Patrimonio

La ciencia combate el negacionismo de la presencia cristiana previa a la Mezquita de Córdoba

Los nuevos hallazgos aportan datos serios sobre un complejo de gran entidad

Cinta del Cabildo de protección de los restos Valerio Merino

Rafael Ruiz

¿Qué efectos legales tiene la constatación de la presencia cristiana en ese lugar antes de la edificación de la Mezquita-Catedral sobre el debate de la propiedad de la misma? Resumiendo, ninguno. Las leyes de un estado constitucional como España no se rigen por la organización del reino visigodo que se desmoronó con la invasión musulmana de 711. Parece obvio consignarlo pero no lo es. Sin embargo, la presencia de unas instalaciones religiosas en el solar anteriores a la creación de la Mezquita fundacional se han convertido en un elemento de enormes tensiones entre partidarios y detractores de la propiedad eclesiástica del monumento.

En los últimos años, sin embargo, han tenido lugar aguerridos debates sobre la legitimidad o falta de ella de la Iglesia usando unos hechos que son historia Córdoba. La Iglesia Católica siempre entendió que la existencia lo que se conocía como basílica de San Vicente otorgaba un plus histórico a sus pretensiones. En el arco contrario, se producían una serie de publicaciones -convenientemente amplificadas- que no dudaban de los hallazgos realizados pero sí de las interpretaciones que se hacían de los mismos por parte de profesionales de la arqueología con décadas de experiencia que trabajaron bajo el suelo de la Mezquita. Esa presencia cristiana era imaginaria.

San Vicente era, según esa versión, un elemento puramente legendario usado por la curia para dar cobertura histórica a la propiedad de la Mezquita. En realidad, lo que plantean las nuevas excavaciones es que la realidad pudo ser aún mejor, más rica, más abierta a la investigación. Menos sujeta al uso de la historia como ladrillo arrojadizo sino como una fuente de conocimiento necesario que presenta, además, una enorme capacidad de atracción para el público cuando se explica de forma científica y con ánimo divulgativo.

Los arqueólogos directores de la nueva excavación, Alberto León y Raimundo Ortiz , no se han cogido los dedos en ningún momento. Todo son hipótesis que se tienen que refrendar. No han puesto una iglesia donde creen que no puedo haberla. Enuncian un complejo episcopal que es una forma de construir muy contrastada en todo el mundo cristiano, propia de las ciudades con sede obispal en un momento concreto de la historia. Los restos que se atribuyen a San Vicente dentro de la Mezquita forman parte de un todo en función de las cotas, de la lógica de construcción.

Los nuevos hallazgos, pues, implican un viaje en el tiempo sobre la Córdoba previa a la llegada del poder musulmán , una etapa histórica de tan alto impacto que tiende a eclipsar las investigaciones de momentos previos y posteriores. La arqueología cordobesa -y los recursos políticos que la sustentan- ha mostrado predilección por Roma y Al Andalus dejando ciertamente al margen lugares de sombra sobre los que merece la pena adentrarse.

En este caso, que la Mezquita-Catedral es en sí misma un amplísimo recorrido temporal, que abarca dos confesiones del Libro e influencias musulmanas y cristianas pero también clásicas, de Bizancio: una digna hija del Mar Mediterráneo. Es, además, un palimpsesto . Un manuscrito que ha sido borrado para escribir encima dejando siempre algún surco sobre el papel.

La aparición de un ábside en las excavaciones del Patio de los Naranjos tuvo lugar hace varios meses, en plena pandemia, se asumió en el Cabildo como una oportunidad para empezar a desmentir mitos y centrar el debate desde un punto de vista historico. Una oportunidad para hacer frente a la estrategia de negacionismo que, aseguraban ayer los arqueólogos responsables del proyecto, se centran con numerosos templos de etapa visigoda.

En los ultimos años se llegaron a publicar artículos científicos que aseguraban que los restos identificados como San Vicente correspondían a un «espacio doméstico» . La casa de un señor de la época venido a más. El muro de la fachada que delimita el edificio reexcavado tiene una longitud aproximada de unos treinta metros , le precede una plaza porticada y cuenta con un ábside monumental. La potencia es tal que la posibilidad de que sea la casa de un privado ni siquiera entra dentro las hipótesis llamadas a descartarse.

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