Rafael Aguilar - El Norte del Sur

La chispa de los patios

Reguetón y bebidas entre las macetas. Esto está cambiando. Que intervenga la Unesco

EN una calle del casco histórico de cuyo nombre no quiero acordarme he visto lo que uno nunca quiere ver. Parece mentira que a estas alturas sea un visitante a un patio y no sus propietarios el que tenga que ruborizarse y sentir vergüenza —propia y ajena— de lo que está contemplando. Para montar un chiringuito con cualquier cosa que ande arrumbada en el trastero siempre hay tiempo. Y hay quien encuentra ese momento justo en las dos semanas de mayo en las que Córdoba exhibe su título de Patrimonio Inmaterial de la Unesco . Qué causalidad.

Por resumir, la escena es la siguiente: todo el mundo sabe que en esta provincia hay una potente industria del vino , una denominación de origen de la que sentirse orgulloso y una cata con la que se abren las fiestas del mes por excelencia de la ciudad, pero al mismo tiempo existe un convencimiento generalizado de que la bebida que conviene promocionar en las casas que participan en el certamen no es el fino de la sierra de Montilla sino justo un refresco que entra de escándalo cuando hace calor; para qué va a preocuparse nadie de acercarse al solar anexo a la Diputación y convencer a un bodeguero de que le regale un par de carteles históricos de la vendimia cuando en la buhardilla está al alcance un póster ajado en el que una joven invita en inglés a disfrutar de la chispa de la vida.

El anuncio queda estupendo, mucho mejor que en una hamburguesería retro , dónde va a parar, al lado de los geranios y de la silla de enea y madera de olivo reciclado que ha repartido Sadeco. Vamos a ponerle música a la descripción, en concreto la misma que los dueños de la casa en cuestión tienen por la que más le va a la manifestación popular que cumple cinco años con la distinción universal: el reguetón , pero no uno cualquiera, no, no, no, sino un mix bien completito que en conjunción con los tiestos añiles y los muros recién encalados, oye, que te eleva el espíritu y te da paz . Mucha.

Pero que nadie se preocupe si la combinación prodigiosa de estos factores y este dechado de buen gusto y de atención por la esencia de los patios le deja sin aliento, con la boca áspera por la experiencia casi mística, en trance, que en una esquina de la estancia descubierta hay una mesita baja con unas latas de cerveza y «fantas» y esas cosas: no hay pérdida, porque el minibar se encuentra custodiado por la misma persona que a lo que parece se ha tomado muy en serio e l espíritu hospitalario y desinteresado de la fiesta en curso; no se explica de otra manera que junto a la bebidas repose un platito con monedas, no queda bien claro si procedentes de la voluntad de los visitantes o del cambio de la venta de la barra portátil.

Que la Unesco o alguien haga algo pronto o esto se va de las manos. Si es que no se ha ido ya.

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