Mario Flores - El dedo en el ojo
Clase turista
Viajar a Cuba para traer a Córdoba casos de éxito contra la pobreza es de traca. De tomar a la gente por tonta
Muchas veces desearía ser como ciertos políticos . Confieso que tengo envidia de aquellos servidores públicos que atesoran en sí una serie de «virtudes» que le hacen andar por el mundo con soltura, desahogo y alejado de los complejos. Los envidio, sí, he de confesarlo. Y digo esto porque, ciertamente, desearía poder ser capaz de hacer de la poca vergüenza el norte y rumbo de mi vida , poder convertir la doble vara de medir en el baremo con el que estableceer el patrón flexible de la ética y la moral o hacer de la falta de escrúpulos un buen recurso para no tener que andar dando explicaciones ni a mi propia conciencia, ni a nadie.
Llama la atención el desparpajo con que, fundamentalmente los políticos de izquierdas , se manejan por la vida sin sonrojarse un ápice a pesar de hacer de la indignidad, la falacia y la impostura el eje central de su código ético.
Epítome de lo antedicho lo tenemos en un señor concejal del ayuntamiento de Córdoba , a la sazón don Rafael del Castillo (edil de lo que va quedando de Izquierda Unida ), a quien han debido pedir explicaciones sobre el gasto efectuado con cargo a dinero público (el suyo, el mío,…) por cuenta de un viaje a la isla-prisión de Cuba , viaje que es para un comunista rancio (valga la reiteración) lo que una peregrinación a La Meca es para un musulmán; hay que cumplimentar al fanatismo. Debe ser que el señor concejal no dispone de fondos propios para perfeccionar su condición de bolchevique girando visita a la dictadura cubana y ha tirado de erario público para cubrir sus veleidades. Tres mil quinientos euros del ala nos ha costado a los cordobeses el viajecito del interfecto, dinero con el que, si siguiéramos su demagogia de izquierdas , podrían comer varias familias cordobesas durante mucho tiempo o se podrían pagar muchas facturas de luz y agua a los «pobres energéticos» de los que tanto hablan y dicen defender.
Puestos a oír su versión aún hay lugar para una mayor indignación y cabreo con el concejal comunista. ¿¡Pues no va y dice que su viaje a la isla-prisión ha sido realizado «para traer a nuestra ciudad experiencias de buenas prácticas y casos de éxito en materia de servicios sociales»!?. ¡Así, con un par de… billetes de quinientos euros en cada uno de los cuatro bolsillos de sus pantalones!
Afirmar ese propósito queda tan ridículo y es tan ofensivo para la inteligencia de cualquiera como pretender que para realizar un «curso de buenas maneras y protocolo » lo mejor es una estancia de quince días conviviendo con un comando checheno.
¿Pero este señor piensa que somos tontos? ¡Pues sí, y ahí está el problema! Estos radicales, delirantes y desaforados comunistas , se creen estar tocados por la infalibilidad de sus postulados marxistas (la historia no ha acontecido) y por ello bendecidos con la legitimidad suficiente para hacer lo que les venga en gana por encima de los auténticos intereses y necesidades de los ciudadanos.
Yo no sé usted, pero yo siento que me han metido la mano en la cartera y tengo identificado a quien lo ha hecho.
Ya digo, con soltura, con desahogo y sin complejos . Voy donde quiero, pago con su dinero y si alguien me pide explicaciones lo remito al acta del consejo de cooperación municipal despachando el asunto con algún desaire del tipo «malditos fachas» . Alguien dijo que a muchos «le mean encima y dicen que está lloviendo». Pues hasta aquí hemos llegado, señores del gobierno del cambio. Abróchense la bragueta que le hemos pillado con el pájaro en la mano.