Nati Gavira - Puerta giratoria
La ciudad bajo sus alas
Córdoba, el plató de cine que pudo ser y no es. Todos somos responsables
ESTA semana hemos podido oír al productor de la serie televisiva «Allí Abajo» preguntarse por qué Córdoba no era elegida más veces como escenario de películas y series. David Jareño reconocía que tras la filmación de «Juncal» no había vuelto a la ciudad y en este intervalo había trabajado mucho sin reparar en las oportunidades que ofrece Córdoba. «Yo no entiendo lo de Córdoba», dijo, entre claras muestras de estar disfrutando con la filmación. El comentario, que podría no pasar de ser un halago a la ciudad que acoge a su equipo es, sin embargo, la metáfora de la Córdoba que muestra sus encantos a modo con rotundidad y que incomprensiblemente se repliega sobre si misma a la espera, quizás, de un rescate urgente.
Recordarán que la película «Carmen» de Vicente Aranda no eligió Córdoba como destino de grabación sino que sirvió para que las Caballerizas Reales suplantaran a la vieja fábrica de tabacos sevillana. Esta vez, también, los munícipes albergaron la esperanza de la promoción gratuita e incluso alguien pidió desde el Ayuntamiento una exhibición multitudinaria y regalada para de algún modo intentar explicarnos semejante trucaje. La grabación de la exitosa serie televisiva tiene intención de continuidad porque sus representantes manifiestan tener el convencimiento de que «allí abajo» hay algo más que sevillanos. Ya veremos si cumple este propósito. Hay mecanismos para atraer esa posibilidad más allá de agasajo y la foto de rigor con la alcaldesa que los fines de semana ensaya una suerte de promoción personal que imagino estudiada y medida. Córdoba Film Office ha tenido una media de un rodaje por semana en sus mejores años, una cifra que resultaría complaciente si esta actividad tuviera un retorno específico a modo de empleo y turismo. Tampoco en esta materia parece aguardarnos un cambio, una transformación de la que llevamos oyendo hablar casi todos toda la vida y al cabo todo son preguntas sobre cómo es que el potosí no se abre camino como estudio de cine.
Cabe preguntarse si la ciudad ha sucumbido a su sociedad o somos la gente la que disponemos su avance y éste no llega jamás. ¿Hemos forzado entre todos que Córdoba eche el ancla? Hay quien viaja hasta París para ver una ciudad de cartón piedra y colmar sus anhelos infantiles y desconoce las piedras milenarias de su calle, estamos los que buscamos en Galicia o Asturias el verdor del monte pero no sabemos ubicar los Baños de Popea, quizás porque todos queremos salir de este espacio cotidiano y tedioso que carece de emoción tantas veces. Una ciudad que se debate entre adoptar el himno del Córdoba CF o cantar el «Soy Cordobés» en sus días de gloria, debería encontrar una salida única para tanta espera. Todos somos responsables de la promoción de Córdoba porque enfrente tenemos a representantes políticos afanados en medidas tan arriesgadas y audaces como arriar la bandera de la Unión Europea o elevar al cosmos de la rotulación de calles a los protagonistas del 15-M.