ACOGIDA
Los centros de menores de Córdoba, al límite: sobreocupación, inseguridad y descontrol sanitario
Los tres edificios de protección públicos se han convertido en una especie de «cajón desastre» donde se mezclan desde niños discapacitados, a menores con problemas de consumo y hasta psiquiátricos

«Hemos vivido movidas gordas. Hablo de peleas en las que las sillas han volado y hasta ha habido enfrentamientos entre los chavales en los que se han empuñado cuchillos y ha tenido que venir la Policía». Inseguridad, descontrol sanitario, instalaciones obsoletas y plantillas insuficientes son algunos de los problemas acuciantes que marcan el día a día de los centros de Protección de Menores de la Junta en Córdoba y que impiden prestar la preceptiva atención a los niños que acogen, que ha pasado de educativa a meramente asistencial, según fuentes sindicales.
Si bien ahora la situación se encuentra «al límite», pero contenida, el pasado verano, la llegada en tromba de cientos de Menas (Menores Extranjeros No Acompañados) provocó que los centros estuviesen al 132 por ciento de su capacidad . Cada uno tiene 25 plazas y a día de hoy cumplen la ratio, pero cualquier ingreso obligaría a habilitar espacios.
En la capital hay tres de estos complejos de titularidad pública: Lucano (ubicado en Cerro Muriano), Juan de Mairena y Beatriz Enrique . Este último es el que se encuentra en una situación más desahogada, ya que, a priori, no acoge a Menas. En el otro lado de la balanza está el Lucano, que es el que más problemas presenta. «Hay hongos en los dormitorios por las humedades. Este edificio es antiguo y no se solucionan las deficiencias que tiene. Cuando vienen a arreglar algo solo pintan y ya está», apuntan trabajadores del centro.
Además, al tener cubiertas todas la plazas, «cuando tenemos algún ingreso hay que habilitar el resto de estancias. Este verano todas los espacios, las salas de talleres, ordenadores... Todo, todo estaba lleno de colchones », insisten.
«Hemos tenido casos de sarna, hepatitis, tuberculosis y malaria. No hay protocolo sanitario ni de agresiones»
Hay dos problemas que se dan en todos los centros para los que el personal demanda una solución a gritos: por un lado, la falta de un protocolo sanitario que establezca las preceptivas medidas de control de la salud de los menores que llegan: «Si entra algún portador la enfermedad que tenga se expande como la pólvora. Este verano hemos tenido casos de sarna. Y han llegado también niños con tuberculosis, malaria y hepatitis . Es algo muy grave».
Por otro lado, no hay seguridad y se hace imprescindible implantar un protocolo de agresiones. «Por las noches nos quedamos solo dos trabajadores para una veintena de chavales en cada centro. Hay muchos intentos de fuga y son difíciles de controlar con estos recursos. Además, el caso de la menor que intentó suicidarse lanzándose al vacío pone de manifiesto que hace falta más personal y más medios . Hasta que no pase algo muy grave, la Junta no va a reaccionar». La niña sigue en el mismo centro, el Juan de Mairena, y ni siquiera se han colocado rejas en las ventanas ».
Perfiles de todo tipo
Esa falta de espacio y de una plantilla reforzada lleva a la acogida sin ningún tipo de criba a todos los niños que llegan . Así, se mezclan menores de 14 años con adolescentes, nacionales y extranjeros, chicos con discapacidad , otros con problemas de consumo de drogas y algunos hasta el tratamientos psiquiátrico , procedentes de familias desestructuradas. «Todos traen unas 'mochilas' muy cargadas y nos resulta muy complicado poder ejercer la labor educativa, psicosocial, e intercultural que tenemos encomendada», se lamentan los empleados, que refieren que «el desgaste es brutal».
Es necesario que cada sean revisados determinados perfiles de menores, para que sean ubicados en centros idóneos a sus características y necesidades. A veces pasan muchos meses, incluso años hasta que son derivados.