Sociedad

Los cien años de una vecina de Baena: memorias de aceituna, costura y una Guerra Civil

Francisca Lastres ha celebrado su siglo de vida rodeada de sus familiares y acompañada de las autoridades de la localidad

Francisca Lastres Marta Baena

Marta Baena

La vida de Francisca Lastres Caballero puede resumirse en cifras: cuatro hijos, diecisiete nietos, dieciséis biznietos y nada menos que cien años a su espalda. Esta mujer baenense nació en 1920 y ha vivido siempre en su pueblo. Algunas de sus hermanas se trasladaron a otras regiones, pero ella, el cambio más grande que ha hecho ha sido mudarse de la calle Enrique de las Morenas a su actual residencia en Amador de los Ríos.

La popularmente conocida como la «calle llana» en Baena es una de las más animadas pues por ella pasan todas las procesiones de Semana Santa, el desfile de Carnavales… y eso siempre anima. Su única pena, al venirse aquí, fue el tener que dejar sus macetas porque tenía muy buena mano cuidando de sus plantas.

Y no sólo ha sido buena en el campo de la floristería sino también entre fogones, con la aguja e incluso en la aceituna . Francisca ha sido una excelente cocinera, hasta tal punto que uno de sus nietos se iba a comer todos los días con ella. «He guisado de todo, la carne, el doradillo, el arroz, el cocido… a mi nieto le gustaba mucho cómo cocinaba y comía conmigo». El cambio a la vitrocerámica le superó y ya no se atrevió con ese nuevo avance.

Francisca es una entre una treintena de personas en Baena que ya han cumplido los cien años y, aunque en principio no es gente de su entorno, con ellos comparte vivencias tan duras como el haber pasado una Guerra Civil . «Aún me acuerdo; nos fuimos al campo corriendo porque gritaban ‘que vienen los aviones tirando bombas’, pero volvimos a Baena porque que quien no lo hiciera perdía su casa. Gracias a Dios no me pasó nada».

Según cuenta su nieta Dulce, es una persona muy fuerte y adelantada a su tiempo. «Ella siempre dice que no ha pasado tanta fatiga, porque todo lo suaviza y tiene una actitud muy positiva, pero ha vivido situaciones muy duras como lo es una guerra y posguerra y tiene mucho mérito llegar a su edad sin achaques y tan bien», afirma. Gran cómplice de los suyos, ha respaldado siempre a sus nietos y les ha dado todo su cariño, demostrando lo cercana y hogareña que siempre ha sido.

De hecho, no quiere ni oír hablar de irse a una residencia. «Yo estoy muy bien en mi casa y tengo una muchacha que me hace las cosas y me guisa», explica. Duerme acompañada y el resto del día no para de recibir visitas de los suyos, así que Francisca no tiene tiempo de aburrirse con tanta familia. Y cuando no lo está, es una persona autónoma que se calienta su comida y camina erguida, apoyada en su bastón.

Aceituna, costura y aguja

Da gusto cumplir un siglo con esa vitalidad y sin perder la sonrisa. Y más después de ser una mujer que acumula tantas vivencias: «He estado en el campo recogiendo aceituna , he trabajado en la fábrica textil cosiendo y he sido practicante». Se casó con apenas 22 años y tuvo que dejar el trabajo como costurera pero, hasta entonces, cosía medias y calcetines. «Entonces, te pagaban conforme a las piezas que terminaras», cuenta. Llegó a coserle pantalones a sus hijos, que era lo más difícil, porque se iba con el sastre de hombres ya que le gustaba aprender; aunque reconoce que sus dotes con la aguja nunca igualaron a su madre .

«Lo que recuerdo con nostalgia, y tengo una grata memoria, es de cuando nos pinchaba», cuenta su nieta Dulce. Resulta que, antiguamente, cuando faltaban médicos, había mucha gente que se dedicaba a ser practicante , incluso sin haberlo estudiado. «Yo iba por las casas de la gente que se ponía mala, sin ánimo de lucro, y les ponía las inyecciones. Me enseñó mi suegra y a mí me gustaba». Y es que, precisamente agallas no le han faltado nunca a esta centenaria, que tan pronto ponía vacunas a enfermos como se remangaba para encalar su casa.

Su cumpleaños ha sido de los más especiales que se celebrarán este año en Baena y al evento no faltaron ni suyos ni las autoridades locales. No era para menos, porque reunir cien velas en una sola tarta no se ve todos los días.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación