Perdonen las molestias
Ciclocalles
Necesitamos concejales del ramo que piensen en cómo apaciguar la ciudad, aunque den palos de ciego
Un vídeo colgado en internet la pasada semana mostraba un cruce urbano en hora punta. No sabríamos decir de qué ciudad europea. Quizás Amsterdam , tal vez Múnich. Los vehículos transitaban en diagonal buscando cada cual su vía de salida. El típico embudo circulatorio ... que caracteriza a las ciudades de hoy. Pero oiga. No se escuchaba una mosca. Las bocinas no trituraban el espacio acústico ni los motores perturbaban el paso de los transeúntes. Ni rastro de humo en el aire.
Eran bicicletas . Cientos de armatostes silenciosos fluían agrupados como neuronas a través del sistema nervioso. La imagen impactaba por lo extravagante. Un cruce urbano en hora punta es un icono contemporáneo asociado al caos y el desorden. Tenemos esa foto fija clavada en el cerebro como un bosque en otoño suena a hojas secas arrastradas por el viento.
La movilidad transforma a las ciudades al modo en que una ducha de agua caliente tonifica un cuerpo exhausto. Hemos tenido que padecer una pandemia universal para darnos cuenta de que el silencio urbano es un bálsamo reparador. Que una ciudad en calma hace más por la salud de sus habitantes que la ingesta farmacológica de Orfidal, un comprimido por la mañana y otro antes de dormir.
Quizás por esa razón, el Ayuntamiento de Córdoba acaba de anunciar que transformará 45 vías en ciclocalles. Es decir: que dará prioridad a las bicicletas sobre los vehículos a motor. Para ello, establecerá una velocidad máxima de 30 kilómetros a la hora. Que no es ni mucho ni poco, ni todo lo contrario.
No sabemos si la medida resulta factible a efectos prácticos . Si los coches renunciarán a su arrogante hegemonía durante décadas y si aceptarán la nueva jerarquía de la bicicleta. Tampoco conocemos los riesgos en materia de seguridad que comportará la apertura de estas calles de carácter híbrido, mitad carril bici mitad vía urbana. Como aquella mujer barbuda que se paseaba por las ferias de España a caballo entre el hombre lobo y la sirenita feliz.
Podríamos pensar que las ciclocalles son el premio de consolación del fracaso de la movilidad sostenible. Como no hemos podido garantizar una red amplia, eficaz y segura de carriles bici, nos sacamos de la manga este sucedáneo ni chicha ni limoná de coste cero para las arcas de la administración local. Desde ese prisma, tenemos que reconocer que la idea es ingeniosa como el truco del conejo y la chistera.
Aún en ese supuesto, aceptemos la validez de la propuesta. Necesitamos concejales del ramo que piensen en apaciguar la ciudad , aunque den palos de ciego. Lo importante ahora es abrir nuevos modelos de movilidad municipal. Más amables, más limpios, menos agresivos. Y luego ya habrá tiempo de ajustar tuercas y aflojar tornillos.
Córdoba va tarde en materia de tráfico . En cuarenta años, apenas ha peatonalizado una plaza neurálgica, media docena de calles céntricas y otras cuatro medidas cosméticas de andar por casa. Los alcaldes (y alcaldesas) han sido timoratos, cuando no directamente cobardes. Se han mostrado incapaces de anticiparse a los tiempos y liderar una transformación integral del espacio urbano del siglo XXI. Cuando solo tenían que mirar más allá de los Pirineos y tomar el pulso a las ciudades más vanguardistas de Europa. Pero para eso hace falta amplitud de miras, audacia y un poquito de valentía. Lo cual qué quieren que les diga.
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