Guerra Rusia-Ucrania

Centenares de cordobeses gritan contra la guerra en Ucrania en una concentración en las Tendillas

El encuentro ha congregado a ucranianos afincados en la provincia y ha servido para recoger material sanitario para enviar al país invadido

Carlos Molina, jugador cordobés en Ucrania: «Tenemos mucho miedo. ¡Es una invasión en todo el país, joder!»

Concentración en Córdoba contra la guerra en Ucrania Rafael Carmona/ vídeo: D.Delgado

D.Delgado

Ataviados con banderas azules y amarilas, con carteles de '¡No a la guerra!' y la emoción a flor de piel, centenares de cordobeses han arropado este domingo al pueblo ucraniano y a los foráneos del país en conflicto residentes en la provincia, con una concentración en la céntrica plaza de las Tendillas para gritar contra la invasión rusa.

Los asistentes, convocados por el colectivo Ucranianos Cordobeses , han asistido con material sanitario como vendas, analgésicos, antibióticos y medicamentos para quemaduras, entre otros, para enviar a sus compatriotas en guerra.

En la manifestación, en la que se han oído gritos de «¡Putin asesino!» y «¡Ucrania libre!» , se ha cantado el himno de Ucrania y los asistentes han clamado para que frene el asedio de Rusia.

Katya Moskalenko R.C.

Así lo ha expresado Katya Moskalenko , una joven ucraniana que hace dos décadas llegó a Córdoba con su familia, buscando un futuro mejor. «Hemos venido a apoyar a nuestros paisanos, mostrar nuestro rechazo a la guerra en Ucrania, declarada por Rusia a un país que lo único que ha pretendido ha sido ir caminando hacia Europa. Nuestro único objetivo era vivir en paz, seguir trabajando y criando a nuestros hijos. Estamos todos muy conmocionados».

Esta joven tiene familia en Ucrania, «a mi abuela, a mis tíos y primos. He conseguido hablar con ellos y la situación es muy preocupante. Las sirenas antiaéreas suenan de forma continua, tienen que bajar a los sótanos, hay que vestir a los niños en 5 minutos (recordemos que allí hace muchísimo frío), abrigarlos bien».

En el caso su abuela, que vive en la frontera con Bielorrusia, «está muy asustada. Escucha explosiones, disparos ... No sabíamos que la situación iba a llegar a tanto».

No se han planteado salir de Ucrania porque «piensan que no va a venir nadie a su casa a decirles que se marchen. Tienen miedo, pero la mayoría prefieren quedarse allí . Pero lo hacen porque no tienen otra opción: he hablado con una amiga que me ha dicho que no puede irse. Tiene dos niños chichos, ¿a dónde va? No sabe si es más peligroso quedarse que irse. Una vez que cruces la frontera no sabes qué te vas a encontrar. Además, las carreteras están colapsadas y algunas, destrozadas».

Galina Karkovich y Victoria Moskalenko D.D.

En la misma línea se pronuncian Galina Karkovich y Victoria Moskalenko . La primera, que reside en la localidad de Palma del Río, tiene a muchos familiares atrapados por la guerra. «Mis dos hijos y mis dos nietas están allí. Una de mis nueras está ya de camino a Eslovaquia, con su niña de dos meses. Han tenido muchas dificultades para llegar».

«Me llamó mi sobrino, que estaba trabajando como camionero, y me dijo que la guerra había empezado, que se escuchaban los bombardeos. Han entrado por mar, tierra y aire . Todos esperábamos que se arreglara de manera democrática».

La rabia y a la impotencia llenan las palabras de Victoria, que acusa a Putin de querer «entrar a la historia, sin tener en cuenta los intereses de los rusos, de los ucranianos y del mundo».

«Estamos tratando de ayuda a nuestros seres queridos desde aquí como podemos. Es nuestra patria, nuestra tierra . El dolor está presente, los niños lo están pasando muy mal. Mis suegros están allí, mi abuela, mi primo, mi tío, y muchos amigos», señala Moskalenko.

Orest Berezovyy D.D.

Orest Berezovyy , de apenas 20 años, contiene la emoción al hablar de lo que están viviendo sus seres queridos en Ucrania. Vive desde que tenía 5 años en Palma del Río con sus padres, tras volar desde Dubno, su ciudad natal. «Mis amigos se están preparando para la guerra. Los que son cazadores se han repartido los rifles por si necesitan defenderse. No se van a rendir».

«Me siento muy mal. Estaría más tranquilo si pudiera estar con ellos, ayudándoles. Me siento muy culpable: no duermo, no puedo estudiar . Jamás pensé que Putín llegaría a invadir Ucrania. Cuando empezó todo no lo podía creer. Un misil había caído a 60 kilómetros de la casa de mi abuelo y ya supe que no había vuelta atrás».

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