municipales se esfuerzan estos días por multiplicarse para atender las necesidades del colectivo de personas sin hogar . El Ayuntamiento y Cáritas mantienen una coordinación constante para dar cobijo en sus casas de acogida a aquellas personas que lo necesiten y deseen. No es el caso de todos, cuenta la delegada de Servicios Sociales, Eva Timoteo. Aunque a lo largo del mes de enero están llenando el aforo de las 20 camas que ponen a disposición de las personas sin hogar, en diciembre solían sobrar cada día dos o tres plazas. Y no porque no hubiera en las calles personas que lo necesitaran.

Este ala de «baja exigencia» de la casa de acogida municipal funciona mediante un registro. Las personas interesadas en pasar la noche allí se apuntan y, por riguroso orden de llegada, se asignan 17 camas. Otras tres se reservan por si la Policía Local , en alguna de sus rondas, encuentra a una persona durmiendo a la intemperie que necesite techo. A partir de las 20.00 horas pueden entrar, asearse, cenar, dormir y desayunar antes de salir al día siguiente a las 9.00 horas. Si alguien no acude, el turno corre. Si queda alguna cama libre, se avisa a Cáritas , que tiene otra casa de acogida con capacidad para 40 usuarios y un ala de baja exigencia para 40 personas más. De esta forma, en caso de que algún usuario se haya quedado fuera, puede guarecerse en el recurso habitacional del Ayuntamiento. La entidad diocesana hace lo mismo cuando no llega a su «tope». La coordinación, insiste Timoteo, es absoluta.

Por su parte, Cruz Roja se encarga de atender a quienes, por una u otra razón, hacen noche en la calle. Reparten mantas y sacos de dormir para pasar la noche, y chaquetones y otras prendas de abrigo, como guantes o gorros, para sobrellevar el día. Sus equipos de voluntarios , que recorren la ciudad en busca de estas personas sin vivienda, también incluyen en su reparto c omida y bebida reparadora . Además de cubrir el cuerpo, conviene calentarlo por dentro. También Cáritas dispone de una UVI callejera que atiende a personas sin hogar los lunes, miércoles y viernes.

Perfiles

Durante los últimos días, los voluntarios de Cruz Roja han atendido a unas 60 personas en cada una de sus salidas. Detrás de eso que se conoce como « sinhogarismo » hay caras, nombres, edades y circunstancias difíciles (pobreza heredada, adicciones, fracasos, problemas familiares) que no se pueden reducir a un arquetipo, pero Cruz Roja sostiene que si un perfil se repite es el del hombre de entre 35 y 55 años de nacionalidad española al que la crisis económica o la falta de una red de apoyo han conducido a una situación que califican de vulnerabilidad extrema. Coincide con el perfil de usuarios que acuden a la casa de acogida municipal. Eva Timoteo afirma que en la actualidad solo hay dos mujeres y el resto son hombres.

A lo largo del año pasado, Cruz Roja atendió a 846 personas sin hogar en toda la provincia, aunque es la capital la que aglutina el mayor número de actuaciones con este colectivo, seguida de Lucena o Priego de Córdoba . Supone un aumento del 13 por ciento con respecto a las cifras que sumaron en 2018, cuando fueron 747 las personas atendidas en esa situación. A lo largo de 2019 se repartieron casi 7.200 lotes de alimentos y 37 ayudas para la compra de medicinas.

También se pagaron billetes de transporte para facilitar la búsqueda de trabajo en otros lugares o propiciar el reencuentro con sus familias. El objetivo de las entidades no es poner un parche en la herida sino sanarla de raíz, con su contribución a sacar a esas personas de la exclusión. Por eso la Unidad de Emergencia Social (UES) no solo da abrigo y comida sino también orientación social y sanitaria.

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